La reunión entre el enviado especial estadounidense Steve Witkoff y el primer ministro catarí, Mohammed bin Abdulrahman Al-Thani, celebrada en Ibiza este fin de semana para intentar destrabar un acuerdo que ponga fin a la guerra de Gaza entre Israel y Palestina, desplegó un opulento a la par que meticuloso y discreto operativo que ha podido ser reconstruido por La Voz de Ibiza, a través de varias fuentes no oficiales.
De lo que nada se sabe es del contenido de las conversaciones que empezaron el sábado por la mañana y acabaron el domingo por la tarde. Al menos, ese es el tiempo en el que estuvo en la isla la mano derecha de Trump para la guerra de Gaza y la de Ucrania.
Máxima seguridad en Ibiza: «Lo nunca visto»
Witkoff aterrizó el sábado por la mañana en Ibiza en un avión privado Bombardier N102WG indetectable para las webs de rastreo de operaciones. Según fuentes conocedoras del plan de vuelo, habría dispuesto de la prebenda de volar en línea recta desde Estados Unidos y acortar el tiempo de vuelo en una hora y media. Horas antes Witkoff se había reunido con Putin en Moscú.
La terminal de vuelos privados empezó a verse sobresaltada el viernes por la presencia de personal de seguridad de la Casa Blanca, asistidos por funcionarios españoles. El operativo continuó la mañana del sábado. «Nunca habíamos visto nada igual», explicó a La Voz de Ibiza un trabajador.
La Embajada de Catar en España
La organización de la cita corrió a cargo de la Embajada de Catar en España. No en vano, la sorprendente decisión de celebrar el encuentro en Ibiza fue responsabilidad del emir de Catar Tamim Bin Hamad Al Thani, quien estaba navegando por aguas de Baleares en uno de los tres yates utilizados en el dispositivo.
Entre otras, la delegación de Catar tenía alquilada al menos una lujosa villa en Can Furnet, en la pedanía de Jesús. Otras fuentes sitúan otra villa a disposición de Catar en Cala Tarida.
Witkoff y el emir de Catar coincidieron en Ibiza durante la jornada del sábado. La única información sobre el encuentro anticipaba un cara a cara entre el hombre de Trump y el primer ministro catarí. La presencia del emir, no obstante, hace pensar que también participó el sábado en las conversaciones de paz.
Algunas fuentes también han situado al ministro de Exteriores catarí en Ibiza esta fin de semana.
Esto explicaría que fueran tres las aeronaves dispuestas por Qatar Airlines que despegaron del aeropuerto de Ibiza el domingo. Y es que, además del vuelo de vuelta del enviado por Trump, el aeropuerto de es Codolar vivió el domingo una incesante actividad de vuelos diplomáticos.
Así, por parte catarí, la operación incluyó vuelos coordinados que sumaron el A340 del Emir, un A330 del primer ministro y un A320 adicional, probablemente para el ministro de Exteriores, todos sincronizados para garantizar la máxima privacidad y reducir cualquier posibilidad de exposición pública.
Mientras se producían los vuelos de regreso, los barcos que habían permanecidos fondeados en Cala Jondal abandonaban la cala. El Aquarius se ha quedado en Ibiza y permanece atracado en el puerto. Y es que parte de la delegación catarí se ha quedado en la isla para continuar las vacaciones privadas.
Un helicóptero militar de Catar
Días atrás había llegado a Ibiza un helicóptero militar de Catar, identificado como A7-JAS, procedente de Mahón, confirmando que la planificación logística alcanzó también a desplazamientos internos dentro del archipiélago. En realidad, el helicóptero procedía de Italia y llegó haciendo escalas para repostar combustible. De Italia también habían partido los lujosos yates que albergaron los encuentros celebrados en Cala Jondal.
No consta, no obstante, que las personalidades fueran trasladadas en helicóptero desde el aeropuerto hasta los barcos. Los desplazamientos se realizaron por carretera entre fuertes medidas de seguridad. Nada se deja al azar en estos casos.
Un avión turco
El sábado por la tarde aterrizó en Ibiza un avión de la Fuerza Aérea de Turquía. A falta de confirmación oficial, en su interior viajaba el jefe de los servicios de inteligencia del país y que se habría sumado al encuentro o bien habría aprovechado para hablar con el embajador de Trump de la guerra de Ucrania en la medida en la que están tomando un papel activo como mediador entre Estados Unidos y Rusia.
Yates, playas y hoteles de lujo como telón de fondo
En el mar, al menos tres embarcaciones de alto nivel participaron en el dispositivo, entre ellas el Aquarius y el Daloob. El Aquarius, vinculado al emir, permaneció amarrado en aguas ibicencas, mientras que el Daloob se mantuvo en actividad constante durante las jornadas de encuentros. El movimiento marítimo fue tan cuidadoso como el aéreo, con rutas cortas y fondeos estratégicos para evitar cualquier exposición no deseada.
Las delegaciones se movieron con cautela por distintos puntos de la isla. Durante el fin de semana hubo presencia en Cala Jondal, uno de los enclaves más exclusivos de Ibiza, y también en el Blue Marlin, un espacio que combina ocio de alto nivel con entornos que permiten cierto grado de discreción.
El equipo estadounidense utilizó el hotel Nobu como base de descanso y operaciones, un establecimiento que ofrece las condiciones ideales para alojar delegaciones de alto perfil con la garantía de un blindaje absoluto frente a miradas externas.
El Emir, semanas en Baleares
El Emir Tamim bin Hamad Al-Thani llevaba semanas navegando por aguas de Baleares antes de este fin de semana de reuniones. Su presencia en la región estaba ligada inicialmente a actividades privadas y de ocio, pero la agenda cambió cuando el clima diplomático exigió un espacio de encuentro fuera de los focos habituales. La cumbre de Ibiza lo incorporó a un contexto político, con el protagonismo centrado en sus ministros y en la delegación catarí, que se sentaron directamente con los enviados de la Casa Blanca.
El motivo de la cumbre
El encuentro se produjo en un momento crítico del conflicto. En Israel, el gabinete evaluaba la posibilidad de lanzar una operación militar para tomar Gaza City, una decisión que generaba inquietud en sus principales aliados y que era observada con preocupación por organizaciones internacionales debido al riesgo que implicaba para los rehenes y para la población civil. En paralelo, las negociaciones de alto el fuego se encontraban prácticamente congeladas y la presión humanitaria aumentaba con el paso de los días.
En ese contexto, Catar y Egipto impulsaron una propuesta para un acuerdo integral que incluyera un alto el fuego total, la liberación de todos los rehenes —vivos y fallecidos— y la retirada de las fuerzas israelíes del enclave. La idea de Washington, defendida por Witkoff tras sus recientes conversaciones con familias de rehenes y líderes regionales, era abandonar las fórmulas graduales y apostar por un pacto único, de todo o nada, que ofreciera garantías sólidas a todas las partes.
Un tablero de negociación complejo
El ambiente internacional en el que se produjo la reunión era especialmente tenso. Mientras en Tel Aviv se debatía la viabilidad de un acuerdo con Estados Unidos, existía un amplio consenso en que Hamás difícilmente aceptaría las condiciones en su totalidad. Al mismo tiempo, el Consejo de Seguridad de la ONU convocaba una sesión de urgencia para abordar la situación en Gaza, en un momento en el que las cifras de víctimas ya superaban los 61.000 muertos y los 152.000 heridos, según estimaciones que circulaban en ámbitos diplomáticos y humanitarios.
Para los mediadores, el objetivo de esta cita en Ibiza era reactivar el diálogo antes de que la escalada militar en Gaza City cerrara cualquier posibilidad de acuerdo. La presencia de las partes clave en un entorno relajado pero seguro ofrecía la oportunidad de mantener conversaciones sin la presión mediática que habría implicado reunirse en Doha, El Cairo o cualquier capital europea.
Ibiza como punto estratégico
La elección de Ibiza no fue casual. La isla combina conexiones aéreas y marítimas seguras, una infraestructura hotelera y de ocio de primer nivel y un contexto en el que los movimientos de aviones privados y superyates son tan comunes en agosto que se diluyen en el paisaje cotidiano. Ese ruido de fondo es, para los estrategas de este tipo de encuentros, un aliado perfecto.
Durante el fin de semana, cada avión, cada barco y cada escala formaron parte de una coreografía diplomática perfectamente calculada. Los traslados de delegaciones, las reuniones en enclaves como Cala Jondal o el Blue Marlin, y la base operativa en el Nobu para el equipo estadounidense, fueron piezas de un mismo puzzle diseñado para garantizar seguridad, comodidad y discreción.
Una cita que podría marcar un punto de inflexión
Aunque no se han difundido imágenes oficiales ni se han emitido comunicados conjuntos, la cumbre de Ibiza queda ya inscrita como uno de los movimientos discretos más relevantes en el tablero de Oriente Próximo de este verano. Si el plan impulsado por Catar y Egipto logra transformarse en un acuerdo real, la isla habrá sido el escenario silencioso donde se discutió una de las propuestas más ambiciosas para frenar una guerra que, en casi dos años, ha dejado un saldo devastador.
El fin de semana dejó la imagen de una Ibiza convertida en centro diplomático improvisado, donde la geopolítica y el lujo compartieron escenario: jets que aterrizaban desde Washington y Doha, yates fondeados en aguas cristalinas, playas icónicas como telón de fondo y un hotel de cinco estrellas como centro de operaciones. Todo envuelto en la discreción que exige una negociación donde cada palabra y cada gesto pueden influir en el rumbo de la historia reciente de Oriente Próximo.