La vida de Luz Casal siempre ha estado marcada por una dualidad: el amor profundo por la música y las dificultades para reconocerlo en voz alta.
En una reciente entrevista, la cantante gallega abrió su corazón y habló de sus recuerdos más duros, de aquel silencio obligado que acompañó su infancia y juventud, y de cómo la casa de su familia en Galicia se ha transformado en símbolo de sus raíces y en escenario de un festival solidario.
“En el colegio jamás dije que iba a cantar”

Casal relató que, de niña, aprendió a ocultar su verdadera vocación. En el colegio y en su propio hogar, cantar no era considerado un futuro posible, y se le pedía que callara.
“En el colegio jamás dije que iba a cantar”, recordó, explicando que incluso llegó a mentir sobre lo que quería hacer con su vida para evitar reproches y miradas de desaprobación.
El peso de ese silencio la acompañó durante años. Su padre tampoco veía con buenos ojos que dedicara su vida a la música, y ese rechazo familiar hizo que Luz viviera una especie de contradicción: sentía que el canto le daba una emoción incomparable, pero al mismo tiempo le producía miedo admitirlo.
Ese conflicto íntimo, confesó, le generó una incomodidad permanente que solo se resolvió cuando decidió entregarse por completo a su vocación.
La casa de Boimorto: de refugio familiar a festival solidario

A pesar de esos comienzos difíciles, Luz Casal nunca se desvinculó de sus raíces. La casa de piedra en la aldea de Orros, Boimorto (A Coruña), donde creció junto a su familia, se ha convertido en el corazón de uno de sus proyectos más queridos: el Festival de la Luz.
Creado en 2012, este encuentro cultural lleva ya trece ediciones y reúne música, arte y gastronomía en un entorno rural. Para Luz, se trata de devolver a su tierra lo que la música le dio, un gesto de gratitud hacia su pasado y hacia una comunidad que la vio crecer.
“Es traer al rural, al sitio en el que nací, lo que he vivido en la música”, dijo en 2012, cuando presentó por primera vez su sueño. Trece ediciones después, aquel deseo de perpetuarlo en el tiempo es ya una realidad que une música, solidaridad y memoria en la casa familiar de Boimorto.
El festival, además, tiene un marcado carácter solidario: ha logrado recaudar más de un millón de euros para distintas causas sociales.