Ibiza y Formentera se libraron del gran apagón que afectó la semana pasada a toda la Península gracias a un sistema de interconexión eléctrica que ha transformado el modelo energético balear en la última década. Pero fue la central térmica de Endesa en Ibiza la que desempeñó un papel decisivo en las horas más tensas, cuando la red peninsular colapsó y el flujo energético desde Mallorca se redujo drásticamente.
En momentos puntuales, la instalación situada junto a Puig d’en Valls llegó a generar más del 80% de la energía que consumía la isla, una aportación inesperada que evitó cortes y permitió mantener estable el suministro hasta que se restableció el sistema nacional.
Generación local casi a pleno rendimiento
A las 15.05 h del lunes 28 de abril —poco más de dos horas tras el inicio del apagón—, la demanda energética en Ibiza alcanzó los 101 megavatios. El 87,16% fue generado directamente en la isla, según datos de Red Eléctrica, que registra en tiempo real el comportamiento del sistema. De esa cifra, el 58,48% procedía de las turbinas de gas y el 28,48% de los motores diésel de la central de Endesa. La energía solar fotovoltaica solo aportó un 5,47%.
La red submarina funcionó, pero a menor capacidad
Aunque las interconexiones con Mallorca y Formentera no se desconectaron, el flujo a través del cable se redujo significativamente tras el fallo peninsular. A las 12.35 h, dos minutos después del apagón, Ibiza recibía casi el 70% de su energía desde Mallorca. Pero esa cifra cayó al 39% minutos más tarde, y no volvió a superar el 50% hasta la medianoche.
Durante ese tiempo, la generación local fue esencial, manteniendo niveles de consumo considerados normales, sin que se produjeran incidencias destacables ni cortes masivos.
Una infraestructura que parecía destinada a desaparecer
La central térmica de Ibiza había perdido protagonismo en los últimos años por su impacto ambiental y por la progresiva dependencia de las interconexiones submarinas. Sin embargo, este episodio ha demostrado que mantener capacidad de generación propia sigue siendo clave para garantizar el suministro en situaciones de emergencia.
El sistema insular, por tanto, respondió de forma ordenada, equilibrando la aportación del cable con el rendimiento máximo de las plantas térmicas.
Una red resiliente
Ibiza y Formentera están conectadas desde 2023 a la red submarina que une a todas las islas, cerrando un proceso iniciado en 2012 con el enlace entre Mallorca y la Península. La interconexión ha traído eficiencia, pero también ha mostrado sus límites. Y en ese contexto, la vieja central térmica ha vuelto a demostrar su utilidad como escudo energético en momentos de crisis.