RECUERDOS DEL COVID

¿Vuelven los confinamientos a las escuelas del Reino Unido? La decisión del Gobierno ante la ola de brotes por la ‘gripe agresiva’

Una mutación de la gripe estacional ha provocado cifras récord de hospitalizaciones y cierres temporales de centros educativos, en medio de una creciente tensión política y sanitaria

Niños en el aula en su primer día de clase tras la vacaciones de verano, a 10 de septiembre de 2024.
Niños en el aula.

El “confinamiento” ha vuelto a sobrevolar las escuelas de Reino Unido, pero esta vez no por el COVID‑19, sino por una mutación agresiva de la gripe estacional, la subvariante H3N2 subclado K, que ha dejado cifras récord de ingresos hospitalarios y ha obligado a varios centros a cerrar temporalmente. El caso más llamativo se ha producido en St Martin’s, en Caerphilly (Gales), donde más de 250 alumnos y miembros del personal han enfermado de forma simultánea.

Lo que podría haber parecido una respuesta sanitaria rutinaria se ha transformado rápidamente en un asunto de máxima sensibilidad política. Nada relacionado con la educación se analiza ya en Reino Unido sin el peso de aquello que la pandemia de COVID dejó como legado: fractura social, desgaste emocional y un trauma institucional que Downing Street intenta evitar con todas sus fuerzas.

La postura del Gobierno y la presión política

El Gobierno ha señalado que las escuelas no deben cerrar salvo en “circunstancias extremas”. Ese mensaje estaba dirigido tanto a las comunidades educativas como a una opinión pública inquieta por una situación que recuerda, “peligrosamente”, a los primeros meses de 2020, cuando las escuelas cerraron por completo en medio de la pandemia de COVID.

Un portavoz del Ejecutivo insistió en la importancia de mantener las aulas abiertas: “La asistencia a clase es crítica para las oportunidades de vida de los niños”. A la vez, advirtió que “los cierres deben ser la última opción”, mezclando datos sanitarios con advertencias veladas y una evidente ansiedad política ante la posibilidad de repetir medidas drásticas.

Un virus más contagioso, pero con vacuna eficaz

La subvariante H3N2 subclado K ha provocado un repunte súbito y generalizado de síntomas gripales: vómitos, fiebre alta, diarrea, dolor de cabeza y agotamiento han sido descritos con frecuencia entre los pacientes. Esta agresividad ha llevado a un aumento sin precedentes de hospitalizaciones en esta época del año: 1.717 pacientes de media cada día a finales de noviembre, el registro más alto desde que existen series comparables.

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Los expertos han explicado que el virus “ha derivado ligeramente este año”, lo que aumenta su capacidad de contagio. A pesar de ello, la eficacia de la vacuna se mantiene dentro de los márgenes habituales, lo que tranquiliza parcialmente a las autoridades sanitarias. No se trata de una variante descontrolada, pero sí de una temporada temprana y agresiva, en un contexto en el que el Servicio Nacional de Salud (NHS) ya está desbordado por huelgas, saturación estructural y escasez de personal.

Reactivación de medidas: del aula a la cancelación de actividades

Ante la presión que ha supuesto el aumento de casos, algunos directores han reactivado mecanismos implantados durante la pandemia. Se han cancelado clases, suspendido asambleas e incluso cancelado actuaciones navideñas. Las imágenes de estudiantes abandonando centros parcialmente cerrados han dominado las televisiones locales y alimentado la narrativa del ‘déjà vu’.

En St Martin’s, con más de 250 casos, su director, Lee Jarvis, ordenó un cierre preventivo para realizar una desinfección profunda y reducir riesgos: “(Queremos) romper la cadena de contagios”, justificó Jarvis, describiendo un escenario de “brotes significativos”.

Temores en Downing Street y heridas abiertas de la pandemia

Aunque la competencia sanitaria en Reino Unido está descentralizada, el Gobierno central, liderado por Keir Starmer, teme que una escalada de cierres escolares regionales pueda interpretarse como un retorno a un modelo que el país ha revisado críticamente en los últimos dos años. La COVID Inquiry, investigación oficial sobre la gestión de la pandemia, concluyó que las clausuras educativas “detuvieron en seco la infancia ordinaria” y “podrían haberse evitado completamente” si se hubiera actuado antes y con mayor coherencia estratégica.

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La preocupación del Ejecutivo no es únicamente sanitaria, sino también política, social y económica. Estudios posteriores al confinamiento han mostrado un deterioro en la salud mental, la interacción social y el desarrollo del lenguaje de niños y adolescentes, especialmente en los sectores más vulnerables. Un informe de la Universidad de Edimburgo, el mayor hasta la fecha, asocia los meses de cierre con un aumento del 6,6% en trastornos del desarrollo en bebés y niños pequeños. El impacto intergeneracional es una de las grandes preguntas que ahora afronta Downing Street.

Debate público: ¿prudencia sanitaria o histeria institucional?

En este clima de incertidumbre, las opiniones públicas y políticas se han tornado encontradas. Figuras conservadoras como Jacob Rees‑Mogg han acusado a algunas escuelas de “repetir la locura del Covid por un poco de gripe”, alimentando la polémica. Para la oposición, la línea que separa la prudencia sanitaria de la “histeria institucional” es muy fina, y los centros educativos deben evitar decisiones “sobreactuadas” que puedan agravar la ansiedad social en pleno invierno.

Mientras tanto, en otras zonas del país, las medidas han sido menos drásticas pero igualmente reveladoras del ambiente de cautela. En Leeds, el colegio Wigton Moor limitó el canto en los ensayos de los espectáculos navideños tras registrar que uno de cada seis alumnos había enfermado en la última semana. En Somerset, el Danesfield Middle School cerró temporalmente debido a un brote de norovirus. Y en Irlanda del Norte, la Ebrington Primary School describió la situación como “volver a los tiempos del Covid”, con 170 estudiantes ausentes en un solo día.

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La posición de los sindicatos educativos

Los sindicatos educativos han adoptado una postura prudente, conscientes de que los cierres escolares todavía generan fuertes reacciones. La Association of School and College Leaders ha respaldado que los directores tomen decisiones “difíciles” cuando no haya alternativa para garantizar la seguridad, pero ha evitado hacer llamados a cierres generalizados, dada la carga reputacional y social que todavía arrastran desde 2020.

NHS bajo presión y el escenario invernal por delante

El temor en Downing Street es que el aumento de contagios, unido a la presión hospitalaria, coincida con la huelga de médicos residentes, anunciada para la semana previa a Navidad, en lo que puede convertirse en la tormenta perfecta para el NHS. Los hospitales ya han activado protocolos de mascarillas en zonas de riesgo y advierten que podrían tener entre 5.000 y 8.000 camas ocupadas por pacientes con gripe en los próximos días, superando holgadamente el pico del invierno pasado.

Un invierno complicado, no una emergencia nacional

Pese a las cifras y la actividad de los centros educativos, el Gobierno insiste en que el país no está ante un escenario de emergencia nacional, sino frente a un invierno complicado en el que la gestión del miedo será casi tan importante como la gestión del virus.

La situación de las escuelas británicas durante esta ola de gripe agresiva plantea interrogantes clave sobre cómo equilibrar la salud pública, la educación y el bienestar de toda la comunidad. Para muchos, el desafío no es sólo médico, sino también recordar las lecciones del pasado sin repetir los errores más controvertidos de la pandemia.

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