Han pasado más de 250 días desde que la DANA del 14 de agosto de 2024 arrastró 40 embarcaciones hasta las playas de Formentera, dejando una imagen insólita en la costa de ses Illetes. Treinta y ocho de esos barcos ya han sido retirados por sus dueños o por acción del Consell insular.
Pero dos siguen varados en el mismo lugar. Uno de ellos es el Scipio1924, una embarcación que lleva más de ocho meses encallada. Su dueño, sin embargo, no ha sido localizado para recibir la notificación formal del requerimiento de retirada.
Ante esta situación, el Consell ha publicado el requerimiento en su tablón oficial de anuncios. La embarcación ha sido considerada un residuo abandonado, y el procedimiento es claro: si su propietario no responde en los 15 días hábiles desde la publicación del anuncio (17 de abril), el Consell procederá a su retirada y repercutirá los costes al propietario de forma subsidiaria.
Un nombre con historia
El propietario del Scipio1924 no es un desconocido. Se trata de Vincent de Froidmont, un ciudadano belga que se instaló en Formentera hace más de dos décadas. Para muchos, es un personaje casi mítico. Para el periodismo, ha sido incluso un símbolo.
En 2012, el cronista Jacinto Antón lo retrató en una inolvidable crónica publicada en El País, donde lo apodó “el hombre del verano”.
Allí lo describía como un marinero libre, de barba blanca, piel curtida por el sol y una calma tropical que parecía haberse fundido con la isla. Dormía en la arena, comía pescado, vivía a bordo de su barco y representaba el verano más puro y decadente de Formentera. “Es el verano personificado”, escribía Antón. “Un verano de Formentera: desordenado, bronceado, algo caótico y con olor a sal y pescado”.

Un barco como hogar
En 2022, Vincent volvió a aparecer en los medios, esta vez en una entrevista con Diario de Ibiza, donde contaba que vivía en su barco, que intentaba vender por 19.000 euros, y que su situación económica era frágil. “Vine de vacaciones y me quedé atrapado aquí”, contaba con naturalidad.
“Necesito el dinero para vivir. No tengo ingresos estables”, reconocía. Su embarcación, de diez metros de eslora y motor diésel, había sido su hogar durante años, fondeado en distintas zonas de la isla.
Esa entrevista mostraba a un hombre al margen del sistema, sostenido por un estilo de vida austero, pero también a alguien cansado. Su intención de vender el barco —precisamente el Scipio1924— ya mostraba el inicio de un posible cierre de ciclo.
Una vela robada: la última señal
En octubre de 2024, dos meses después del temporal, Vincent presentó una denuncia ante la Guardia Civil. Alegaba que alguien le había robado la vela del Scipio1924. Esa fue la última interacción documentada con la administración pública. Desde entonces, no se ha sabido más de él.
Fuentes del Consell insular han explicado a La Voz de Ibiza que, en los meses siguientes, se consultó con otras administraciones —Capitanía Marítima, Demarcación de Costas y Parque Natural— para establecer de quién era la competencia. Todas señalaron que el Consell debía actuar, al ser un residuo abandonado.
El Consell, a su vez, intentó localizar a los propietarios de los dos barcos aún varados, pero en el caso de De Froidmont no se pudo hacer entrega personal de la notificación, lo que llevó a publicarla en el tablón oficial.
Entre la postal y el residuo
El caso de Vincent ha pasado de ser una postal del verano pitiuso a un expediente de gestión ambiental. Su embarcación, antes romántica, ahora es vista como un elemento contaminante, varado en una zona sensible del litoral.
El Scipio1924 es, a día de hoy, un testigo encallado del paso del tiempo, de las transformaciones del modelo insular, y también de los límites con las normativas medioambientales.
Un personaje que resume una época
Vincent no es un ciudadano cualquiera. Para muchos, representa la Formentera de otra era: la del viajero sin billete de vuelta, del navegante que fondea y echa raíces sin más plan que el horizonte. Un tipo de habitante que parece estar desapareciendo.
En esa categoría entra De Froidmont. Fue admirado, retratado, entrevistado. Vivió en los márgenes, como tantos otros en la isla. Pero hoy, su barco es un problema. Y él, por ahora un personaje ausente del que solo quedan recuerdos y un velero clavado en la arena.
¿Y ahora qué?
Según el Consell, si no hay respuesta en el plazo establecido, se iniciará la retirada del Scipio1924. La operación será costeada por la administración, pero los gastos serán repercutidos a Vincent de Froidmont.
¿Dónde está ahora el “hombre del verano”? Según la administración, a la vista de su imposibilidad de notificar, no se sabe. No se ha podido contactar con él. Mientras tanto, su barco —antes casa, refugio y metáfora— permanece clavado en la arena, como un monumento involuntario a una forma de vida que la isla ya no parece poder absorber.