El hartazgo de los vecinos del centro de Ibiza crece ante lo que describen como una degradación imparable de los pasajes peatonales situados a escasos metros del puerto. Lo que debería ser una de las zonas más cuidadas y transitables de Vila se ha convertido —dicen— en un espacio tomado por el consumo de drogas, la suciedad y la falta de presencia policial.
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“En la puerta de mi casa no”: un vecino estalla contra el consumo de drogas en pleno centro de Ibiza
Hace apenas unas semanas, La Voz de Ibiza publicó el vídeo de un vecino enfrentándose a dos personas que, según él, se estaban drogando frente a su casa. “En la puerta de mi casa no”, les gritaba. Hoy ese vecino ya no vive allí. “Lo lamenté, pero no puedo ver que se orinen o hagan según qué cosas en el portal y quedarme callado. No es lugar para un niño de dos años”, explica, en alusión al chico que vive con él. “Han prohibido jugar a la pelota en la zona, pero parece válido drogarse o montarse un ‘after’ con cajas de cartón”.
“Esto se ha convertido en un Far West”
Un comerciante que tiene un local gastronómico en una calle peatonal de la zona, resume así el panorama: “Esto es el Far West. Hay basura, gente drogándose, personas viviendo en la calle y un abandono total del Ayuntamiento. Tenemos que llamar continuamente a la Policía o a los agentes municipales. Es insostenible”.
Una vecina que vive en el centro de Vila desde hace cuatro décadas, describe una escena parecida. “Una noche mi marido se encontró a una mujer durmiendo dentro del portal, había traído hasta su bicicleta. Es un barrio tan céntrico y tan abandonado… Los edificios tienen que cerrar los portales con llave a las nueve de la noche”.
La persona asegura que ha atestiguado gente “durmiendo, cagando cocinando en el parking”.
“Estos pasajes, con el clima que tenemos, son un refugio perfecto para dormir. Pero ya no se trata solo de indigentes: hay consumo de drogas, robos y suciedad constante. Comerciantes han sufrido robos. Todo el centro de Ibiza parece tomado por esa gente, el barrio se ha ido degradando”, agrega la mujer.
En muchos casos, los comerciantes han tenido que poner una suerte de vallados en los ingresos para que los visitantes indeseados no se queden allí durante horas.
“Cada día uno que mea, otro que se pega”
Otro vecino que también quiere mantenerse anónimo lleva dos años viviendo en la zona y asegura: “Cada día uno que caga, otro que mea, otro que se pega, otro que tira botellas de vidrio. Hacen lo que quieren. Me parece estar en el Tercer Mundo”.
Según dice, ha llamado a la Policía más de una vez y le han dicho que no pueden hacer nada. “Incluso uno me dijo que fuera de noche a pegarlos”.
“Esa joyita se ha convertido en un sitio de mierda”
Nieves Lacoba conoce la zona desde 1986. Vivió allí décadas, pero acabó marchándose. “Pensé que tenía una joyita. Ahora me doy cuenta de que es un sitio de mierda. He intentado alquilar mi piso, y el inquilino, con un niño pequeño, se fue a los tres meses: se encontraba yonquis en el portal. Ibiza es una isla donde pagamos y aportamos mucho, y al lado del puerto tenemos un sitio donde no se puede ni caminar. Es tremendo”, se queja.
Lacoba, que asegura apoyar al actual gobierno local, lanza una crítica directa: “En estas cosas cotidianas, suspenso total. No me parece normal que la gente se mee o se pinche en plena calle y nadie haga nada”.

La versión del Ayuntamiento
Fuentes del Ayuntamiento de Ibiza consultadas por este medio aseguran que las quejas vecinales que reciben “se deben principalmente a ruidos de grupos de personas y música en las proximidades de un bar”. Añaden que, “en cuanto a personas sin hogar, cuando se ha advertido de ello la Policía Local ha actuado, avisando también a Servicios Sociales”.
Los vecinos, sin embargo, afirman que la respuesta institucional no se traduce en cambios reales. “En teoría tenemos un policía de barrio, pero no se le ve para nada”, dice una vecina. “Nos dicen que cuando intervienen, la gente se va a otro sitio. Pero al final, siempre vuelven”.
“Podría ser un barrio de lujo”
Todos los testimonios coinciden en algo: el potencial perdido. “Podría ser un barrio de lujo, está al lado del puerto”, resume uno de ellos. Hoy, ya lejos del lugar, lo repite con resignación: “Es una pena. Pero uno se cansa de vivir rodeado de suciedad y drogas, sin que nadie haga nada”.












