FORO MARINO

Ibiza se ahoga en plástico: el 98% de sus aguas está en mal estado ambiental

Los científicos alertan en el Foro Marino de que las Pitiusas lideran la contaminación del Mediterráneo, con 347 toneladas de basura y niveles “pobres o malos” en todos los puntos de muestreo.

Vista aérea de Ibiza con aguas contaminadas y barcos en la costa
Ibiza enfrenta una grave crisis de contaminación marina. Expertos alertan sobre el estado de sus aguas.

El debate sobre la sostenibilidad del modelo turístico y el devastador impacto de este sobre el fondo marino centró la jornada del Foro Marino, celebrado el miércoles en el Teatro Pereyra. Expertos y representantes del sector coincidieron en la necesidad de que la isla empiece a plantearse poner límites al modelo que impera y que se ha demostrado insostenible.

La necesidad de cambio se subraya con datos alarmantes sobre la contaminación marina: el 98% de las aguas del Mediterráneo español no se encuentran en un buen estado ambiental, según afirmó Carmen Alomar, doctora en Ecología Marina y representante del Colegio Oficial de Ambientólogos de Balears.

Pitiusas, a la cabeza de la degradación marina

Alomar presentó las conclusiones del equipo Impact@Sea (CSIC), revelando que, según los indicadores de la Directiva Marco sobre la Estrategia Marina, Ibiza y Formentera son las peor ubicadas. En las Pitiusas, las aguas se encuentran solamente en un estado pobre, malo o moderado, y no hay ni un solo punto de muestreo en estado muy bueno, lo que subraya la gravedad de la situación.

Las Baleares son pioneras en estudios de basura marina, plásticos y microplásticos. Los cálculos muestran que en 11 años de muestreos (25.000 realizados desde 2005) se han recogido 347 toneladas de basura marina.

Preocupantemente, las islas lideran el ranking de mayor cantidad de residuos de goma, un tipo de desecho asociado a las embarcaciones náuticas y a la alta intensidad del tráfico marítimo y recreativo de la zona. Estos valores pueden alcanzar los 42 kilos por metro cuadrado a unos 800 metros de profundidad.

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Sin embargo, Alomar matizó que, aunque las actividades náuticas generan un 20% de la basura marina, el 80% restante de los plásticos y residuos procede de las actividades terrestres. Además, la científica lamentó que Ibiza y Formentera presentan las mayores ingestas de microplásticos y contaminantes por parte de organismos marinos como mejillones y peces, confirmando que el sur de las Pitiusas son «puntos calientes» de contaminación.

El turismo: de «mal vecino» a inversor necesario

Ante este escenario de saturación y degradación, el sector turístico es llamado a asumir un papel activo en la conservación.

Catalina Alemany, directora de Responsabilidad Social Corporativa de Riu Hotels, utilizó una potente metáfora para describir el papel histórico del sector: «El turismo es un mal vecino, de la comunidad y del entorno natural». Alemany señaló que históricamente se ha creído que la responsabilidad del empresario termina en las puertas del negocio, lo cual «no es así». El objetivo, según la experta, es convertir al turismo en un «buen vecino», lo que requiere cambios en la operación y en la relación con el entorno.

Sandra Espeja, de la fundación Marilles, complementó que el sector debe empezar a priorizar el cuidado del entorno no solo por valores medioambientales, sino porque «se trata del destino y sin destino no hay negocio, por lo que todo está conectado».

La urgencia de poner el cartel de «aforo completo»

Una de las principales conclusiones del debate fue la necesidad de reconocer los límites de la isla. Anna Carbonell señaló que actualmente hay negocios turísticos que ya están sufriendo pérdidas por no haber protegido el medioambiente.

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El aumento de la afluencia turística, o presión antropogénica, conlleva una creciente necesidad de infraestructuras. Alemany defendió que las infraestructuras actuales son deficitarias para hacer frente a «semejante afluencia de gente».

Los expertos sugirieron que estas infraestructuras deberían impulsarse con inversión privada, ya que es el sector privado el que más se beneficia del entorno. Alemany consideró que el sector turístico debería empezar a impulsar el tratamiento de residuos o aguas residuales, siguiendo el ejemplo de otros sectores como el industrial.

Sin embargo, Espeja advirtió que la solución no es solo seguir creciendo en infraestructuras, sino «plantear cual es la posibilidad de carga que pueden actuar las infraestructuras públicas y poner ahí el limite».

Alemany volvió a recurrir a una metáfora para resumir esta tesis: «la isla debería ser como un teatro. Si está todo vendido, se cuelga el cartel de aforo completo. Nosotros debemos empezar a pensar en nuestra isla como un lugar en el que colgar el cartel de aforo completo». Ignorar esta sobrecarga ya proyecta una «imagen de saturación» que condiciona la experiencia turística.

Finalmente, Carbonell concluyó con un llamamiento a la visión de futuro, destacando que el aferrarse al beneficio económico de hoy puede cegar al sector sobre la pérdida que puede suponer a medio plazo. La sensibilización y el compartir la información es básico, ya que la concienciación se encuentra en una fase muy inicial.

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