ENTREVISTA CRISTINA RIBERA/CERCLE DE CONSCIENCIA

Avanzar en el autoconocimiento: “Enseñamos a acercarnos a nuestra sombra y mirar de frente lo que aprendimos a esconder”

Desde el Cercle de Consciència, Cristina Ribera Casal acompaña procesos terapéuticos y facilita una formación en terapia Gestalt que desmitifica el trabajo de consciencia, alejándose de visiones idealizadas, tan propias de la isla, y poniendo el foco en la presencia, el cuerpo y lo real.

Cristina Ribera Casal, directora del Cercle de Consciència de Ibiza.
Cristina Ribera Casal, directora del Cercle de Consciència de Ibiza.

Cristina Ribera Casal es psicóloga y psicoterapeuta especializada en Gestalt y TCI (Terapia Corporal Integrativa). A lo largo de su trayectoria ha acompañado a muchas personas en sus procesos vitales, combinando el enfoque clínico con una mirada humanista y profunda hacia el crecimiento interior.

Actualmente es directora de El Cercle Ibiza, una escuela ubicada en las afueras de Sant Josep dedicada principalmente a la formación en Terapia Gestalt y Terapia Corporal Integrativa. Desde allí, ofrece herramientas tanto para quienes desean formarse como terapeutas como para quienes buscan profundizar en su propio camino de autoconocimiento.

Charlamos con ella, entre otros asuntos, sobre su visión del acompañamiento terapéutico y sobre la necesidad, en un lugar tan especial como Ibiza, de cultivar la escucha y desmitificar la conciencia.

-Cristina, tú vienes de la psicología clínica, ¿cómo fue tu camino hasta llegar al mundo de la psicoterapia humanista y convertirte en directora del Cercle de Consciència?

-Mientras terminaba la carrera de Psicología quise formarme en Gestalt y combinar las dos visiones, la científica y la humanista. Me gustaba el enfoque científico, aunque me parecía que le faltaba humanidad, profundidad, creatividad, enseñar a estar frente a alguien siendo la persona que soy y no aparentando un rol. Y eso lo encontré en la Gestalt. Y como siempre me ha apasionado mi profesión, seguí formándome y actualizándome y ahí sigo hasta el día de hoy.

Hace 10 años vine a vivir a Ibiza, cuando me propusieron dar impulso a lo que ahora es el Cercle Eivissa. Vine para acompañar la primera promoción de la formación Gestalt en la isla. Entonces trabajaba en un entorno muy psiquiátrico, en una clínica de desintoxicación. Y salir de ahí me permitió lo que siempre he querido: desarrollar una práctica clínica a través del trabajo corporal, la mirada gestáltica, y distintos mapas teórico-prácticos que me permiten profundizar y orientar mi intervención desde un punto muy concreto: cada caso es un mundo y lo que le sirve a una persona es diferente de lo que le sirve a otra.

-¿Qué es exactamente el Cercle de Consciència y cómo nació la idea de fundarlo aquí en Ibiza?

-El Cercle de Consciència es una escuela que nació de la vocación de varios médicos, psicólogos y terapeutas de crear un espacio en el que poder acompañar y trabajar con la neurosis que nos define como humanos. Una vocación de profundizar e ir trascendiendo de alguna manera el estrechamiento de consciencia que nos va atravesando a lo largo de la vida. En el año 2000 de la mano de Toni Aguilar y Montse Coll se fundó, con el nombre de Espai Gestalt, un centro en Barcelona para trabajar en el cultivo de la consciencia.

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El Cercle claramente tiene como mentor a Claudio Naranjo, este psiquiatra chileno que ha ofrecido una visión tan particular de la neurosis humana. Una visión que tratamos de promover en nuestras formaciones y en la práctica como acompañantes de procesos individuales y grupales. Una de las bases de esta visión y que nos define es la de que en la medida en que nos trabajamos a nosotros mismos a través de un proceso psicoterapéutico, podemos aprender a facilitar ese proceso en otras personas.

La idea de crear el Cercle Eivissa surgió, resumidamente, a raíz de varias sinergias entre un terapeuta del Cercle y una persona que este acompañaba en terapia y que vivía en la isla.

Surgió la idea de promover en Ibiza una comunidad que trabajara la consciencia y también que pudiera aportar calidad profesional y seriedad. Y en 2015 empezamos con la primera promoción de la formación Gestalt.

-Eres terapeuta Gestalt y directora del Cercle, ¿cómo definirías la Gestalt para alguien que nunca ha oído hablar de ella?

-La Gestalt es una práctica diaria, un modo de vivir, una actitud que, cuando se aprende, permite ser más consciente de la forma cómo uno se vincula consigo mismo y con las demás personas. Es aprender a estar más presente, dándonos cuenta de que todo lo que hacemos y decimos tiene efectos sobre nosotros mismos y sobre los demás. Y a medida que vamos aprendiendo esto, cognitivamente y sobre todo sintiéndolo en el cuerpo, podemos ser más cuidadosos y responsables con nuestras formas de vincularnos.

Para eso hace falta una revisión profunda de cómo aprendimos a ser las personas que somos. Hacer un puente hacia nuestra historia de vida y ser conscientes de cómo nos hemos condicionado involuntariamente por el sistema familiar en el que crecimos, por el país donde nacimos, por los entornos donde nos hemos desarrollado. Es decir, indagar en todo eso que a lo largo de la vida nos ha ido limitando nuestra capacidad de ser auténticos.

La Gestalt también es acercarnos a eso que llamamos sombra. Mirar de frente lo que aprendimos a esconder. Esas partes de nosotros mismos que habitualmente no mostramos y reprimimos. En definitiva, diría que la Gestalt es el arte de conocerse y saberse incompleto. Y vivir conscientemente desde la humanidad que de ahí surge.

Foto de familia de un grupo de alumnos del Cercle de Consciència de Ibiza.
Foto de familia de un grupo de alumnos del Cercle de Consciència de Ibiza.

-En el Cercle también trabajáis con TCI. ¿Qué es y en qué se diferencia o complementa con la Gestalt?

-La Terapia Corporal Integrativa es un conjunto de herramientas y técnicas provenientes de distintas disciplinas. Es una forma de trabajar con y desde el cuerpo enfocada a aflojar esas tensiones en nuestros músculos que nos anestesian ante la capacidad de sentir y, por ende, ante la posibilidad de vivir de una manera más consciente y plena.

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Esta es una forma simple y genérica de explicarlo. El trabajo desde la TCI implica una intervención muy cuidadosa y que necesariamente ha de atender la diversidad de estructuras corporales y formas de ser. Hay que saber muy bien qué se hace, desde dónde y para qué.

Y hay que saber muy bien también frente a quién estoy. El trabajo corporal profundo, como el que hacemos en TCI, no le sirve a todo el mundo. Varias veces hemos tenido que orientar a alguna persona que quería entrar en TCI hacia otro tipo de proceso. Porque es potente lo que se abre a través del cuerpo y hay estructuras internas que necesitan otro tipo de abordaje.

-Nos has nombrado a Claudio Naranjo como gran referente de esta escuela. ¿Qué dirías que fue lo más transformador de su enseñanza?

-Lo que a mí me ha transformado a lo largo del programa SAT de Psicoterapia integrativa que él creó, es la profundidad del trabajo que propone. La mezcla de disciplinas y la visión transpersonal como eje transversal. Una propuesta muy particular.

También fue muy clave poder hacer tres de los 6 módulos del SAT con él. Escucharlo en persona y aprender directamente de su actitud y su forma sencilla. A mí nunca me resultó fácil sentir a alguien como “maestro” y la primera vez que comprendí qué era un maestro y lo sentí en el cuerpo fue con él, mientras hacíamos una práctica de meditación en un SAT 3. No me resulta fácil poner esto en palabras porque es algo íntimo, muy interno.

-¿Qué lugar ocupa el trabajo terapéutico en grupo dentro del Cercle? ¿Qué les aporta a las personas frente a un proceso individual?

-El principal trabajo terapéutico grupal que hacemos son las formaciones. Luego, hay profesionales colaboradores del Cercle que crean otros espacios grupales con un potencial terapéutico enorme: el espacio de danza, el de teatro, talleres puntuales y distintas propuestas creativas que van surgiendo.

El proceso que uno vive en y con el grupo dentro de las formaciones y durante los 3 años es muy potente. Complementa el proceso psicoterapéutico individual porque permite verse en relación con otras personas dentro de un contexto particular, desde una mirada concreta que posibilita el poder comprender y nombrar lo que sucede internamente y cómo sucede. Y luego llevar esto a la vida.

-Ibiza es una isla con una energía muy intensa, y también con muchas heridas emocionales. ¿Por qué crees que es importante que exista una escuela como el Cercle aquí?

-Me parece que estamos haciendo una labor importante de profesionalización del acompañamiento psicoterapéutico. A la vez, creo que desmitificamos el trabajo de consciencia y lo descondicionamos de una visión idealizada y “luminosa”, muy propias de la isla.

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El proceso de desarrollo personal es algo difícil, que cuesta tiempo, energía, dinero, deseo de indagar en lo desagradable de uno mismo. Y al ir transitando esto, claramente uno va encontrando esos lugares luminosos, más claros, dentro de sí. No podemos encontrar el alivio o el sosiego del alma si no trabajamos profundamente en nuestras sombras. Es una labor muy artesanal. Abrir la puerta de lo oscuro para aprender a usarlo sabiamente a nuestro favor. Asumiéndonos como seres incompletos y aprendiendo que cada uno hace lo que puede para encontrar su propia felicidad. Se trata de que podamos hacerlo de la forma más saludable y consciente posible, con nosotros, con los demás y con el planeta. En eso estamos.

-¿Qué tipo de personas suelen acercarse al Cercle? ¿Es solo para terapeutas o también para quienes están en un proceso personal?

-Generalmente se acercan personas interesadas en profundizar y aprender más sobre sí mismas. También otras que quieren formarse como acompañantes.

El Cercle recibe y acoge a cualquier persona interesada en esto y también que necesite ayuda para transitar algo que esté sucediendo en su vida y que no pueda gestionar sola.

-El mes pasado organizasteis un fin de semana de puertas abiertas en el Cercle. ¿En qué consistía y cómo valoras la experiencia?

-Las Jornadas de puertas abiertas son dos días en los que abrimos nuestro espacio de trabajo, en Sant Josep, para que las personas vengan y nos conozcan. Damos a conocer nuestras cuatro formaciones: Gestalt Integrativa, Terapia Corporal Integrativa, Transpersonal Integrativa (que está avalada por Claudio Naranjo) y Sexualidad Integrativa.

Y ofrecemos un taller de una hora y media desde cada una de ellas. Así la gente que viene puede comprender nuestra visión y experimentar nuestra forma de trabajar. Cada año la experiencia ha sido bonita y nutritiva. Varias personas después de asistir a esos espacios quieren formar parte del Cercle de alguna manera u otra. Creo que en las Jornadas se percibe el potencial transformador de lo que ofrecemos.

-¿Cuáles son tus expectativas para el Cercle de Consciència a medio y largo plazo?

-Seguir cultivando una forma abierta, sensible, consciente y profesional de existir en la isla. Seguir siendo una referencia de escuela de psicoterapia que acompaña a personas en sus procesos, que forma a profesionales del acompañamiento y que aúna la mirada clínica con una visión creativa, profunda y transpersonal del ser humano y de la vida.

Y seguir abiertos al misterio, creciendo y actualizándonos en función de lo que la vida y la isla nos traiga.

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