La salud mental se ha convertido en uno de los grandes desafíos del sistema educativo español. Un estudio elaborado por Fundación MAPFRE y Siena Educación, titulado El Estado de la Salud Mental en el Aula 2025, refleja un panorama en el que el malestar emocional de los adolescentes y el agotamiento docente se retroalimentan.
El informe, basado en respuestas de profesores de todo el país, muestra que un 31 % de los docentes padece estrés, un 24 % reconoce falta de motivación y un 21 % admite irritabilidad constante.
Este cansancio emocional tiene un efecto directo sobre la capacidad de detectar problemas entre los alumnos: la mitad de los profesores afirma que su carga mental reduce más del 50 % su capacidad para identificar señales de alarma.
Ansiedad y depresión, los males que dominan el aula

Los profesores coinciden en que la ansiedad es el problema más frecuente entre los estudiantes, presente en casi el 85 % de los casos detectados. A continuación se ubican el estrés (48 %), la depresión (36 %) y las conductas autolesivas (28 %), además de episodios de bullying y adicciones emergentes.
Este escenario, según el estudio, refleja un cambio en la naturaleza del malestar juvenil: las preocupaciones académicas ya no son el centro del problema, sino los conflictos emocionales y sociales que los alumnos llevan al aula.
Los docentes destacan también la aparición de trastornos alimentarios, fobia escolar, duelo y precariedad económica familiar, señales de un malestar que se manifiesta en múltiples planos.
Familia y redes sociales, las causas más señaladas

En cuanto a los factores que originan este deterioro, el 60 % del profesorado apunta a los conflictos familiares y el 57 % a las redes sociales como los detonantes más influyentes. Ambos factores superan ampliamente a la presión académica o al clima escolar, considerados secundarios.
El consenso es casi total en torno al efecto perjudicial de las plataformas digitales: el 98 % de los docentes cree que las redes sociales afectan negativamente el bienestar emocional del alumnado, y el 72 % asegura que generan baja autoestima e inseguridad, además de promover estándares de belleza irreales y dificultades para manejar emociones.
Los profesores también advierten que los estilos parentales extremos (ya sean excesivamente autoritarios o permisivos) están presentes en el 86 % de los casos, y que la separación de los padres aparece como un factor sintomático en el 77 %.
Falta de formación y tiempo: las grandes barreras del profesorado

A pesar de la creciente sensibilidad ante el problema, ocho de cada diez docentes afirman no tener tiempo suficiente para abordar el bienestar emocional en clase, y seis de cada diez reconocen no contar con la formación necesaria.
El informe señala, sin embargo, un consenso amplio sobre la necesidad de actuar: el 94 % de los docentes considera esenciales los protocolos de salud mental y reclama más recursos humanos y formación práctica para su implementación.
También destacan el deporte como la actividad más efectiva para reducir el estrés (63 %), muy por encima de opciones como el arte o el voluntariado.
Un reto compartido por toda la comunidad educativa
El estudio concluye que la salud mental en el aula es un reto transversal que exige una respuesta colectiva. Profesores, familias y administraciones deben coordinar esfuerzos para que los centros educativos sean espacios emocionalmente seguros.
“La ansiedad, la depresión y la desmotivación no son fenómenos aislados: son el reflejo de un sistema saturado que necesita recursos, tiempo y formación”, advierte el psicólogo. “Si no cuidamos la salud emocional de quienes educan, tampoco podremos cuidar la de quienes aprenden”.









