Este sábado el mundo despidó al papa Francisco en una ceremonia histórica cargada de emoción y simbolismo. El pontífice argentino, que marcó una era de apertura y diálogo en la Iglesia católica, falleció el pasado lunes 21 de abril a los 88 años, víctima de un ictus cerebral que derivó en un colapso cardiovascular irreversible.
El funeral: una ceremonia para la historia
Más de 250.000 personas abarrotaron la plaza de San Pedro y las calles adyacentes para participar en el funeral. La misa fue oficiada por el decano del Colegio Cardenalicio y, siguiendo la voluntad de Francisco, el acto fue sobrio y cercano, sin la pomposidad de otros funerales papales.
Al término de la eucaristía, el féretro fue trasladado en un cortejo fúbrebre hasta la basílica de Santa María la Mayor, donde Francisco será enterrado. Se rompe así la tradición de sepultar a los pontífices en la cripta vaticana, en un gesto que refleja su devoción a la Virgen Salus Populi Romani y su deseo de humildad hasta el último momento.
Entre las personalidades asistentes destacaron los Reyes de España, Felipe y Letizia, junto a las vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda Díaz, el presidente estadounidense Donald Trump y el líder ucraniano Volodímir Zelenski, quienes incluso celebraron un breve encuentro en Roma.
Reacciones y homenajes
La muerte de Francisco ha generado una oleada de reacciones globales. El Gobierno español declaró tres días de luto oficial y definió al papa como «un hombre de paz, diálogo y compromiso con los más vulnerables». Las principales comunidades autónomas, así como organizaciones civiles y religiosas, también rindieron homenaje a su figura.
En América Latina, su región natal, el impacto ha sido especialmente profundo, recordándose su compromiso con los pobres, su defensa de la ecología y su condena a la injusticia social.
El legado de Francisco
El papa Francisco no fue un revolucionario doctrinal, pero sí un transformador del tono y la actitud de la Iglesia. Bajo su liderazgo, se impulsó una mayor apertura hacia los colectivos tradicionalmente marginados, como los migrantes, los pobres, y las personas LGBT+.
Su insistencia en «una Iglesia pobre para los pobres», su encíclica Laudato si’ sobre el cuidado del planeta, y su llamada constante al diálogo interreligioso y la paz, definieron un pontificado singular.
No obstante, algunas reformas estructurales profundas quedaron inconclusas, como la ampliación del rol de la mujer dentro de la institución o cambios más firmes en la lucha contra los abusos.
El futuro: sede vacante y próximo cónclave
Con la muerte del Papa Francisco, se activó el protocolo de sede vacante. Desde hoy, 26 de abril, se celebra el novenario (novemdiales), nueve días de luto oficial en el Vaticano.
El cónclave para elegir al nuevo papa podría adelantarse gracias a la norma instaurada por Benedicto XVI que permite iniciar la elección sin necesidad de esperar 15 días si todos los cardenales están presentes.
Aunque aún es pronto para perfilar favoritos, se espera que el próximo pontífice herede los desafíos del cambio, la gestión de la crisis de abusos, la renovación moral y el diálogo con un mundo cada vez más secularizado.
Una tumba sencilla para un pontífice humilde
El deseo de Francisco de ser enterrado en Santa María la Mayor subraya su talante sencillo. La tumba, según confirmó el Vaticano, llevará simplemente su nombre en latín: Franciscus, ubicada cerca de la imagen de la Virgen que tantas veces visitó en momentos clave de su pontificado.
Cómo recordarlo
El papa Francisco será recordado por su sonrisa bondadosa, su sensibilidad hacia el dolor ajeno, y su esfuerzo, a veces solitario, por hacer que la Iglesia se pareciera más al Evangelio que predica.
Murió en paz, como él mismo deseaba, tras haber acompañado a la humanidad en un tiempo de enormes transformaciones, tensiones políticas y crisis humanitarias. Su enseñanza fundamental, la de la misericordia, queda como testamento vivo para la historia.