El origen de la fortuna de Jeffrey Epstein ha sido durante décadas una incógnita tan inquietante como persistente. El financiero estadounidense, posteriormente condenado por delitos sexuales y fallecido en prisión en 2019, logró acumular una riqueza y una red de contactos difícil de explicar a partir de su currículum oficial.
Ahora, una investigación de The New York Times arroja luz sobre un episodio poco conocido que sitúa a España (y a su relación con Ana Obregón) como un punto de inflexión decisivo en su ascenso económico.
El diario estadounidense no sostiene que la actriz participara en actividades ilegales, pero sí documenta cómo su vínculo sentimental con Epstein fue determinante para que él accediera a círculos de alto poder económico en España. Ese acceso le permitió realizar una operación financiera clave que transformó su status: pasó de ser un joven financiero con credenciales difusas a convertirse, por primera vez, en millonario.
Un romance que abrió puertas importantes en España
La relación entre Jeffrey Epstein y Ana Obregón comenzó a principios de los años ochenta, cuando ella ya era una figura conocida en España y pertenecía a una familia acomodada con conexiones en ámbitos empresariales y financieros. Según The New York Times, esa relación fue mucho más que una historia personal: funcionó como una carta de presentación social de enorme valor para Epstein.
A través de Obregón, el financiero estadounidense entró en contacto con varias familias españolas de alto poder adquisitivo que atravesaban una situación crítica. Estas familias habían perdido grandes sumas de dinero tras la quiebra de Drysdale Securities, una firma de corretaje estadounidense que colapsó dejando fondos bloqueados y ocultos en estructuras opacas: Epstein se ofreció, y fue aceptado, como intermediario para recuperar ese dinero.
El encargo que lo cambió todo
Entre los afectados por la quiebra de Drysdale se encontraba el propio entorno familiar de Ana Obregón. Según detalla la investigación, fue precisamente ese primer encargo el que permitió a Epstein demostrar su utilidad práctica ante ese círculo social.
La actriz no actuó como asesora financiera ni gestora, pero su cercanía y confianza personal fueron clave para legitimar a Epstein ante esas familias. El financiero se presentó como alguien capaz de moverse en los entresijos del sistema bancario internacional, y ese aval social fue el trampolín que necesitaba.
La recuperación del dinero y el nacimiento del millonario

Para llevar a cabo la operación, Epstein recurrió a Bob Gold, exfiscal federal y colaborador cercano. Durante más de un año, ambos rastrearon el dinero perdido a través de bancos offshore y sociedades pantalla. Finalmente, localizaron los fondos en una sucursal bancaria en las Islas Caimán.
Según el testimonio de Gold recogido por The New York Times, la presión legal ejercida sobre el banco permitió recuperar el dinero para las familias españolas. La recompensa económica que recibió Epstein por ese trabajo fue enorme, y el diario subraya que este episodio supuso el momento exacto en el que Epstein acumuló su primera gran fortuna y dejó de ser un financiero menor para convertirse en millonario.
Tras el éxito de esa operación, la reputación de Epstein cambió radicalmente: pasó a ser percibido como alguien capaz de “hacer aparecer” dinero que parecía perdido. Ese relato se extendió rápidamente entre círculos de alto poder económico, primero en España y después a nivel internacional.
La relación con Ana Obregón no solo le permitió acceder a un primer cliente, sino que le proporcionó un caso de éxito real con el que construyó su imagen. The New York Times señala que, a partir de ese momento, Epstein empezó a moverse con soltura entre grandes patrimonios y a presentarse como un solucionador de problemas financieros complejos.
La versión pública de Ana Obregón

Ana Obregón ha hablado en el pasado sobre Epstein desde un plano personal. En entrevistas concedidas años después, lo describió como un hombre brillante, extremadamente rico y atento, aunque siempre insistió en que no existió una relación sentimental profunda: “Fue el hombre perfecto del que nunca me enamoré”, llegó a decir.
En esos testimonios, la actriz recordó cómo Epstein la acompañaba en su vida en Nueva York, facilitándole desplazamientos y apoyándola mientras estudiaba interpretación. Sin embargo, nunca vinculó públicamente su relación con el origen de su fortuna.
La investigación del New York Times es la que conecta por primera vez ese romance con un beneficio económico concreto y decisivo para el financiero.
Un pasado que adquiere un nuevo significado
El reportaje no acusa a Ana Obregón de delito alguno, pero sí modifica el papel que jugó en una etapa crucial de la vida de Epstein. Su relación personal funcionó como un catalizador: le abrió puertas, le dio credibilidad y le permitió ejecutar la operación que lo lanzó al éxito económico.
Ese primer gran golpe financiero fue el cimiento sobre el que Epstein construyó todo lo que vino después: su entrada en Wall Street, su cercanía con grandes magnates y la red de poder que lo sostuvo durante décadas. España y su vínculo con una de sus figuras públicas más conocidas quedan así integrados en la historia de un ascenso que, con el tiempo, revelaría su lado más oscuro.












