A veces, los objetos más pequeños guardan los recuerdos más grandes. Un pendiente extraviado en una calle cualquiera de Ibiza se ha convertido estos días en el símbolo de una ausencia que pesa más que el oro del que está hecho.
Entre los Multicines y la tienda Stradivarius de Vila, una mujer perdió uno de los pendientes que su madre le regaló hace veinte años, poco antes de fallecer. Aquella joya, de estilo payés, no era simplemente un adorno: era el último regalo de una abuela a su hija, una pieza que había permanecido guardada durante años por miedo a perderla.
«Mi madre nunca se los pone, porque le da miedo que pase algo. Pero ayer, después de mucho tiempo, decidió usarlos. Llevaba días echando de menos a mi abuela y pensó que sería bonito tenerla un poco más cerca», cuenta su hija, Andrea Samper a La Voz de Ibiza, todavía con la voz entrecortada. «Y mira, justo ese día, se le perdió uno de camino al trabajo. Está destrozada», detalla.

Desde el miércoles, la familia no ha dejado de buscar. Han contactado con comercios, casas de empeño y vecinos de la zona, con la esperanza de que alguien encuentre el pendiente y lo devuelva. Pero, por ahora, no hay noticias. Incluso han recibido llamadas de oportunistas que, aprovechando la desesperación, intentaron engañar a la madre con falsas promesas de devolución a cambio de dinero.
«La gente puede ser muy sinvergüenza, pero seguimos creyendo que hay personas buenas», dice la hija, que ha compartido la historia en redes y medios locales con la esperanza de que alguien lo haya visto.
El pendiente perdido no tiene solo un valor material. Representa una herencia emocional, una historia de amor entre generaciones, una conexión que el tiempo no logra borrar. La familia pide que quien lo encuentre, se comunique con @andrea_sunflowers a través de Instagram.













