La segunda de las tres cenas de gala previstas este trimestre en el Palacio Real dejó una estampa marcada por la elegancia, la tradición y varios detalles simbólicos. Los Reyes recibieron este miércoles al presidente de la República Federal de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, y a su mujer, Elke Büdenbender, en una velada que combinó referencias históricas, alta gastronomía y música inesperada para homenajear a la delegación alemana durante su viaje de Estado a España.
Una tiara histórica vuelve a la escena pública
La expectación giraba en gran parte en torno al estilismo de Doña Letizia, que llevaba seis años sin lucir la pieza que anoche se convirtió en protagonista: la tiara Cartier. Guardada desde 2018, la Reina recuperó esta joya de enorme valor simbólico. La pieza, un diseño francés montado por la española Ansorena, fue un regalo de la emperatriz Eugenia de Montijo a Victoria Eugenia, pero no pertenece al lote de joyas de pasar. El Rey Juan Carlos se la compró a María Cristina de Borbón para que continuara en el joyero real.
Para completar el look, Doña Letizia optó por los pendientes de chatones, estos sí pertenecientes a las joyas de pasar que Victoria Eugenia dejó destinadas a las reinas de España. El conjunto devolvió al salón la estética más clásica y solemne de la monarquía en actos de alto protocolo.
Un menú Michelin firmado por Paco Roncero
El banquete oficial llevó el sello del chef Paco Roncero, encargado del menú degustación servido a los invitados. La propuesta combinó producto español con técnicas contemporáneas, empezando por salazones con licuado de apio, queso manchego y tomates confitados. A continuación, se sirvió lubina con beurre rouge y alcachofas y, como cierre, una elaboración dulce de remolacha con frutos rojos y cremoso de regaliz.
El convite, que se prolongó cerca de una hora, estuvo acompañado por la unidad de música de la Guardia Real. Entre los temas interpretados sonó una pieza inesperada para una gala internacional: «Noelia», de Nino Bravo, un guiño musical que sorprendió y agradó al conjunto de los presentes.
Un día completo de actos institucionales
La cena puso punto final a una jornada especialmente intensa para los Reyes, que desde la mañana acompañaron a Steinmeier y Büdenbender en diversas actividades oficiales. Además de los encuentros institucionales, hubo también un intercambio de obsequios cuidadosamente seleccionados para simbolizar la estrecha relación entre ambos países.
La Casa Real detalló que los Reyes entregaron al matrimonio presidencial una selección de seis botellas de aceite de oliva virgen extra ganadoras del premio Alimentos de España del ministerio de Agricultura. Junto a ello, se incluyó también el libro Light of Spain.
Don Felipe ofreció a su homólogo alemán la obra Trails, del artista Cachito Valdés, mientras que la primera dama recibió una capa de paño confeccionada en tejido de lana reciclada certificada de color blanco y un juego de neceseres fabricados en piel 100% bovina. La correspondencia institucional llegó de inmediato: el Rey recibió una obra de arte náutica de la artista Heinke Böhnert de Hamburgo y la Reina, una pirámide de navidad con cuatro plantas de una producción tradicional de los Montes Metálicos de Alemania.
Una velada que combina tradición y diplomacia cultural
La gala refleja, una vez más, el papel del Palacio Real como escenario de diplomacia cultural y simbólica. La recuperación de una joya histórica, la participación de un chef español de prestigio internacional y un inesperado momento musical resumen una velada que mezcló tradición, modernidad y cercanía entre ambos países.
Con esta cena, los Reyes concluyen el segundo de los tres grandes actos de gala previstos para este trimestre, en un momento de intensa actividad institucional marcada por visitas de alto nivel y gestos que buscan reforzar la presencia de España en el ámbito internacional.
