Ibiza se suma esta temporada a la red de ciudades que aplican el protocolo ‘Ask for Angela’, un sistema de alerta silenciosa que permite a cualquier persona en situación de riesgo pedir ayuda al personal del local sin llamar la atención. La medida, que se implantará en discotecas y bares del municipio, está diseñada para proteger especialmente a mujeres que se sientan acosadas o en peligro durante sus noches de ocio.
Con solo una frase —“¿Está Angela?”— se activa una cadena de actuación que permite intervenir de forma rápida y discreta, sin necesidad de explicaciones públicas ni confrontaciones.
Qué es el protocolo ‘Ask for Angela’
El protocolo ‘Ask for Angela’ consiste en una palabra clave que activa un protocolo interno en el local donde se encuentra la persona. Al pronunciar la frase “¿Está Angela?”, el personal previamente informado identifica la solicitud como una petición de ayuda urgente y actúa de inmediato.
La idea es que la persona afectada pueda solicitar auxilio sin alertar a su posible agresor o entorno, evitando así represalias o tensión adicional.
De dónde surge
La iniciativa nació en 2016 en Lincolnshire, Inglaterra, como parte de una campaña del Consejo del Condado llamada #NoMore. El nombre “Angela” se eligió como una palabra sencilla y no sospechosa, y en recuerdo de Angela Crompton, una víctima de violencia de género.
Desde entonces, se ha replicado en países como Estados Unidos, Australia, Irlanda, Alemania, Francia y España, convirtiéndose en una herramienta global contra el acoso en espacios públicos y de ocio.
Cómo funciona
Cuando alguien se siente insegura o en peligro en un local, puede dirigirse a la barra o al personal y preguntar simplemente: “¿Está Angela?”. Esa frase activa de inmediato el protocolo, sin necesidad de explicar lo que sucede.
El siguiente paso depende del establecimiento: acompañar a la persona a un espacio seguro, ofrecer un medio de salida (como un taxi), o contactar con autoridades si fuera necesario. La actuación debe ser rápida y discreta.
Dónde se aplica
El ‘Ask for Angela’ ha sido implantado en miles de locales del Reino Unido y otras ciudades europeas. En España, ayuntamientos como los de Barcelona, Madrid o Málaga han incluido el protocolo en campañas municipales para garantizar espacios de ocio más seguros para las mujeres.
También ha sido adoptado en festivales de música, grandes eventos y fiestas populares.
¿Funciona?
Distintos estudios en Reino Unido han demostrado que el protocolo reduce la percepción de inseguridad y aumenta la confianza en el personal de los locales. La clave de su éxito está en que es rápido, no intrusivo y fácil de aplicar.
Sin embargo, asociaciones feministas advierten de que no debe verse como una solución mágica: debe ir acompañado de formación al personal, campañas de concienciación y compromiso institucional.
Señalización y conocimiento
En los lugares donde se aplica correctamente, el protocolo suele ir acompañado de carteles informativos en baños o zonas comunes, con frases como “¿Te sientes insegura? Pregunta por Angela”. Esto permite que más personas conozcan la herramienta y sepan cómo utilizarla si se da el caso.
También existen adaptaciones en distintos idiomas o con nombres alternativos, aunque “Angela” sigue siendo el más utilizado internacionalmente.
Críticas y limitaciones
Entre las principales críticas al protocolo están su carácter reactivo (actúa cuando ya hay una situación de riesgo) y el riesgo de ser aplicado de forma simbólica. En locales sin formación adecuada o sin medios, puede generar una falsa sensación de seguridad.
Por ello, se insiste en que el protocolo debe formar parte de un enfoque más amplio que incluya prevención, educación en igualdad y medidas estructurales.
Una herramienta útil, pero no suficiente
El protocolo ‘Ask for Angela’ no sustituye una política integral contra el acoso, pero sí representa un avance concreto y visible. Es una forma efectiva de intervenir en el momento y proteger a personas vulnerables, especialmente mujeres, en entornos donde el acoso sigue siendo una realidad frecuente.
Su éxito depende de un solo gesto: que quien está al otro lado de la barra sepa escuchar esa pregunta y actuar sin dudar.