El contraste entre la imagen de lujo que Salt Bae proyecta en su nueva promoción de Ibiza y la realidad que se respira en la zona es tan evidente como el olor que emana del torrente de sa Llavanera.
Mientras el chef turco Nusret Gökçe, conocido mundialmente por su manera de sazonar la carne, presume de “una inversión que elevará el nivel internacional de la isla”, el cauce que bordea las obras de su proyecto desprende hedores que los empresarios califican de “apestosos”.
Esta situación colisiona brutalmente con las imágenes promocionales del desarrollo de lujo, con aguas cristalinas casi sacadas de la mejor playa de la isla.
El proyecto de Salt Bae: lujo, diseño y gastronomía de élite
Esta semana, Salt Bae visitó las obras de The N Residences, el complejo inmobiliario y gastronómico que construye entre la avenida 8 de Agosto y el paseo marítimo.
El proyecto, diseñado por el estudio Ribas & Ribas, incluye 51 apartamentos de lujo y cuatro restaurantes de alta cocina, uno de ellos de la marca Nusr-Et, y prevé su finalización a finales de 2026.
Durante su recorrido, el empresario destacó que su objetivo es crear “un nuevo concepto de estilo de vida en la isla”, con zonas comunes exclusivas, piscina, gimnasio y aparcamiento privado.
Según su entorno, “se trata de una gran inversión que atraerá turismo de alto nivel y generará empleo”.
El torrente “que apesta”
El chef ha admitido ahora que los malos olores del torrente de sa Llavanera se han convertido en un problema para su proyecto y para la zona.
“Es un asunto difícil de solucionar, pero deben hacerlo las instituciones. Es un problema de Ibiza, no solo nuestro”, reconoció durante su visita a la obra.
Salt Bae insistió además en pedir al Ayuntamiento que “ponga una solución definitiva al problema”, recordando que “Ibiza es un destino internacional al que todo el mundo quiere venir”.
El torrente, que desemboca en el puerto de Ibiza, acumula sedimentos y restos tras las últimas inundaciones que, según los técnicos, se intensifican con las altas temperaturas y la falta de limpieza.
El mal olor afecta a los establecimientos del entorno, una de las zonas más exclusivas del paseo marítimo.
El torrente de sa Llavanera, un viejo foco de problemas
El torrente de sa Llavanera es, en realidad, el aliviadero natural de la depuradora, lo que explica los episodios recurrentes de olores fétidos y aguas estancadas.
Aunque desde la Conselleria balear del Mar y del Ciclo del Agua aseguran que no se han producido vertidos recientes, los técnicos reconocen que la falta de limpieza y separación de pluviales provoca los colapsos que originan la pestilencia.
En las últimas semanas, el torrente volvió a desbordarse a su entrada a la ciudad, inundando la rotonda de Jesús, la avenida de Sant Joan de Labritja y numerosas naves de los polígonos de Can Bernat y Eurocentro, que todavía sufren los efectos de aquellas lluvias.
Lujo frente a realidad
Mientras el chef turco promete convertir la zona en “un nuevo icono internacional de estilo y alta gastronomía”, la realidad que la rodea es bien distinta: aguas estancadas, sedimentos y malos olores que llegan hasta las terrazas de los hoteles y restaurantes vecinos.
Salt Bae lo sabe. Lo dijo con claridad: “Nosotros estamos haciendo una inversión muy fuerte. Ibiza es una marca internacional y yo no sé cómo puedo solucionar esto”.
Sin embargo, promociona su desarrollo urbanístico con imágenes más cercanas a la inteligencia artificial que a la realidad palpable.
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