La NASA ha confirmado que el cometa interestelar 3I ATLAS, que proviene de fuera de nuestro sistema solar, está liberando vapor de agua.
Gracias al telescopio espacial Neil Gehrels Swift Observatory, los científicos han detectado emisiones de hidroxilo (OH), una señal indirecta de agua desde este objeto, lo que lo convierte en un extraordinario mensajero cósmico.
Aunque ya se habían observado fugas de agua en otros cometas del sistema solar, lo sorprendente en este caso es que 3I ATLAS presenta dicha actividad cuando aún se encuentra a gran distancia del Sol, en una zona donde normalmente el hielo no se sublima con tanta intensidad.
Este comportamiento inesperado sugiere que su composición y origen difieren considerablemente de los cometas habituales.
Una ventana hacia sistemas estelares remotos
Al ser solo el tercer objeto interestelar confirmado, 3I ATLAS ofrece a los astrónomos la rara oportunidad de estudiar materiales nacidos alrededor de otras estrellas. Los datos recabados apuntan a que el cometa podría tener una mezcla de compuestos volátiles poco habitual y que su núcleo quizá se formó en un entorno muy diferente al de la Tierra.
Por ejemplo, los estudios indican que su nivel de emisión de agua alcanza decenas de kilogramos por segundo, una tasa comparable a la de una manguera contra incendios, aunque aún se encuentra muy lejos del Sol para que se explique solo por calor solar directo.
¿Qué significa este hallazgo para la ciencia?
Detectar agua, o al menos sus rastros químicos, en un cuerpo que no pertenece a nuestro sistema solar representa un hito. El hallazgo refuerza la idea de que los bloques esenciales para la vida, como el agua, podrían no ser exclusivos de nuestro entorno estelar: investigadores señalan que cada uno de estos viajeros interestelares cambia nuestra comprensión sobre la diversidad y la historia de los sistemas planetarios.
A su vez, el comportamiento atípico de 3I ATLAS (su producción temprana de vapor de agua, su gran velocidad y composición peculiar) desafía los modelos tradicionales de cometas. Estudiarlo permitirá comparar sus características con las de los cometas del sistema solar y, quizás, replantear teorías sobre el origen del agua en planetas como la Tierra.
