Francesco A., un sujeto italiano que estaba en el sitio y a la hora inapropiada, pasó casi tres años en la cárcel como consecuencia de una investigación contra una organización de narcotraficantes dedicada al tráfico de pastillas entre Ibiza y Miami. Sin embargo, en la misma sentencia que condenó a cuatro personas por delitos contra la salud pública, ha logrado su absolución.
El líder de esta banda, según las conclusiones a las que ha arribado la Sección número 2 de la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca, es un DJ identificado como Hugo Bianco que se encontraba afincado en Ibiza y que logró huir a Miami, donde actualmente se encuentra pinchando.
Esta persona no solo coordinaba la adquisición de grandes cantidades de droga, sino que también organizaba la logística del transporte, tanto hacia las islas como hacia Estados Unidos.
Tras la irrupción de la pandemia y la interrupción de vuelos internacionales, el DJ adaptó la actividad de la red. Según fuentes policiales, comenzó a distribuir la droga en fiestas privadas celebradas en Ibiza, aprovechando su posición dentro del ambiente nocturno y su red de contactos.
Aunque está declarado en rebeldía por la justicia española, según sus redes sociales actualmente se encuentra residiendo en Miami, precisamente el destino donde colaba su mercancía, camuflada en botes de comprimidos con apariencia de complementos alimenticios o deportivos, o de productos estéticos.
Justamente, Francesco A. se encontraba en la casa del DJ en el municipio de Santa Eulària el 26 de agosto de 2020 cuando irrumpió la Guardia Civil. Allí se hallaron cerca de 40 bolsas con distintas sustancias estupefacientes, desde cogollos de cannabis seco a ketamina.
Abusuelto
Durante la fase de instrucción y la posterior fase oral del juicio, Francesco A. negó que aquella droga fuera suya o que colaborara con la organización de Hugo Bianco en el transporte, almacenaje y distribución de las sustancias estupefacientes de la agrupación en la isla de Ibiza, como se le acusaba.
Tampoco se aportó ninguna prueba incriminatoria que lo relacionase de manera veraz con la banda de traficantes. Pese a todo, estuvo preso cerca de tres años.
La sentencia, publicada este jueves por el diario El Mundo, subraya que atendiendo a que el domicilio donde se produjo la incautación de sustancia estupefaciente, dinero en efectivo y relojes de alta gama no era su domicilio, sino el de Hugo Abel Bianco, “que no existen respecto de Francisco A. conversaciones telefónicas de las que colegir su presunta participación en los hechos, ni vigilancias o seguimientos policiales, sin que tampoco ningún coacusado ni testigo lo haya incriminado de forma directa en los hechos que le son atribuidos, (…) los indicios no bastan para una condena”.
Tras su absolución, el abogado Ricardo Álvarez-Ossorio, que ha ejercido su defensa, llama a una reflexión legislativa sobre el abuso de la prisión preventiva.
En declaraciones a El Mundo, ha manifestado que “no se trata de una causa donde haya venido un testigo que haya esclarecido alguna conclusión o que algún agente policial haya cambiado su testimonio. No, aquí las cosas están como estaban el primer día que pusieron a mi cliente en prisión preventiva. El tribunal ha visto el caso y se ha percatado de no que no hay pruebas. Esto no se debería consentir”.
La Operación Pertinax: así se desmanteló la banda en 2020
Los hechos se remontan a septiembre de 2019, cuando la Guardia Civil detectó los primeros movimientos sospechosos de un grupo asentado en Baleares. La investigación desembocó en la Operación Pertinax, un amplio dispositivo policial que se prolongó durante casi un año y culminó en agosto de 2020 con una intervención coordinada en varias ciudades españolas y en Miami.

En el marco de esta operación, se detuvo a 21 personas en Ibiza, Barcelona y Girona. También se practicaron registros en domicilios y locales vinculados a la organización, con autorización del Juzgado de Instrucción número 9 de Palma y bajo la dirección de la Fiscalía Antidroga de Baleares.
En paralelo, en Estados Unidos fueron detenidas tres personas en Miami, que recibían los envíos procedentes de España. La operación fue posible gracias a la colaboración con la agencia estadounidense HSI (Homeland Security Investigations), lo que subraya el alcance transnacional del entramado.
Tráfico a gran escala y métodos sofisticados
La organización criminal traficó con millones de pastillas en apenas tres años, según fuentes próximas al caso. El sistema empleado era el clásico modelo de «mulas»: personas reclutadas para transportar droga oculta en su equipaje a cambio de una cantidad de dinero. El grupo utilizaba botes de suplementos deportivos o alimenticios para camuflar las sustancias, una técnica diseñada para burlar los controles aduaneros.
Entre las sustancias distribuidas se encontraban MDMA (éxtasis), ketamina, metanfetamina y marihuana, tanto en forma de cogollos como en planta. Parte del estupefaciente se redistribuía localmente en Ibiza, donde la red aprovechaba fiestas privadas y eventos selectos para la venta directa.