En un mercado tensionado como el de Ibiza, donde hablar de alquiler es casi sinónimo de precios prohibitivos, todavía se pueden encontrar rincones que escapan a la lógica desorbitada. El portal Idealista recoge en su primera página de portada 30 anuncios por debajo y al límite de los 1.100 euros al mes, todos ellos bajo la etiqueta de alquiler de temporada y con una serie de patrones que reflejan cómo se ha configurado la oferta en los últimos años.
Lo barato, si breve
La mayoría de pisos y estudios incluidos en esta franja comparten una condición: no están disponibles para todo el año. En la práctica, se ofrecen de octubre o noviembre hasta marzo, abril o, como mucho, junio. Se trata de contratos pensados para trabajadores temporales, residentes con necesidades puntuales o quienes se atreven a pasar el invierno en la isla, cuando los precios se suavizan.
Un ejemplo claro lo encontramos en Dalt Vila – La Marina, donde hay apartamentos de 770 y 820 euros al mes, con apenas 35 o 45 metros cuadrados, disponibles solo del 6 de noviembre de 2025 al 27 de marzo o abril de 2026. Son viviendas que se convierten en inaccesibles en verano, pero que en invierno buscan inquilino temporal.
San Antonio, epicentro del alquiler barato
El mapa deja pocas dudas: Sant Antoni de Portmany concentra la mayor parte de la oferta económica. Allí aparecen pisos desde 800 euros hasta 900 o 1.000, muchos de ellos situados en la PM-803 o en calles céntricas como General Balanzat. La tónica es similar: apartamentos de 50 a 66 m², exteriores, algunos con vistas al mar y ascensor incluido.
No obstante, casi todos vienen acompañados de la coletilla de alquiler de temporada. Incluso se repite el mismo inmueble en más de una ocasión, como ocurre con el piso en San Vicente de 800 euros, publicado dos veces con fechas de disponibilidad distintas, pero siempre limitado a la temporada de invierno.
Estudios diminutos y condiciones estrictas
Otra característica que sobresale es la abundancia de estudios. Entre 30 y 45 m², interiores en muchos casos y con restricciones de ocupación: “para una sola persona”, “sin fotos” o “solo empresas y autónomos” son frases habituales en los anuncios.
En Jesús (Santa Eulària), por ejemplo, se ofrece un estudio de 35 m² con garaje por 975 euros, mientras que en Sant Joan de Labritja se anuncia otro de 40 m², bajo y exterior, disponible de septiembre a abril, con la condición de contacto exclusivo por correo electrónico. No faltan los casos de viviendas sin ascensor, lo que en edificios de varias plantas añade un filtro natural a los posibles interesados.
Los 1.000 euros como barrera psicológica
El listado refleja con claridad una frontera: la mayoría de inmuebles se sitúan entre 900 y 1.000 euros. Esa cifra se convierte en una suerte de barrera psicológica, el precio tope para considerar una vivienda “barata” en el contexto ibicenco.
En este grupo aparecen pisos en Cala de Bou, con uno o dos dormitorios y superficies que rondan los 60 a 70 m², algunos incluso con garaje incluido. También se cuela un chalet en la carretera de Santa Inés por 1.000 euros, eso sí, con condiciones tajantes: hasta abril, solo contacto por email y con un aviso expreso de que no se atienden llamadas ni WhatsApp.
Los extras que marcan la diferencia
Aunque la mayoría de los anuncios hablan de espacios modestos, algunos introducen detalles que suben el interés. Las vistas al mar aparecen como reclamo recurrente, incluso en estudios de 40 m² en Cala Vedella o Marina Botafoch, donde lo reducido del espacio se compensa con una panorámica privilegiada.
Otro punto diferencial es la inclusión de garaje, presente en viviendas en Jesús, Sant Joan o Cala de Bou, un añadido que, en una isla con problemas de aparcamiento, se convierte en un verdadero valor añadido.
Bajadas de precio y ofertas puntuales
Entre los anuncios destaca también algún movimiento a la baja. Es el caso de un piso en Santa Eulalia, en la calle Els Ficus, que se anuncia en 1.000 euros tras haber estado en 1.500, lo que supone un recorte del 33%. Una estrategia que refleja cómo, al llegar el invierno, algunos propietarios prefieren asegurar ocupación a costa de reducir temporalmente sus expectativas.
El límite superior: 1.100 euros
El anuncio más caro de esta selección se encuentra en Cala de Bou, en la calle Madrid. Se trata de un ático de 75 m² con dos dormitorios y ascensor, que se ofrece por 1.100 euros. Ese precio marca el techo de la lista y también evidencia la dificultad de encontrar algo más económico con cierta amplitud y sin renunciar a comodidades básicas.
Una fotografía de la Ibiza invernal
En definitiva, lo que muestran estos 29 anuncios no es un mercado de alquiler accesible, sino un refugio temporal para quienes necesitan techo durante la temporada baja. Superficies reducidas, contratos cortos, exigencias específicas y precios que rara vez bajan de los 800 euros dibujan un escenario en el que lo barato es, en realidad, relativo.
Queda claro que en Ibiza, incluso cuando el turismo se detiene y la isla se vacía, vivir sigue siendo caro. Lo que en cualquier otra parte de España podría considerarse un alquiler medio o incluso alto, aquí se presenta como la opción más asequible posible.