Dormir en Ibiza nunca fue barato. Pero hacerlo por 50 euros por cabeza en pleno verano, con desayuno incluido y vistas al puerto, suena directamente a contradicción.
Y sin embargo, eso es exactamente lo que plantea Trasmed con su nuevo producto TrasmedWeekend: pernoctar en el ferry Ciudad de Granada, anclado en el puerto de Ibiza, la noche del sábado, como parte de una escapada de fin de semana ida y vuelta desde Valencia.
El precio no es por persona, sino por camarote: 200 euros para hasta cuatro pasajeros. Lo que baja el coste individual a un mínimo que en cualquier buscador de alojamientos no se encuentra.
En Airbnb, por ejemplo, una búsqueda real para el sábado inaugural del servicio —el del 28 de junio de 2025— devuelve cifras que no bajan de los 250 o 300 euros por noche en opciones básicas en Sant Antoni. Ya en otras, como Talamanca o Sant Josep, los precios superan los 500 euros, con picos de más de 1000 en alojamientos premium. La diferencia no es marginal: es estructural.
Esa brecha es la que alimenta tanto el atractivo como la controversia del proyecto. Para algunos, TrasmedWeekend no es más que una respuesta creativa a la inflación turística.
Para otros —entre ellos, el propio Consell de Ibiza— es una extralimitación “inaceptable”, un hotel encubierto que elude la legislación de plazas turísticas y que representa una amenaza directa a la regulación del alojamiento en la isla.
Un ferry que cuesta menos que una cama
Los precios no son teoría. Están a la vista. Una habitación sencilla, privada, en Airbnb, con baño compartido y sin desayuno, difícilmente baja de los 250 € esa noche de sábado en Ibiza.
En cambio, por 200 € en total, cuatro personas pueden dormir en el Ciudad de Granada, desayunar al día siguiente y tener acceso a las instalaciones del barco: cafetería, cubierta, zonas comunes e incluso una visita guiada a Dalt Vila, incluida como parte del paquete.
Y esto sin sumar ningún coste oculto: el precio está fijado como suplemento al billete de ida y vuelta en camarote (obligatorio contratar ambos trayectos con la misma tipología). La empresa aclara que no se puede reservar solo la noche del sábado, ni aplicar el paquete a billetes con butaca o sin camarote.
Airbnb y el turismo en revisión
Mientras Trasmed afina su operativa, en tierra firme el contexto regulador se endurece. En marzo, el Consell de Ibiza y Airbnb firmaron un acuerdo por el cual todos los anuncios de corta duración deben incluir, desde el 1 de abril, el número de registro turístico otorgado por la administración. El objetivo: frenar el alquiler ilegal, especialmente en plataformas digitales.
El pacto llegó en paralelo al despliegue de un plan de choque financiado con 4 millones de euros de la ecotasa, destinado a contratar 35 inspectores adicionales y reducir el número de anuncios sin licencia. Según cifras del propio Consell, en un año se han retirado cerca de 9.000 plazas turísticas ilegales de la oferta insular.
Esto ocurre en un contexto donde el precio del alojamiento se ha disparado. Según un informe de Tecnitasa publicado el 6 de junio, alquilar un piso turístico en Ibiza durante una semana puede alcanzar los 3.300 euros, dependiendo de la zona. El problema no es solo el precio, sino la presión que ejerce sobre el mercado residencial, ya casi inaccesible para residentes temporales y trabajadores de temporada.
En ese escenario, una cabina de ferry amarrada que aloja turistas durante 12 horas representa un desafío a la narrativa dominante. Y por eso el Consell ha pedido al Gobierno central que revise la política portuaria y ponga freno a iniciativas como la de Trasmed. No se discute tanto la legalidad —el barco opera con autorización de la Autoridad Portuaria de Baleares— sino la legitimidad de alojar turistas sin pasar por el filtro de la normativa autonómica.
Competencia en tierra… y en el mar
El ferry no compite con un hotel. Ni con una villa. Pero sí ofrece una alternativa que desborda las reglas del juego. Su ubicación —dentro del puerto, a cinco minutos del centro— y su precio —hasta cuatro veces menor que un apartamento turístico— son dos factores que colocan la experiencia en una categoría propia.
No hay cocina, ni azotea, ni lavadora. Pero sí camas, baño privado, aire acondicionado, desayuno y cubierta. Lo suficiente para que muchos vean en TrasmedWeekend una forma de “hacer Ibiza” sin hipotecar el presupuesto.
Y eso, para una administración que busca limitar el número total de visitantes en temporada alta, es un problema. La política turística del Govern balear y del Consell de Ibiza apunta desde hace años a reducir la saturación, no a expandirla por otros medios. Permitir pernoctaciones flotantes sin plazas asignadas en la bolsa turística puede interpretarse como un agujero en el sistema.
La naviera, sin embargo, defiende su propuesta como perfectamente legal y compatible con la normativa actual. Y recuerda que el servicio no está pensado para reemplazar al alojamiento en tierra, sino para facilitar escapadas de fin de semana desde la península con una fórmula cerrada, controlada y previsible.
¿Un modelo replicable?
Trasmed ya ha adelantado que estudia extender la propuesta a la ruta Barcelona–Menorca. Si el modelo funciona y las reservas se consolidan, podría abrir un nuevo frente en la estrategia turística balear. Y más allá del caso concreto, plantea una pregunta incómoda: ¿puede el mar ofrecer lo que la tierra no permite?
En la práctica, el ferry operará como alojamiento flotante durante 13 fines de semana. No es una urbanización, ni una cadena hotelera. Pero sí pone en evidencia lo que ocurre cuando los precios suben más allá del alcance de muchos visitantes. En la paradoja de Ibiza 2025, la habitación más barata de la isla no está en Airbnb… sino en el mar.