En el marco del 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la hija de Ana Orantes (la mujer cuyo testimonio televisivo marcó un antes y un después en España) ha vuelto a alzar la voz. Raquel Orantes ha lanzado un mensaje contundente sobre la realidad de la violencia machista casi tres décadas después del asesinato de su madre, advirtiendo que “hay muchísimas más Ana Orantes”: mujeres que permanecen calladas por miedo y otras que, como su madre, se atrevieron a denunciar públicamente.
Su intervención tuvo lugar durante un acto organizado por el Ilustre Colegio de Abogados de Valencia (ICAV), donde recordó que, pese a los avances legales y sociales desde aquel crimen que conmocionó al país, aún persisten discursos que intentan minimizar o negar la violencia de género: “Nos niegan como víctimas, como hijos e hijas, y pretenden devolvernos a la etiqueta de ‘violencia doméstica’”.
Quién es Raquel Orantes y por qué su voz sigue siendo imprescindible
Raquel Orantes ha convertido la memoria de su madre en una herramienta de lucha contra la violencia machista. En el acto celebrado por el ICAV (bajo el lema “Rompiendo el miedo: Voces para la libertad”) explicó que ella misma es víctima de violencia vicaria, una forma de maltrato que afecta directamente a los hijos e hijas de mujeres agredidas.
Acompañada por juristas y especialistas como la magistrada Helena Amorós, autora del libro “Hijas del miedo”, Raquel destacó que siguen existiendo obstáculos y prejuicios que silencian a las víctimas: “No ayuda que haya quienes intentan negar lo que vivimos. Yo sufrí violencia vicaria y mi madre violencia de género. No reconocerlo nos vuelve a poner en peligro”.
Su papel, asegura, es mantener viva la historia de su madre para que no se repita: “La voz de Ana Orantes no se apagará mientras haya una sociedad que no mire hacia otro lado”.
El testimonio televisivo que cambió España
Ana Orantes fue asesinada el 17 de diciembre de 1997 por su exmarido, trece días después de relatar en televisión décadas de maltrato físico y psicológico. La entrevista, emitida en Canal Sur, reveló una vida marcada por el control, el aislamiento y los intentos fallidos de separarse debido a un sistema judicial que entonces no protegía a las víctimas.
Raquel recordó que su madre “compartió una vida arrebatada”, sometida desde los 19 años a un maltratador que llegó a desplazar repetidamente a la familia para alejarla de cualquier red de apoyo. Incluso en 1986, cuando Ana intentó separarse, un juez se lo negó, obligándola a volver a vivir con su agresor junto a sus hijos.
No fue hasta 1997 cuando logró formalizar la separación… pero una resolución judicial obligó a la expareja a vivir en viviendas del mismo edificio, separadas solo por un piso. Ese detalle fue determinante: su asesino solo tuvo que subir una planta para perpetrar el crimen.
Raquel subrayó que, durante el último año de vida, su madre experimentó por primera vez una sensación de libertad real: “Pudo tomar un café sin miedo, salir sin mirar el reloj. Esa libertad le costó la vida”.
Lo que ha cambiado (y lo que aún falta) desde el crimen que marcó un antes y un después
El asesinato de Ana Orantes fue determinante para que años después, en 2004, España aprobara la Ley Integral contra la Violencia de Género, considerada pionera en el mundo. Para Raquel, ese cambio legislativo es el único consuelo que quedó tras la pérdida de su madre.
Aun así, advierte de que “queda mucho por avanzar”. Insiste en reforzar la formación especializada, mejorar la detección del riesgo y mantener la perspectiva de género como criterio obligatorio en la actuación de jueces, fiscales y cuerpos de seguridad.
La magistrada Helena Amorós, también presente en el acto, coincidió en que los avances logrados están hoy amenazados por discursos negacionistas que cuestionan la existencia de la violencia de género: “No podemos bajar la guardia”.
