ARAÑA VIOLINISTA EN IBIZA

El calvario de una mujer que fue picada por la araña violinista y visitó a 40 médicos: “En Ibiza me querían amputar, me salvaron en Madrid”

Otras víctimas de la araña relatan la escalofriante experiencia tras haber sido picadas por el insecto

Andrea Valverde, también víctima de la araña en Ibiza. (Foto: gentileza Andrea Valverde)
Andrea Valverde, también víctima de la araña en Ibiza. (Foto: gentileza Andrea Valverde)

Tras un reciente caso de un ataque de araña violinista en Ibiza (el de Jennifer Vicenti Dálvez, quien se salvó de la amputación), más personas que han sido picadas por el insecto han relatado la pesadilla que vivieron a La Voz de Ibiza

Una de ellas, una mujer ibicenca de 40 años, cuenta que fue picada en la barriga por una araña en agosto del 2023. No fue consciente de dónde, cómo y cuándo se produjo exactamente la picadura. Acudió al médico cuando su zona abdominal comenzó a inflamarse a un ritmo vertiginoso

Aunque no le confirmaron que fuera la araña violinista, todo indicaría que sí: zona ennegrecida (signo del proceso de necrosis, que causa el veneno de esta araña) y algo característico de la loxosceles rufescens: sensación de quemazón insoportable

Además, la víctima tuvo otro síntoma común: fiebre. Fue tratada con fuertes dosis de antibióticos y corticoides para evitar que la necrosis llegara al punto de la gangrena, muerte de los tejidos. 

Araña violinista en Ibiza: otra persona que se salva de la amputación

Al igual que Vicenti Dálvez, Andrea Valverde (Madrid, 1996), joven de 28 años profesional del Marketing y la Comunicación, afincada en Ibiza desde el 2011, también se salvó por los pelos de perder un miembro, en su caso, un dedo del pie

Valverde explica que sucedió hace casi dos años, en enero de 2023. Ella no sintió ninguna picadura y lo primero que notó fue que el tercer dedo de su pie derecho empezaba a enrojecerse, picar e inflamarse. 

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“Creo que la araña debe haber estado en el calcetín”, piensa Andrea. Cabe destacar que esconderse dentro de medias, calzado o en otros lugares oscuros es típico de la violinista, también llamada araña parda mediterránea o, por lo mencionado, araña de los rincones. 

Primero acudió a emergencias del Centro de Salud de Vila. Pensaron que podían ser hongos, dudaron, y finalmente le dieron una pomada antibacteriana. También le insistieron en que quizás se había golpeado. 

Allí empezó una larga búsqueda de un diagnóstico, durante meses y meses. Fue también al hospital de Can Misses y a médicos privados. Le dieron tres tipos de antibióticos diferentes, ibuprofeno e incluso tramadol, un analgésico muy fuerte. 

“No dormía, sentía como que se me incendiaba el dedo, el dolor se extendía al resto del pie y la pierna, y no se iba con ibuprofeno”, recuerda.

Andrea Valverde, también víctima de la araña en Ibiza. (Foto: gentileza Andrea Valverde)
Diferentes etapas del dedo de Valverde, tras la picadura de la araña en Ibiza. (Foto: gentileza Andrea Valverde)

Pasó un primer mes de baja porque no podía caminar. Las analíticas (que tuvo que insistir para que le hicieran), le daban aparentemente bien. Tuvo que empezar a usar muletas. Comenzó a bajar de peso, entre el estrés, la angustia y lo que la afectaba la medicación. 

Iba todos los días a urgencias: “A las 4 de la mañana yo estaba ahí, sedada para que se me fuera el dolor, pero claro a las 12 de la mañana yo ya estaba otra vez sintiendo todo. Era constante, una quemazón que ya sentía que se me incendiaba todo el cuerpo”. 

Finalmente, con el ennegrecimiento del dedo y la falta de mejora le dijeron que era necrosis y le dieron turno para cirugía. Ante la inminente amputación, Andrea decidió viajar a su ciudad natal, a la casa familiar, y hacer un último intento antes que resignarse a perder su dedo. 

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Allí fue a ocho hospitales y vio a más de 40 especialistas. Ya en Madrid le dijeron que posiblemente era una picadura de una araña. “Me lo dijo primero un dermatólogo. Me impresionó eso, que en Ibiza nadie se haya dado cuenta de que era una araña”. Después le confirmaron que era una araña de veneno necrótico.

Finalmente, un fisioterapeuta del pie fue quien, recién en julio, acertó a salvarle el dedo. Le hizo una prueba que no le habían hecho antes, para ver el grado de irrigación de la zona (ya que la necrosis impide el riego sanguíneo) y tras una infiltración, su dedo comenzó a mejorar. 

Claro, después tuvo que lidiar con las consecuencias. Había desarrollado una fascitis plantar y vinieron semanas de rehabilitación: “Tuve que volver a aprender a caminar”.

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