Contener la actividad humana. Esa es la receta necesaria para conservar la Posidonia en las islas pitiusas. Un reciente informe de GEN-GOB, financiado por IbizaPreservation, ha registrado una pérdida de esta planta marina emblemática que en algunas zonas alcanza el 50 %.
Esto se debe exclusivamente a factores antrópicos, refuerza a La Voz de Ibiza Xisco Sobrado, coordinador del Área Marina del GEN-GOB. Especialmente en la bahía de Talamanca.
“Allí el principal factor de impacto es el tema de los fondeos, que es muy evidente y tiene una repercusión inmediata, no solo por echar el ancla, sino también por la instalación de muertos ilegales”, señala Sobrado.
Fuentes del sector desmienten que la náutica sea la causa del deterioro de las praderas en Talamanca y miran a la salmuera de la desaladora.
Por otra parte, dice que también influyen “los daños históricos por el tema del emisario de aguas mal depuradas de la estación depuradora. Aunque ya esta depuradora se ha actualizado, pues eso queda en la bahía”.
A su vez, Sobrado advierte que “el cambio climático es algo que está afectando en los últimos años, y dentro de un tiempo pues puede tener un impacto importante”.
Recomendaciones
Además de un diagnóstico preocupante, el estudio de GEN-GOB, liderado por Soledad Torres, incluye una serie de recomendaciones para mejorar la salud ambiental de las praderas de Posidonia oceánica.
Se trata, especialmente, de medidas regulatorias y de actividades de concientización para evitar el fondeo y su impacto en el ecosistema marino.
“Lo más inmediato es reducir la presión por parte de embarcaciones recreativas en Talamanca. Puede ser regulándola en temporada estival, junto con la instalación del campo de fondeo de bajo impacto. Al estar la zona regulada impediría el fondeo incontrolado”, señala Sobrado.
Pero, además, “a nivel de isla y otras zonas de pitiusas, obviamente hay que avanzar hacia el decrecimiento turístico o reduciendo número de embarcaciones que nos visitan”. “Podemos regular bien Talamanca, pero las embarcaciones que no tengan lugar en ese espacio irán a otro y generaran el efecto diáspora”.
Cala Roja, la zona menos impactada
Mientras que “las estaciones muestreadas en la bahía de Talamanca como son Illa Grossa y Profunda presentan unos valores de pradera muerta superiores al 50%”, en un extremo, hay casos que evidencian que, si se regulan los factores antrópicos, se puede conservar la posidonia.
“Estos valores contrastan con la estación situada en Cala Roja donde sólo el 14% de la pradera está
muerta. Este descriptor indicaría que esa pradera se encuentra en una buena situación ambiental”, señala el estudio.
“El deterioro se debe sobre todo a factores antrópicos, fondeos de embarcaciones, la instalación de muertos ilegales, vertido de salmuera, contaminación de aguas. Y hay zonas donde los impactos antrópicos son más intensos, como la bahía de Talamanca, y en otras zonas son casi inexistentes o son de muy bajo impacto, como Cala Roja”, sintetiza Sobrado.
“La lección es que cuando una pradera no tiene impactos antrópicos se encuentra en un estado de conservación bueno o aceptable y puede combatir mejor los efectos del calentamiento de las aguas y desarrollar sus funciones ecosistémicas”, concluye el experto.
Expectativas
El informe que recientemente ha presentado GEN-GOB incluye un seguimiento a lo largo de seis años. ¿Cuál ha sido la evolución durante dicho período? “Digamos que a lo largo de estos 6 años hemos notado sobre todo en la estación Profunda y Illa Grossa un empeoramiento de la salud ambiental de la pradera; en las otras estaciones —hay una de estabilidad y una de control— se presentan mejores índices y valores”, analiza Sobrado. Aunque aclara: “Hay que remarcar que 6 años es poco tiempo para marcar tendencias”.
Sobrado remarca que una pradera en buen estado de conservación mejora la salud del ser humano. Y que, en esa línea, el objetivo del informe no es “un estudio per sé, sino que sirva para mejorar la calidad ambiental de la bahía”.
El Decreto de la Posidonia, el 25/2018, de 27 de julio, establece un marco legal para la protección y conservación de la Posidonia oceanica en las Islas Baleares. La normativa prohíbe cualquier acción que dañe las praderas de posidonia, incluyendo la destrucción directa, el fondeo inadecuado de embarcaciones, los vertidos de aguas residuales y la extracción de restos depositados en la costa sin autorización. Además, impone restricciones a actividades como la pesca de arrastre y el dragado en zonas donde se encuentran estas praderas submarinas.
El decreto también establece medidas de vigilancia y control, asignando competencias a las administraciones públicas para supervisar su cumplimiento y sancionar las infracciones. Se contempla la creación de cartografías oficiales para identificar la ubicación exacta de la posidonia y facilitar su protección. Además, fomenta campañas de sensibilización y educación ambiental para concienciar a la población y a los sectores náuticos sobre la importancia de este ecosistema. Con esta normativa, el Govern balear busca garantizar la preservación de la posidonia a largo plazo, dada su importancia en la lucha contra la erosión costera y el cambio climático.
A propósito de la concientización, Sobrado considera que entre la población pitiusa y balear «tiene un amplio conocimiento». Pero que es menor en gente que viene de otros países que no están tan en contacto con la posidonia.
Un siglo para regenerarse
A partir del diagnóstico señalado, el especialista señala que “los próximos años están pendientes de que se implementen las medidas que establece el decreto de posidonia de vigilancia de regulación de fondeos mediante la instalación de los fondeos de bajo impacto”.
“Habrá que ir monitorizando año a año cómo va evolucionando la pradera. A priori, si se hacen todas estas medidas, la pradera tendría que estabilizarse”.
Eso sí, advierte que “para ver una recuperación, se tardaría bastante tiempo”. “Hay que tener en cuenta que, si perdemos un metro cuadrado de posidonia, se tarda unos 100 años en regenerarse, estamos hablando de un periodo a larga escala”.