El paisajismo es la actividad destinada a modificar las características visibles, físicas y anímicas de un espacio, tanto rural como urbano. A los profesionales del ramo se les llama arquitectos de jardines.
Y no importa si te gusta la flora o no, nadie puede negar que un jardín o arreglos con plantas no solo visten un espacio sino que además crean ambientes, de esos que contribuyen al estado anímico de las personas. El paisajista ha de jugar con cosas como la topografía, el clima, la biología, la cultura, la geología o la historia.
Juan Masedo jardines se compone de Juan como paisajista junto con Álvaro del Hoyo y Gonzalo de la Serna, ambos paisajistas, y Aurelie Tezenas du Montcel como administrativa, y juntos, crean y mantienen unas docenas de los jardines mediterráneos más importantes y emblemáticos de la isla de Ibiza.
Otro día caluroso, camino por Vara de Rey buscando una dirección en el barrio del puerto de Ibiza. Son las 11 de la mañana de un sábado y el centro está tranquilo, a sabiendas que son las calas las que a estas horas están de servicio.
Los edificios saltan a la vista con su pintura nueva, la verdad es que es de agradecer los colores entre tanto blanco. Llego, timbre, subo y me abre la puerta Juan Masedo (Madrid, 1966) con una sonrisa y un gato a cada lado; Alba y Simón. Entro y observo como el orden, la simpleza y los colores pasteles componen el cuadro, bello, cual posteo de Instagram. Nos sentamos, suena tímido un ventilador de techo y algún coche lejano, los gatos se acomodan…
-A mí me gusta empezar preguntando a mis entrevistados por su historia para conocer más a la persona antes de hablar sobre su profesión. Cuéntenos los momentos más relevantes de su vida desde que acaba el instituto hasta que encuentra su pasión por la jardinería.
-Yo siento que soy artista desde que nací, pero o sabes a temprana edad cuál es tu arte o tardas años en dar en la tecla. A mí me pasó lo segundo entonces me metí a estudiar publicidad porque no estaba seguro de a qué me quería dedicar. En los ochenta acabé trabajando en ventas en la firma Armani porque conocía a la propietaria de la marca y que junto con Ramón Mendoza, que en aquel entonces era el presidente del Real Madrid, también montaron la tienda de Armani. Y vieron algo en mí, el único hombre del equipo, y me llevaban a comprar las colecciones para que diera mi opinión con los 22 años que tenía en ese momento.
Luego con el dinero que gané con eso y mi deseo de aprender inglés me fui a Nueva York a hacer cursos. En ese momento creía que quería ser actor, entonces hice unos cursos del famoso Actors Studio entre otros.
Luego de un tiempo regresé a Madrid, y en el grupo de amistades estaba las nietas de María de Ávila del Ballet Nacional de España que me dio trabajo en administración y organización. Luego conocí al cineasta francés Alain Deymier y nos enamoramos. En esa época vivíamos entre Ibiza y Francia hasta que finalmente decidimos quedarnos todo el año en la isla. Todos mis amigos me decían que lo mío era el jardín pero no me atrevía porque no tenía ninguna formación académica. En la casa Can Frit en Sant Josep acabé metiendo mano como paisajista y al final esa casa acabó casa que fue mi escuela. Luego se vende y el nuevo propietario acaba contratándome como paisijista para el desarrollo del jardín y de la finca. Tuve que a la vez contratar a 7 jardineros y fue en esa casa y en ese momento cuando empezó oficialmente mi carrera. La que fue mi casa y mi escuela acabó además siendo la que empezó mi empresa. De pronto, a raíz de ese trabajo, me empezaron a ofrecer trabajos de una relevancia enorme como por ejemplo un restaurador italiano Luca, del cual soy padrino de su hija, me contrata para hacer el jardín de la terraza de su restaurante Macao. También las casa de José Luis Sert, uno de los arquitectos más relevantes de la arquitectura española del siglo XX. A raíz de esos trabajos me llamó Luis Laplace, un arquitecto argentino afincado en París y que da el encargo de dos jardines para el entonces propietario de Mercedes Benz.

-¿Ha cursado estudios académicos previamente?
-No, mi escuela ha sido siempre la experiencia.
-¿Y de dónde obtenía el conocimiento, de libros?
-Sí, pero sobre todo de mi intuición. Yo llegaba a un sitio y miraba a mi alrededor para visualizar cómo componer un espacio de una manera que transmitiera algo natural y armónico. Es como un don, un regalo. Entonces entre la confianza de los demás, mi intuición y mi mirada es que hice lo que hice y lo sigo haciendo.
Y la mirada para mí es muy importante, yo publico cada día 10 fotos en Instagram como si fuera mi gimnasio de mi mirada. Yo tengo una visión muy pictórica más que de fotógrafo. Todos los días tomo imágenes que despiertan una emoción en mí. Y esa necesidad que tengo integrada en mi cotidianidad como un ejercicio de mi mirada. Claro, luego veo un espacio limpio y literalmente veo el jardín que quiero crear… o pintar.

-¿Si alguien se acaba de terminar la casa y el jardín está a cero, cuáles deberían ser sus principales consideraciones antes de empezar?
-El paisajismo es la arquitectura del paisaje. El paisajista es un artista del verde y yo estoy convencido de que viene todo de un sentimiento que es arte. De allí, evidentemente tú tienes que ver cómo sacar más partido y aprovechar todas las variantes y opciones que el propio lugar ofrece. Moviendo tierra, mirar la dirección del sol por ejemplo son cuestiones fundamentales.
-Si yo le contrato para diseñar un jardín, ¿a qué cosas le presta atención antes de inicio?
-Cada maestrillo con su librillo, te puedo contar mi método. Y necesito hacer por fases este trabajo. La primera es de reconocimiento. Limpieza y ver los espacios con detenimiento haciendo inventario de todo lo vivo dentro y darle cuidado a lo que ya está. Luego empiezo a pensar en lo que yo llamo “los personajes principales de la historia”, que son los árboles y grandes arbustos. Y me voy de casting al vivero [sonríe]. No es “quiero poner un algarrobo o un olivo”, no es encontrar cualquiera. Teniendo en cuenta cómo son los personajes existentes tengo que encontrar a los personajes principales que al añadirlos parezcan que han sido parte de esa historia de siempre. Esta fase del proceso me apasiona porque tengo que elegir digamos un olivo entre cientos, y lo mágico que es siempre hay uno como que me tira, que llama mi atención. Luego viene por barco y al plantarlo lo miro y es que parece que siempre vivió allí.
La siguiente fase es, luego de crear la estructura del jardín, entran los matices, los colores, las texturas y perfumes, a los que llamo “figurantes” pero que tienen mucho peso en la historia también. Y así es como yo me lo cuento a mí a la hora de hacer un jardín.

-¿Se toma en cuenta la personalidad del cliente o es la casa la protagonista?
-Yo siempre digo una cosa; hay gente que viene con ideas un poco equivocadas de qué es Ibiza y lo que a ellos les gustaría tener en su jardín. No toman en cuenta que aquí no sobra el agua y pretender tener un jardín tropical en la isla es una tontería, hay que jugar localmente con el clima que tenemos, no solo por identidad sino además por que sea realizable y sostenible. Siempre intento transmitir al cliente que yo estoy para realizar su sueño ibicenco, con un proceso creativo y un sentimiento cargado en él, pero mediterráneo.

-¿Cuáles, además de lo obvio como la sequía o el hielo, son los enemigos locales de la flora en Ibiza?
-El cambio climático está afectando mucho la vegetación y aparecen enfermedades en las plantas que antes no se daban tanto. Además está el picudo en las palmeras y agaves, la cochinilla en las chumberas, elementos que eran muy representativos del paisajes y no autóctonas pero que ya se afincaron y crean muchos problemas porque son muy difíciles de combatir, sobre todo si no quieres entrar en el mundo del pesticida fitosanitarios que son veneno, químicos muy potentes, y claro, te solucionas el problema pero matas todo los bichos en general además que tus niños juegan en el jardín… yo lo desaconsejo siempre. Al contaminar el ecosistema matas a todos los personajes que hacen al jardín un lugar especial, no solo el funcionamiento natural del sistema en sí. Escuchar las chicharras en verano y los pájaros por ejemplo, hacen al todo de un jardín.
-¿Qué plantas casan bien con otras?
-A mí me gusta compaginar plantas con las mismas necesidades hídricas. Que por volumen una no se desarrolle tanto como taparle la luz a la otra. Mencionar parejas o plantas favoritas no es lo mío, tengo muchos amores pero no hago favoritismos.

-¿Es usted de los que abrazan a los árboles?
-Sí claro, me gusta. Me gusta sentirlos.
-Los árboles viejos parecen seres llenos de conocimiento, de sabiduría, como grabadoras constantes de todo y de todos los momentos que lo rodean… Recuerdo que en la casa de mi infancia había un tilo gigante y debajo la mesa de comer, afuera. Ese árbol escuchó todo, quizás de alguna manera que no entendemos hasta vio todo. ¿Si los árboles hablaran, qué cree que dirían?
– [Pausa, piensa] Para mí los árboles son las memorias vivas de los entornos. Y allí donde hay varios árboles centenarios dicen mucho de ese lugar, como por ejemplo, que ha habido humanos cerca que han sabido valorar, respetar y cuidarlos. Y también forman parte de la memoria de todos los que vivimos cerca de ellos. Tu tilo cuando hablas de él te emociona, ¿no?, y es que además no piden nada a cambio. Y me da muchísima pena ver cómo en ciertos lugares no se los valora. En España se ve a veces que talan árboles porque les manchan las aceras.
-Bueno hay mucha ignorancia…
-Totalmente. Y para mí los árboles son seres que hay que adorar, no sólo dan belleza y sombra, si es que ¡nos dan el oxígenos que necesitamos para vida, y encima, además, alimentos! Y energéticamente también son tan importantes… Son grandes almas.

-Yo recuerdo que en un viaje a París en otoño mi entonces mujer me decía mira ese edificio monumento y yo no podía de parar de mirar las hojas en el suelo ocres, doradas, rojo ladrillo, un espectáculo de color otoñal verdaderamente precioso. Ibiza es un paraíso terrenal, pero, no me diga que no le aburre que sea una isla perenne…
–[piensa] mmmm… Es que vivimos en un clima mediterráneo donde las temperaturas no cambian tanto… [interrumpo]
-Pero me lo está explicando desde el contexto de la realidad, intelectualmente, pero usted a la hora de pintar ¡cómo le vendría de bien el otoño!
-Pero es que yo utilizo otras cosas que no son a lo mejor tan obvias, pero yo pongo caquis, planto un meliá, siempre pongo árboles que sí acusan el cambio de estación pero que no son tan espectaculares como los árboles que necesitan cambiar de traje cuando aquí no les hace falta. Por eso, los árboles que tienes en mente son unos que viven en lugares que el clima cambia mucho y necesitan eso, pero no quieras vivir aquí con los beneficios de aquí pretendiendo algo que no casa con nuestra realidad.

-¿Ha tenido, tiene o tendría un bonsái?
-No he tenido, no tengo ni tendré porque hay que cuidarlos mucho y cuando llego a casa después de cuidar tantas plantas y árboles no quiero seguir en casa [risas]. Pero reconozco que son obras de arte.
-¿Le gustan las flores o lo ve como una pena cortarlas?
-Yo creo que las flores son un regalo maravilloso de la naturaleza. Me encantan verlas en su entorno, a su ser. Pero cortar algunas flores me parece bien también, sobre todo si tienes una buena floristería que te haga un buen arreglo y adornar una mesa me parece bien también.
-¿Qué es lo mejor y lo peor de la jardinería?
-Lo mejor para mí es la conexión con la naturaleza que es un reconciliador de lo que veo del comportamiento humano por ejemplo. Me reconforta estar en ella, trabajar para ella porque para mí es sanador. Como que la armonía natural me salva del ruido humano. Es que los humanos me tienen cada vez más desencantado y la naturaleza a pesar del maltrato sigue siendo tan generosa… Este año no tuvimos primavera hasta que en dos días la naturaleza nos regaló dos días de lluvia intensa que tanta falta nos hacía a todos, y a partir de allí vino la primavera y de alguna manera un alivio en las personas.
-¿Y lo peor? Trabajar en agosto con el calor…
-No, si te digo la verdad es que no lo encuentro lo peor. Y en agosto casi no trabajamos, es regar y mantener un poco pero el período más activo es otoño, invierno y primavera.
-Si un joven que está leyendo esto y quiere dedicarse al jardín, ¿Qué consejos le daría?
-Yo le diría que trabajen sobre todo en el jardín, no tanto en el estudio. Que hay que tomárselo con absoluta seriedad. Que la naturaleza es muy agradecida y gratificante, y, teniendo que trabajar toda la vida para vivir, no conozco otra profesión que te aporte tanto como es la jardinería. No sólo te da belleza, alimento y sombra, también da mucha paz.

Todas las fotos son de Juan Masedo.