VICENT MARÍ

«Aquí ya no todo vale y quien venga a Ibiza a aprovecharse acabará señalado»

Vicent Marí llama a preservar el legado, la identidad y la cohesión social de Ibiza ante los retos de la movilidad, el acceso a la vivienda y la presión demográfica. Discurso completo del presidente del Consell de Ibiza.

Discurso de Vicent Marí en Sant Ciriac.
Discurso de Vicent Marí en Sant Ciriac.

Cada 8 de agosto los ibicencos conmemoramos con las Festes de la Terra, el recuerdo y el orgullo de un pasado y de una historia que nos ha convertido en presente, como isla y como sociedad. Un caluroso día de agosto, como hoy, las tropas de Guillem de Montgrí, Nunó Sanç y Pere de Portugal tomaron la ciudad de Ibiza y comenzaron una etapa de nuestra historia que, casi 800 años después, seguimos celebrando con la convicción de que, conservando nuestro pasado, conociendo de dónde venimos y quiénes somos, continuaremos llenando capítulos de identidad propia en un mundo cada vez más cambiante.

La fiesta del 8 de agosto es una de las fiestas populares más antiguas de la isla y su significado va más allá de una efeméride histórica. La conquista de 1235 supuso un gran cambio en la configuración social, política, cultural, religiosa y económica de Ibiza que, como parte indispensable de esta celebración, recordamos juntos para preservar nuestra memoria de pueblo.

Memoria como compromiso, como defensa de un legado del cual todos somos protagonistas. Porque lo que celebramos hoy es nuestra propia historia. Aquella que nosotros mismos hemos escrito a lo largo de casi ocho siglos durante los cuales esta isla ha vivido tiempos muy difíciles, turbulencias sociales impensables y obstáculos insospechados. Y la Ibiza de hoy, nuestra Ibiza, convertida en territorio de oportunidades y grandes retos, se enfrenta ahora a un nuevo cambio, a desafíos inimaginables hace unos años pero que, como siempre hemos hecho, sabremos afrontar y superar para seguir engrandeciendo nuestro legado como pueblo.

Y lo haremos con optimismo, con la solidez de tener unos fuertes cimientos forjados con un pasado que es necesario reconocer como base de un destino próspero. No nos podemos conformar con lamentaciones que construyen el relato de una isla que merece mucho más que centrarse solo en lo que sucede, olvidándose de lo que realmente es. Una Ibiza, muchas veces ocultada, pero de la que debemos sentirnos orgullosos y que se resiste a ser olvidada. La Ibiza de las familias, de la cultura, de la tradición, de la diversidad natural y social, de la convivencia. Una Ibiza que se enfrenta a retos relacionados con la movilidad, la presión demográfica en constante evolución, la protección del territorio y los recursos naturales, la sostenibilidad y la solidaridad.

Y aunque la isla ha sido siempre ejemplo de resistencia y evolución, en una jornada de celebración y reivindicación como esta, nuestras reclamaciones deben comenzar por nosotros mismos: Para reconocer, desde la responsabilidad y el compromiso, qué camino queremos recorrer, qué isla queremos ser y cómo lo queremos conseguir, huyendo de culpabilidades que restan capacidad de acción y no contribuyen a encontrar soluciones rigurosas y factibles. Porque, si algo hemos aprendido de las dificultades pasadas, es que solo desde la generosidad, desde la voluntad de los grandes acuerdos y desde la lucha por los objetivos comunes se consiguen resultados. Hitos que llenan nuevas páginas de esta historia que ahora nos corresponde a nosotros escribir para las generaciones futuras.

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Como ocurrió aquel agosto de 1235 en el que todo cambió, Ibiza se encuentra inmersa en un momento de transformación y, como entonces, volverá a demostrar que es una isla fuerte y capaz de luchar por conseguir aquello que considera justo para sus ciudadanos. La apertura al mundo nos ha traído riqueza y proyección, pero nos ha puesto ante nuevos dilemas que debemos afrontar con mirada larga, y sin obviar que la realidad nos obliga a tomar decisiones innovadoras, valientes y responsables. El tradicional carácter abierto, acogedor y tolerante de los ibicencos, sin ninguna duda, ha contribuido a enriquecernos como sociedad, pero mirando atrás vemos cómo una tolerancia mal entendida ha sido, en parte, causa de algunos de los problemas que sufrimos hoy y que, como sociedad responsable, hemos empezado a abordar para corregir desequilibrios y poner orden. Un camino que hemos iniciado, con contundencia y liderazgo, marcando una dirección clara y que depende de todos seguir transitando con decisión. Con medidas que garanticen el equilibrio y la calidad de vida de los ciudadanos.

En este sentido, este es el primer verano en el que está en vigor la nueva ley de regulación de entrada y circulación de vehículos. Una normativa surgida del consenso y que responde a una reclamación unánime de la sociedad ibicenca. Una norma, sin embargo, que a pesar del amplio apoyo social que tiene, no ha sido bien recibida por quien sigue viendo Ibiza como una cuenta de resultados empresariales o una ilimitada caja registradora. Dos meses después de su entrada en vigor, y a pesar de las dificultades y los obstáculos surgidos en este proceso, reafirmamos desde esta tribuna nuestro compromiso a seguir gestionando y ordenando una movilidad segura y más sostenible en la red viaria insular.

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La limitación de vehículos no es la única lucha iniciada. Lo son también los esfuerzos para controlar y eliminar el intrusismo contra el cual se trabaja en una batalla sin descanso. La economía sumergida, especialmente en sectores como el transporte y el alojamiento turístico no reglado, genera una precariedad laboral y social que no podemos admitir, como tampoco podemos consentir prácticas ilegales que ponen en riesgo la seguridad de las personas y desprestigian la isla como destino.

Por eso, quiero destacar y agradecer el esfuerzo conjunto de administraciones y cuerpos de seguridad, ayuntamientos y Govern de les Illes Balears, por este esfuerzo inspector y de control contra las actividades ilegales. Un esfuerzo con un objetivo claro: defender la legalidad, la dignidad de los trabajadores, la calidad de vida de los ciudadanos y de la oferta turística legal. Lo hemos dicho muchas veces pero, hoy más que nunca, conviene recordar que aquí ya no todo vale y quien venga a Ibiza a aprovecharse acabará señalado.

Las Festes de la Terra se celebran en el momento más álgido de la temporada, cuando la isla está llena de visitantes y cuando más evidente se hace la necesidad de control y falta de recursos. Este año vivimos una de las peores sequías de los últimos tiempos, con las reservas hídricas bajo mínimos. Un hecho que obliga a hacer un uso responsable del agua y, sobre todo, a seguir trabajando desde todos los ámbitos administrativos e institucionales en la mejora de las infraestructuras para garantizar la producción de agua desalada para suministrar a la población, así como la mejora de las redes de distribución, apostando de manera decidida por el ahorro y la reutilización como fórmulas de recuperación de acuíferos y pozos.

Somos conscientes, sin embargo, de que la solución al problema de sequía no es solo técnica. La gestión del agua supone un reto estructural que obliga a repensar con valentía el modelo de desarrollo y actividad turística, tanto en zonas urbanas como en rústicas, como ya se ha recogido en la recientemente aprobada modificación del Plan Territorial Insular. Sin recursos, sin servicios, no hay futuro, porque el crecimiento ilimitado y descontrolado no es compatible con la calidad de vida de los ciudadanos.

Los retos actuales pasan también por abordar una de las máximas preocupaciones actuales: las dificultades para acceder a una vivienda. Las oportunidades laborales que ofrece la isla chocan con la realidad de muchos trabajadores y familias ibicencas que no tienen la posibilidad de tener una casa asequible. Si no hay vivienda, no hay oportunidades y, en este sentido, la puerta que ha supuesto el progreso y el desarrollo social de la isla no puede seguir abierta a cualquier precio.

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Ibiza es un territorio de oportunidades, pero también de contrastes. En los últimos treinta años, la población se ha duplicado, generando toda una serie de necesidades que se han acabado convirtiendo en carencias. Y no queremos ser una isla de extremos, sino un espacio equilibrado, donde todo el que venga lo haga de una manera regulada, porque es la única manera de dimensionar el crecimiento demográfico y los servicios que podemos ofrecer.

La falta de control sobre las fronteras está provocando la llegada constante de pateras que, en el caso de Ibiza, ha tensionado los servicios asistenciales de menores en la isla. Una situación para la que seguimos pidiendo una respuesta firme por parte de las autoridades competentes que permita llegar a acuerdos con Argelia que frenen una ruta abierta con nuestras islas que no deja de crecer.

Decía don Joan Marí Cardona, una de las figuras clave de nuestra cultura colectiva y que dedicó toda una vida a recoger la historia de la isla, que no se puede amar aquello que no se conoce ni se puede defender aquello que no se ama. El año en que celebramos el centenario de su nacimiento, la figura y obra de don Joan están más presentes que nunca porque nos alienta a hacer de estas Festes de la Terra el hilo de historia que une pasado, presente y futuro. A conmemorar y reivindicar nuestra lengua, nuestras tradiciones y nuestro patrimonio histórico y personal como eje clave para mirar hacia adelante con optimismo.

A comprometernos, todos juntos, a seguir construyendo una isla justa y solidaria, donde el progreso no signifique renunciar a la cohesión social ni territorial y donde cada uno de nosotros se pregunte si está dispuesto a ser parte activa de esta transformación. Por eso, haciendo buena la frase de que no hay historia sin pueblo, ni pueblo sin memoria, nos corresponde a nosotros, el pueblo de Ibiza, continuar escribiendo páginas de un relato que dura ya ocho siglos.

El momento es ahora. ¡Viva Ibiza!

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