A Alba (26) le quedan pocos días en Ibiza, la isla donde llegó hace tres años procedente de Vigo. Como a tantas otras personas, la imposibilidad de encontrar una vivienda estable y a un precio que su bolsillo se lo permitiera le ha impulsado a volver a la Península. Su caso sería uno más de tantos; refleja cómo la crisis de vivienda impacta en forma especial en personas con discapacidad y sus familias, que sufren por el recambio en los prestadores de terapias.
Alba es integradora social y desde que llegó se dedicó a trabajar con decenas de niños y jóvenes con discapacidad. Se trata de tratamientos prolongados en el tiempo y que implican a personas en situación de vulnerabilidad. La construcción de un vínculo de confianza se vuelve esencial. Y, volver a construirlo, es un arduo trabajo.
“Cuesta mucho generar un vínculo con las familias y con los niños. Es una relación de confianza, y cortarla supone un gran perjuicio para ellos”, dice a La Voz de Ibiza.
Casos como el suyo preocupan a la Asociación de Personas con Necesidades Especiales de Eivissa y Formentera (APNEEF), que ha perdido una decena de profesionales en los últimos tres años a causa de las dificultades para conseguir una vivienda en la isla. Alba será la undécima.
“Hemos luchado mucho para tener una red de servicios y garantizar los derechos de las personas, de estos niños con discapacidad con los que trabajamos, para que tengan unos servicios concertados y garantizados y que estas familias puedan acceder a ellos”, se lamenta en declaraciones a La Voz de Ibiza Carmen Boned, la gerente de APNEEF.
Esta asociación sin ánimo de lucro, que trabaja para el desarrollo de infancias y adolescentes con discapacidad, ha lanzado recientemente una campaña en la que convoca a la ciudadanía a compartir información sobre alquileres disponibles, para evitar que más profesionales dejen Ibiza. O que más familias deban dejar sus terapias en APNEEF: en el mismo período han dejado la isla 23 familias. (Quienes quieran compartir información, pueden hacerlo al correo apneef@apneef.org, llamar al 971 317 360 o escribir un WhatsApp al 665 295 365)
“Es un trabajo de desarrollo personal de crecimiento, de habilitar capacidades y siempre tiene que haber como una conexión especial con el profesional”, señala Boned.
La gerente de APNEEF remarca que si bien siempre es difícil construir una relación de confianza con un profesional con el que se llevan adelante este tipo de tratamientos, “cuando la persona tiene una discapacidad, pues esto todavía es más complicado, el vínculo tarda más en crearse, porque hay dificultades añadidas en este proceso de desarrollo».
En la misma línea, Alba, que actualmente trabaja con una veintena de familias, pero que lo hizo con muchas más en años previos, cuenta que “las familias con un integrante con diversidad funcional están en un estado de muchísima vulnerabilidad. En general, el entorno no les comprende, no hay sistemas de apoyo ni lugares de refugio, de desahogo. Solo hay personas que les acompañamos en su proceso e intentamos darles herramientas para una vida digna. Y conseguir una continuidad cuando hay tantos cambios en el entorno es muy difícil. Ellos tampoco aceptan muy bien tantos cambios” Es por eso que cuesta tanto generar el vínculo.
“Entonces, es un trabajo muy continuo por parte de ambas partes, de comunicación, de empatía, de comprensión”, concluye.
Una manera de trabajar
Boned también señala que la partida de profesionales implica un retroceso porque “cuando llega una persona a nuestra entidad, tiene que aprender nuestras metodologías, nuestra forma de trabajo. También necesita un tiempo de adaptación, un tiempo para conocer todo, para conocer a los usuarios”.
Alba coincide: “Yo trabajo en red con mis compañeras. Tenemos una forma de trabajar, de enfocar los casos, cada una desde su área. Cuando entra otra persona tienes que volver a ajustar. Y a los niños les cuesta mucho luego vincular eso y seguir una línea terapéutica. Todo tiene sus procesos”.
Una crisis estructural
Boned reconoce que “se está haciendo un esfuerzo muy grande desde las administraciones públicas”. En el caso de APNEEF, recibe ayudas del Govern Balear para mejorar los salarios, “pero la vivienda sigue siendo un problema”.
“El mes que viene no podré estar en donde alquilo actualmente y no puedo permitirme pagar un alquiler de 1.000 euros. Y, aunque pudiera, ahora mismo tampoco los hay porque además estamos en plena temporada y lo más barato que te ofrecen es un estudio de 1.400 euros en San Antonio. Y no es una vivienda estable”, ilustra Alba. “Dedicar dos terceras partes de tu sueldo a pagar un alquiler es insostenible, no puedes vivir”, dice. Y remarca: “No es una cuestión de preferencia, es que no puedes. Me está costando mucho dejar todo lo que tengo aquí, todo lo que he construido aquí, incluido mi trabajo”.
Dejar el hogar
Entre la decena de profesionales que dejaron APNEEF e Ibiza a causa de la emergencia habitacional están Juan y Fran, un matrimonio de psicólogos que abandonaron la isla con un mes de diferencia, entre finales del 2023 y principios del año pasado. Y que sentían que Ibiza era su hogar.
“Vivíamos en un piso de una habitación. Iniciamos un proceso de adopción y se nos requería una vivienda de más de una habitación. No pudimos encontrar nada que se adecuase a nuestro sueldo de aquel momento”, cuenta Juan a La Voz de de Ibiza desde Córdoba, donde ahora reside con Fran. Allí, por lo que pagaban una habitación en Ibiza, ahora alquilan una vivienda de tres habitaciones.
“Al principio, llegamos a la isla como algo temporal, pero echamos raíces y lo consideramos nuestro hogar. Estuvimos cerca de dos años buscando vivienda para poder adoptar”, añade Fran.
Parte de esa sensación de hogar, dice estaba dada por el espacio en el que trabajaba. “En APNEEF no encontré solo un trabajo sino un gran equipo con unas compañeras increíbles que me hacían disfrutar todavía más de mi trabajo. Realmente me afectó bastante el tener que decir adiós a Ibiza, a nuestro hogar, y a estas compañeras”.
Juan señala que la partida de ambos, “afectó a APNEEF como entidad, porque fuimos dos profesionales que dejamos la asociación en poco más de un mes. Pero obviamente impactó mucho también a las personas con discapacidad. Yo llevaba no menos de 20 casos de distintos usuarios que, de la noche a la mañana, se quedaron sin terapia hasta que hubiese una nueva contratación”.
“Nosotros iniciamos objetivos personales con cada persona con la que trabajamos. Obviamente, los puede seguir otro profesional. Pero mientras tanto, ese objetivo queda en stand by”, concluye Juan.
Fran lo resume así: “Para estos chicos y chicas la situación implica el estar en continua despedida, ya que el movimiento de profesionales es constante, con todo lo que conlleva: el empezar de nuevo con las intervenciones, el no querer crear vínculos muchas veces porque tienen como certeza que su terapeuta tarde o temprano se va a ir, el duelo si han conseguido crear vínculo, el retroceder en los progresos que hayan podido conseguir, el no tener un entorno predecible que tanto necesitan en su día a día”.