Un vídeo grabado en uno de los pasajes del centro de Ibiza, a pocos metros del puerto, ha reavivado el malestar vecinal por la degradación de la zona. En las imágenes, remitidas a La Voz de Ibiza por un lector que prefiere mantenerse anónimo, se ve a un hombre enfrentarse a dos personas a las que acusa de estar consumiendo drogas junto a su vivienda. “Lárgate de aquí o te enchufo una patada en la cabeza”, se escucha decir al vecino, visiblemente alterado.
Las personas interpeladas niegan estar “pinchándose”, pero él insiste: “Me da igual si fumas, te pinchas o te esnifas. En la puerta de mi casa, no”. Antes de cortar la grabación, lanza una última advertencia: “La próxima vez que los vea haciendo esto en el portal les pego una patada en la cabeza directamente”.
Denuncia que es una situación repetida
El autor del vídeo asegura que no se trata de un hecho aislado. “Vivo en los pasajes hace tres meses y el barrio es insoportable. Están siempre cagándose, meando en los portales, bebiendo los domingos a las nueve de la mañana”, cuenta indignado.
Según su testimonio, la zona, muy próxima al Eroski de Gaspar Puig, se ha convertido en un punto habitual de consumo de drogas durante los fines de semana. “Te encuentras a los yonquis por ahí, pinchándose o fumando crack. La Policía Local nunca tiene unidades disponibles; la Nacional, lo mismo”, lamenta.
“Es una zona con niños y familias”
El vecino asegura que la situación afecta directamente a la convivencia diaria. “Mi novia tiene un niño de dos años. A veces no puedo bajar con la pelota o la bicicleta porque está todo lleno de orín. Es una zona en decadencia. Si analizáramos el suelo, seguro que estaría contaminadísimo”.
El vecino confiesa estar planteándose abandonar el barrio. “Los locales no tienen la culpa, los problemas son los toxicómanos. Se te quitan las ganas de vivir así. Podría ser un barrio de lujo, está al lado del puerto, pero está lleno de excrementos y suciedad. Los niños no deberían ver a alguien haciéndose una pipa de crack un domingo por la mañana”.
“Cuando llegué al barrio hablé con los locales para preguntarles cómo podían vivir así… Nadie dice nada, por miedo o resignación”, añade el denunciante.
En su testimonio hay también un cierto tono de frustración: “Con las inundaciones, al menos las columnas quedan limpias. La maquinita limpia los pasajes, pero hay esquinas que llevan años acumulando excrementos y suciedad”.
