Un brote de hepatitis A en la localidad de Santa Eulària ha encendido las alarmas sanitarias en Ibiza, afectando hasta el momento a un total de 16 personas, entre ellas diez adultos jóvenes y seis niños.
Según la Conselleria de Salud, los menores contagiados están escolarizados en una escoleta de educación infantil o en los primeros cursos de primaria en centros del municipio, mientras que los adultos infectados mantienen algún tipo de relación con los menores afectados.
Aunque se había especulado que el brote podría estar relacionado con problemas en la depuradora de la localidad, tanto el Ayuntamiento como Abaqua han desmentido rotundamente cualquier fallo en la planta. Las primeras investigaciones epidemiológicas apuntan a una relación materno-filial en algunos de los casos y a una propagación por contacto cercano entre los niños afectados.
Para contener el brote, la Dirección General de Salud Pública ha iniciado una campaña de vacunación dirigida a los alumnos de las aulas afectadas, al personal docente y a los adultos que conviven con los menores, siempre que estas personas no hayan sido vacunadas previamente contra la hepatitis A.
La hepatitis A es una enfermedad que afecta principalmente al hígado y es causada por el virus de la hepatitis A (VHA). Su transmisión se produce principalmente a través de la ingestión de alimentos o agua contaminados, así como por contacto directo con una persona infectada. Aunque suele resolverse por sí misma y la mayoría de los pacientes se recuperan completamente sin complicaciones graves, es importante entender las posibles secuelas que puede dejar esta enfermedad, especialmente en grupos vulnerables como los niños y los adultos mayores.
Secuelas de la hepatitis A: cómo impacta en la salud
La hepatitis A, a diferencia de otros tipos de hepatitis, no tiende a causar una infección crónica. Sin embargo, la enfermedad puede generar secuelas temporales y, en casos menos comunes, complicaciones más graves. Una de las consecuencias más habituales tras superar la fase aguda de la infección es la fatiga prolongada, un síntoma que puede persistir durante semanas o incluso meses. Este agotamiento afecta especialmente a los adultos, quienes pueden ver afectada su capacidad para llevar a cabo tareas cotidianas, laborales o académicas.
Otro síntoma residual frecuente es la ictericia, que consiste en una coloración amarillenta de la piel y los ojos debido a la acumulación de bilirrubina. Aunque la ictericia suele desaparecer tras la fase aguda de la enfermedad, en algunos casos puede persistir durante un tiempo, afectando el aspecto físico y el bienestar general de los pacientes.
En casos graves, la hepatitis A puede desencadenar una inflamación severa del hígado, lo que lleva a una condición conocida como insuficiencia hepática aguda. Si bien esta complicación es rara, cuando ocurre requiere atención médica urgente, ya que puede poner en riesgo la vida del paciente. La insuficiencia hepática aguda se caracteriza por una pérdida rápida de las funciones del hígado y puede requerir hospitalización o incluso un trasplante de hígado.
La hepatitis A, aunque no afecta a la salud pública en términos de transmisión crónica o epidemias a largo plazo, sigue siendo una enfermedad que puede causar complicaciones en quienes la padecen.
Por eso, es fundamental que los ciudadanos de Santa Eulària y otras zonas afectadas sigan las recomendaciones de las autoridades sanitarias y tomen las medidas necesarias para prevenir nuevos contagios.