El Mar Balear afronta un inicio de julio con temperaturas nunca vistas para esta época del año. La boya de sa Dragonera, frente a la costa de Mallorca, ha batido un nuevo récord al registrar 30,55 ºC el pasado 30 de junio, el valor más alto medido en un mes de junio desde que existen registros, según datos de Puertos del Estado. Esta misma boya ya ostenta el récord absoluto anual, con 31,87 ºC alcanzados en agosto de 2024.
Una anomalía marina sin precedentes
No es un dato aislado: la temperatura media del Mar Balear fue este martes, 1 de julio, de 27,89 ºC, casi cinco grados por encima de su promedio histórico para esta fecha (1982-2015). La isla Cabrera marcó 28,12 ºC, mientras que la boya de Maó, en Menorca, igualó su máximo mensual con 29,31 ºC. En el resto del Mediterráneo y el Cantábrico, las boyas costeras y de aguas profundas también alcanzaron máximos históricos, confirmando la magnitud de esta ola de calor marina.
Noches tropicales y un mar convertido en “combustible”
Este mar “anormalmente caliente” no solo alimenta la proliferación de noches tropicales y tórridas, sino que también eleva el riesgo de supertormentas. Según advierten meteorólogos y oceanógrafos, cuando la superficie del agua supera ampliamente los 26 ºC, aumenta la evaporación y la transferencia de energía a la atmósfera, creando las condiciones ideales para tormentas más virulentas, con granizo de gran tamaño y lluvias torrenciales, como ya ocurrió en agosto de 2022.
Mediterráneo en transformación
Bajo la superficie, la situación apunta a un cambio de ecosistema cada vez más evidente. El Institut de Ciències del Mar alerta de la llegada de peces tropicales, como el pez loro, a zonas donde antes era imposible encontrarlos, y de una proliferación temprana de medusas, cuyo ciclo vital se acelera con el calor. Además, corales y praderas de posidonia, clave para la salud marina de Ibiza y Formentera, sufren mortalidades masivas al no resistir el calentamiento constante.
Un problema crónico y sin tregua
Los registros del SOCIB confirman que el Mar Balear ha aumentado su temperatura una media de 0,4 ºC por década desde 1982, mientras que la AEMET señala que junio de 2025 ha sido el más caluroso y seco en Balears desde 1961. El Mediterráneo se calienta un 20 % más rápido que la media mundial, dejando cada vez menos margen para la regeneración natural entre inviernos suaves y veranos extremos.
Hacia un verano de récords
Los modelos apuntan a que si esta tendencia continúa, 2025 podría superar a 2022 como el verano más caluroso jamás registrado. El mar, convertido en una “piscina abierta” que actúa como combustible climático, redefine el equilibrio de la costa Balear y deja claro que el cambio climático ya no es una amenaza a futuro: es una realidad que se siente en cada boya, cada tormenta y cada noche tropical.