Eduardo Casanova ha decidido hablar. El actor y director ha anunciado públicamente que tiene VIH, una revelación personal que ha hecho a través de sus redes sociales y que llega acompañada de un mensaje claro contra el estigma que todavía rodea a esta infección. Su testimonio pone el foco no solo en su experiencia personal, sino también en la realidad actual del VIH, muy distinta a la de hace décadas gracias a los avances médicos.
“Tengo VIH. Hoy rompo este silencio tan desagradable y doloroso después de muchísimos años. Un silencio que guardamos y sufrimos muchísimas personas con VIH. Lo hago cuando yo quiero. Cuando yo puedo. Lo hago por mí, pero deseo que esto pueda ayudar a más gente”. Con estas palabras, Eduardo Casanova explicó por qué ha decidido dar este paso ahora y hacerlo desde un espacio de control personal.
El actor ha anunciado además que está preparando un documental con el objetivo de contribuir a acabar con el estigma que sigue rodeando al VIH, un estigma que, como señalan los especialistas, es uno de los grandes obstáculos para el diagnóstico precoz y el acceso temprano al tratamiento.
Eduardo Casanova y la visibilidad del VIH
La decisión de Eduardo Casanova de hacer público su diagnóstico no es solo un acto íntimo, sino también un gesto político y social. El VIH continúa siendo una infección rodeada de prejuicios, silencios y miedos, a pesar de que la medicina ha transformado por completo su pronóstico en los países con acceso a tratamiento.
En España viven aproximadamente 150.000 personas con VIH y cada año se registran en torno a 3.000 nuevos casos. La mayoría de las personas diagnosticadas hoy en día pueden tener un pronóstico bueno, siempre que cuenten con un seguimiento médico adecuado y mantengan el tratamiento antirretroviral de forma continuada. Sin embargo, el miedo al rechazo social sigue provocando retrasos en el diagnóstico.
El anuncio de Casanova se suma así a otras voces públicas que han contribuido a normalizar una realidad que afecta a miles de personas y que, con información y atención sanitaria, no impide desarrollar una vida plena.
Qué es el VIH y cómo actúa en el organismo
El VIH, virus de la inmunodeficiencia humana, ataca al sistema inmunitario y destruye progresivamente las defensas del organismo. En concreto, afecta a los linfocitos T CD4, unas células clave para protegernos frente a infecciones y enfermedades.
Tras la infección, puede pasar un tiempo prolongado sin que aparezcan síntomas evidentes. Durante ese periodo, el virus sigue actuando y debilitando el sistema inmunitario. Por eso, los especialistas insisten en la importancia del diagnóstico precoz: cuanto antes se detecta el VIH, mejores son las perspectivas a largo plazo.
En países donde el acceso a los medicamentos antirretrovirales es limitado o inexistente, la situación sigue siendo muy grave. Sin embargo, en contextos como el español, el panorama ha cambiado radicalmente.
Vivir con VIH sin tratamiento: los riesgos
Cuando el VIH no se trata, la infección avanza y acaba desembocando en el sida, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida. En esta fase, el organismo queda muy debilitado y pueden aparecer complicaciones graves.
Entre ellas se incluyen adelgazamiento extremo, ciertos tipos de cáncer como el sarcoma de Kaposi o algunos linfomas, y las llamadas infecciones oportunistas. Estas infecciones reciben ese nombre porque no suelen afectar a personas con un sistema inmunitario sano, pero se aprovechan de la bajada de defensas que provoca el VIH.
Según los expertos del PortalClínic, “en la actualidad, la frecuencia de aparición de estas infecciones oportunistas ha disminuido de forma drástica y se ven casi exclusivamente en pacientes que no han sido diagnosticados previamente de VIH y no habían recibido tratamiento antirretroviral”. Entre estas infecciones se encuentran la candidiasis esofágica, infecciones diseminadas por hongos como coccidioides, histoplasma o criptococos, diarreas por criptosporidio o isospora, retinitis por citomegalovirus, herpes simple de larga evolución, herpes zóster generalizado, tuberculosis pulmonar o diseminada, infecciones por micobacterias no tuberculosas, neumonía por Pneumocystis y toxoplasmosis cerebral, entre otras.
En ausencia de tratamiento, la esperanza de vida se reduce drásticamente, como ocurría en los primeros años tras el descubrimiento del virus.
Vivir con VIH hoy: tratamiento y pronóstico
Hace tres décadas, el VIH era considerado una enfermedad mortal. Hoy, gracias a los avances médicos, se ha convertido en una enfermedad crónica. Las personas diagnosticadas de forma temprana y con buen control de la infección tienen una esperanza de vida cercana a la de la población general.
Los datos actuales sitúan esa esperanza de vida en torno a los 73 años en hombres y 72,3 en mujeres cuando el diagnóstico es precoz y se mantiene el tratamiento de manera adecuada. La clave está en la adherencia: tomar la medicación durante toda la vida y acudir a los controles médicos periódicos.
El tratamiento antirretroviral reduce la carga viral —la cantidad de VIH presente en la sangre y otros tejidos— hasta niveles indetectables. Esto permite que el sistema inmunitario se recupere y vuelva a funcionar con normalidad.
Indetectable es intransmisible
Uno de los avances más importantes de las últimas décadas es la evidencia científica de que una persona con VIH en tratamiento, con carga viral indetectable, no transmite el virus. Este principio, resumido en el lema “indetectable es intransmisible”, ha supuesto un cambio profundo tanto en la prevención como en la vivencia personal del diagnóstico.
Esto tiene un impacto directo no solo en la salud de quien vive con VIH, sino también en sus relaciones sexuales y afectivas, desmontando uno de los grandes miedos históricos asociados al virus.
Romper el estigma, el objetivo de Eduardo Casanova
El anuncio de Eduardo Casanova y su intención de realizar un documental apuntan precisamente a ese objetivo: romper el silencio y combatir los prejuicios que todavía rodean al VIH. El estigma no solo afecta a nivel emocional y social, sino que también tiene consecuencias sanitarias, ya que retrasa el diagnóstico y el inicio del tratamiento.
Al visibilizar su situación, Casanova contribuye a normalizar una realidad que, con información y atención médica, no impide desarrollar proyectos vitales ni profesionales. Su mensaje se suma al de expertos y colectivos que insisten en que el VIH, hoy, no define a la persona ni determina su futuro.
En un contexto en el que la ciencia ha avanzado de forma decisiva, la información y la visibilidad siguen siendo herramientas esenciales para que el miedo deje paso a la comprensión.







