Quién fue Emilio Rodríguez Menéndez, el abogado de los mayores escándalos judiciales de España
Su carrera como abogado estuvo marcada por grandes juicios y polémicas públicas. Con su muerte, se cierra el capítulo de un personaje que supo moverse entre la ley, el poder y la fama.
El abogado Emilio Rodríguez Menéndez ha fallecido en Madrid a los 75 años tras varias semanas ingresado en el Hospital Central de la Cruz Roja.
Con su muerte se cierra una de las trayectorias más controvertidas del panorama judicial español, marcada por casos mediáticos, huidas internacionales y una vida personal tan intensa como su carrera en los tribunales.
Durante décadas, Rodríguez Menéndez fue un nombre familiar en los titulares de prensa. Se movía con soltura entre el derecho, el espectáculo y el escándalo, defendiendo a algunos de los personajes más conocidos (y polémicos) de la crónica judicial española.
Del despacho al escándalo: una vida entre juicios mediáticos
El abogado Menéndez falleció a los 75 años
Nacido en Madrid en 1952, Rodríguez Menéndez se ganó fama en los años ochenta y noventa por representar a figuras tan dispares como El Dioni, el vigilante que robó un furgón blindado en 1989, o “la Dulce Neus”, protagonista de un mediático caso de asesinato. También fue abogado de los policías condenados por la desaparición de Santiago Corella, conocido como “El Nani”.
Con el estilo directo y un afán de protagonismo se convirtió en un rostro habitual en los medios, y a menudo se decía que disfrutaba tanto del foco mediático como de la batalla judicial.
Pero ese mismo magnetismo lo llevó a protagonizar sus propias controversias: en 2008 huyó de España y se refugió en Argentina para eludir a la justicia. Regresó años después, cuando algunos de los delitos por los que se le buscaba ya habían prescrito.
Condenas, huidas y un perfil que desafiaba los límites
La vida de Rodríguez Menéndez parecía sacada de una novela de abogados sin miedo al riesgo: fue condenado por estafa agravada en un negocio de compraventa de petróleo en Argentina, por el que la Audiencia Provincial de Madrid le impuso cuatro años de prisión.
También fue sentenciado por usurpación de funciones e intrusismo profesional, y en otro caso, por difundir un vídeo íntimo del periodista Pedro J. Ramírez, un episodio que lo colocó en el centro de un escándalo nacional.
Sin embargo, lejos de esconderse, el abogado aprovechó cada polémica para reforzar su figura pública. Durante los años 2000 incluso intentó dar el salto a la política, presentándose a las elecciones municipales de La Línea de la Concepción con un pequeño partido llamado Partido Socialista de la Justicia (PSJ). No logró representación, pero sí confirmó su habilidad para permanecer en el foco.
Escándalos románticos: entre Mila Ximénez, montajes mediáticos y el intento de asesinato
La vida sentimental de Rodríguez Menéndez fue tan convulsa como su carrera profesional. A lo largo de los años se le atribuyen al menos siete matrimonios, muchos de ellos simultáneos, lo que lo llevó a estar implicado en casos de bigamia.
En sus primeros años, se casó con Pilar Marqueta, madre de sus hijos, quien lo denunció por malos tratos en 1974. Ya de estudiante, contrajo nuevas uniones sin haber disuelto las anteriores, alimentando rumores y críticas.
Entre sus relaciones más mediáticas figura su affaire con Mila Ximénez, de carácter breve pero altamente publicitado, que alimentó su fama en la prensa rosa. También se vinculó públicamente con Nuria Bermúdez, declarando en algún momento que su vínculo habría sido más que una simple relación, aunque llegó a admitir que parte del montaje fue diseñado para ganar notoriedad y visibilidad.
Emilio Menéndez y Laura Fernández
Se le relacionó además con Sonia Moldes y Malena Gracia; esta última demandó una de sus propias revistas, dirigida por Rodríguez Menéndez, por insinuaciones sobre su vida privada.
El episodio más extremo de su turbulenta vida privada ocurrió en 1999, cuando su esposa Laura Fernández intentó asesinarlo. Ella planeó el ataque con un cómplice, ofreciendo recompensas materiales y sexuales como pago por cometer el crimen.
El intento se consumó cuando él regresaba a su residencia en Las Rozas y solo su escolta logró evitar que resultara herido. Fernández fue posteriormente condenada a 12 años y medio de prisión por aquel acto.
Más allá de los escándalos y las condenas, su trayectoria refleja una época del periodismo y la justicia donde los límites entre lo profesional y lo mediático eran cada vez más difusos. Para muchos, fue el reflejo de un sistema judicial que aprendía a convivir con la exposición pública; para otros, un personaje excesivo que nunca dejó de desafiar las normas.