Una oleada de protestas en Nepal ha derivado en una crisis política sin precedentes. Tras dos días de intensas manifestaciones, el primer ministro K.P. Sharma Oli anunció este martes su dimisión. La presión en las calles, protagonizada por el movimiento autodenominado “Generación Z”, ha dejado un saldo trágico: 19 muertos y más de 500 heridos, según la prensa local.
Un país sacudido por la violencia
Los disturbios alcanzaron un punto álgido con el incendio del edificio del Parlamento en Katmandú. Videos distribuidos en redes sociales muestran escenas de caos: turbas enfrentándose a la policía y al Ejército, y viviendas de líderes políticos, incluida la residencia privada de Oli en Balkot, reducidas a cenizas.
#Nepal’s Parliament right now. 36 hours of a youth uprising. PM KP Sharma Oli resigns. #NepalProtests pic.twitter.com/UYUcMbf4Fr
— UP – UK (ENGLISH) (@rohitch131298) September 9, 2025
En su carta de renuncia, Oli explicó: «He renunciado al cargo de primer ministro con efecto a partir de hoy (…), a fin de adoptar nuevas medidas hacia una solución política y la resolución de los problemas de conformidad con la Constitución, teniendo en cuenta la situación extraordinaria que prevalece actualmente en el país».
Antecedentes de un líder cuestionado
Oli, del Partido Comunista de Nepal (Marxista-Leninista Unificado), estaba al frente del Gobierno desde julio de 2024. No era la primera vez: también ejerció como primer ministro entre 2015 y 2016, y de 2018 a 2021. Su figura, sin embargo, generaba controversia en una democracia todavía joven. Nepal se declaró república en 2008, tras abolir la monarquía, y en 2015 aprobó una Constitución que reafirmó el carácter democrático federal del Estado.
El detonante: redes sociales bloqueadas
Las protestas en Nepal se gestaron en internet. Bajo etiquetas como #NepoBabies, miles de jóvenes denunciaron la corrupción y el nepotismo en el Gobierno. El conflicto escaló cuando el Ejecutivo decidió bloquear hasta 26 plataformas digitales, entre ellas Facebook, Instagram, WhatsApp y X. Esta medida, que buscaba silenciar la movilización, terminó llevando a los manifestantes a las calles.
Intentos fallidos de contener la crisis
En las últimas horas, el Gobierno trató de reducir la tensión levantando el veto a las redes sociales. Sin embargo, la represión policial, los disparos contra manifestantes y la violencia en las calles avivaron aún más los disturbios. La renuncia de Oli llegó después de que cinco ministros de su gabinete dimitieran en 24 horas, en rechazo a la gestión del Ejecutivo frente a las protestas.

Un espejo de otros movimientos en Asia
El proceso que llevó a la caída de Oli en Nepal recuerda a otros movimientos recientes en la región. En Indonesia, a inicios de septiembre, estallaron protestas de carácter estudiantil; en Sri Lanka en 2022, la población salió a las calles contra el aumento de los hidrocarburos; y en Bangladés en 2023, la movilización social forzó cambios políticos tras semanas de disturbios.
Los expertos señalan que Nepal se suma así a una tendencia de protestas juveniles que, en contextos de crisis económica y política, logran transformar el panorama político con rapidez.
Un futuro incierto para Nepal
La dimisión de Oli abre un periodo de incertidumbre en un país con menos de dos décadas de democracia. Con el Parlamento dañado, líderes en el exilio temporal y una ciudadanía movilizada, Nepal enfrenta el reto de reconstruir la estabilidad política y atender las demandas de una generación que exige más transparencia, participación y respeto a las libertades digitales.
El desenlace de las próximas semanas será crucial para definir el rumbo de Nepal, que atraviesa uno de los momentos más delicados de su historia reciente.
La crisis en Nepal, marcada por el incendio del Parlamento, la represión policial y la dimisión del primer ministro Oli, evidencia la fuerza de un movimiento juvenil que ha hecho tambalear al Gobierno. Lo que comenzó como una protesta en redes sociales se ha transformado en una revuelta con eco internacional y consecuencias aún imprevisibles para la estabilidad democrática del país.