Este año, la Semana Santa en el Vaticano se vive con una ausencia visible, aunque no silenciosa. El papa Francisco, de 87 años, ha tomado una decisión compleja y simbólicamente significativa: no presidirá los oficios litúrgicos del Jueves y Viernes Santo, los momentos centrales del Triduo Pascual que conmemoran la pasión y muerte de Jesús.
La noticia fue confirmada por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, que señaló que el Pontífice no estará presente físicamente en las ceremonias. Aunque no se descarta su aparición puntual o su presencia privada en algunos momentos, el protagonismo litúrgico recaerá este año en tres cardenales designados por el propio Francisco.
Una decisión marcada por la salud y el simbolismo
Aunque el Vaticano no ha vinculado oficialmente la decisión a su estado de salud, la ausencia del Papa llega apenas unas semanas después de que tuviera que ser internado por una neumonía bilateral. Si bien ha retomado ciertas actividades, su presencia pública sigue siendo limitada y dosificada.
Fuentes vaticanas han apuntado que se trata de una decisión meditada, no improvisada, en la que primó la necesidad de garantizar la continuidad de las celebraciones sin exigir un esfuerzo físico excesivo al Pontífice. Aun así, Francisco ha querido estar presente de otra forma: preparando personalmente las meditaciones que se leerán en el Vía Crucis del Coliseo romano.
Quiénes presidirán las ceremonias
Los actos más significativos del Jueves y Viernes Santo ya tienen asignado un celebrante:
-
Misa Crismal (Jueves Santo, 9:30 h): presidida por el cardenal Domenico Calcagno, presidente emérito de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA).
-
Celebración de la Pasión del Señor (Viernes Santo, 17:00 h): a cargo del cardenal Claudio Gugerotti, prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales.
-
Vía Crucis del Coliseo (Viernes, 21:15 h): presidido por el cardenal Baldassare Reina, vicario general de Su Santidad para la diócesis de Roma.
Este esquema permite mantener el ritmo litúrgico habitual, al tiempo que marca un gesto de confianza del Papa en su colegio cardenalicio.
El Papa que observa y delega
La decisión de no presidir estas ceremonias contrasta con el estilo pastoral del papa Francisco, caracterizado por su cercanía y presencia directa en las grandes celebraciones. Sin embargo, no se trata de una renuncia simbólica, sino de una adaptación a las circunstancias. El Pontífice ha optado por delegar sin desaparecer, confiando en su equipo más cercano y participando desde otro lugar.
Según el propio Vaticano, Francisco ha supervisado todos los detalles de la liturgia y mantiene su agenda privada. Su mensaje, por tanto, sigue impregnando las celebraciones, aunque su figura no esté en el altar.
El precedente del año pasado y lo que viene
No es la primera vez que el papa Francisco adapta su agenda en función de su salud. En 2023, ya fue sustituido en algunas celebraciones por motivos similares. Aun así, esta Semana Santa se ha vivido con mayor expectativa, ya que se trata de uno de los momentos más emblemáticos del calendario litúrgico.
La gran incógnita ahora es si el Papa presidirá la Vigilia Pascual del sábado o la Misa del Domingo de Resurrección, las dos celebraciones más esperadas por fieles y peregrinos. Por el momento, la Santa Sede no ha confirmado ni descartado su presencia en estos eventos.
Presente, incluso en la ausencia
Aunque no presida los actos, el papa Francisco ha dejado claro que no se desconecta del significado profundo de la Semana Santa. En sus palabras recientes, ha insistido en que estos días deben ser vividos como una oportunidad para la reconciliación, la solidaridad y la contemplación.
Su “no estar” se convierte así en otra forma de hablar: una presencia silenciosa pero intensa, que marca un nuevo estilo de liderazgo espiritual, donde la humildad de delegar también puede ser parte del mensaje.