Justo cuando la calma parecía volver al estudio del objeto interestelar 3I/ATLAS, Avi Loeb, astrofísico de Harvard y conocido defensor de la hipótesis extraterrestre, ha vuelto a situar al cometa en el centro de un nuevo huracán científico. Loeb asegura haber identificado una “nueva anomalía extraordinaria”, reabriendo el debate sobre la naturaleza del tercer objeto interestelar detectado hasta la fecha.
Como viene haciendo desde hace meses, Loeb publicó sus observaciones y reflexiones en Medium, donde analiza cada cambio, cálculo o dato que considera relevante para la comunidad científica. En esta última actualización, el astrofísico vuelve a plantear un escenario que ha generado polémica desde el primer día: la posibilidad de que 3I/ATLAS no sea un cometa, sino una nave nodriza extraterrestre.
“Supongamos que es una nave nodriza…”: el planteamiento que reaviva la polémica
En el artículo que ha dado pie a la discusión, Loeb propone sin rodeos un ejercicio especulativo: «Supongamos, hipotéticamente, que el objeto interestelar 3I/ATLAS es una nave nodriza diseñada para sembrar Júpiter con dispositivos tecnológicos. ¿Cuál sería la mayor distancia desde Júpiter a la que debería llegar este jardinero interestelar?»
Con esta pregunta como punto de partida, el astrofísico desarrolla un argumento basado en cálculos astronómicos sobre el radio de influencia gravitacional de Júpiter, conocido como radio de Hill. Según explica, es en ese espacio donde un objeto podría depositar tecnología sin ser expulsado por la fuerza gravitatoria del Sol.
Loeb señala que este radio será de 53.502 millones de kilómetros el 16 de marzo de 2026, una distancia prácticamente idéntica a la mínima prevista para el cometa: 53.445 millones de kilómetros. Para él, esa coincidencia, aunque estadísticamente posible, es también una ventana hacia algo más intrigante.
La anomalía registrada por la NASA: el punto clave
A finales de octubre, se detectó una desviación inesperada en la trayectoria de 3I/ATLAS. El ingeniero de navegación del JPL de la NASA, Davide Farnocchia, observó que el objeto se había apartado «cuatro segundos de arco en ascensión recta» del camino que debería haber seguido bajo la única influencia gravitatoria del Sol.
Loeb interpreta esa desviación como una posible maniobra: «Si 3I/ATLAS es de origen tecnológico, podría haber ajustado su trayectoria con la ayuda de propulsores para llegar al radio de Hill de Júpiter».
Una ventana de invisibilidad y posibles maniobras
Otro argumento que Loeb introduce es que la desviación coincidió con un periodo crítico: el cometa estaba oculto tras el Sol, lo que impidió un monitoreo continuo desde la Tierra. Para él, eso abre la puerta a lo inesperado: maniobras no detectadas o incluso la liberación de dispositivos tecnológicos.
Aunque la comunidad científica considera estas afirmaciones altamente especulativas, Loeb argumenta que su planteamiento es un ejercicio teórico válido y que la única forma de descartarlo con certeza será observar qué sucede en la órbita de Júpiter cuando el objeto se acerque.
¿Tecnología cerca de Júpiter?
Loeb remata su artículo con una idea que, si bien es hipotética, capta la atención por su simbolismo: «Si encontramos satélites tecnológicos de Júpiter que no hayamos enviado, implicaría que Júpiter es de interés para una civilización extraterrestre».
«No encontrar dispositivos similares cerca de la Tierra podría ser decepcionante, ya que sugeriría que nuestro invitado interestelar no está interesado en nosotros. No solo no estamos en el centro del sistema solar, sino que tampoco somos el centro de atención de nuestro vecindario cósmico. Esto sería un golpe para nuestro ego», concluyó.
