El vertedero de es Cap de Barbaria, en la idílica isla de Formentera, ofrece hoy una imagen desoladora que evidencia la magnitud de la crisis migratoria que afecta a las Islas Baleares. Al menos 65 pateras se amontonan en este lugar, una escena tan impactante que es visible desde la carretera y que sirve como un crudo recordatorio del incesante flujo de llegadas de los últimos meses.

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Las cifras oficiales confirman esta tendencia al alza. Hasta el 19 de septiembre, un total de 2.173 migrantes habían llegado a las costas de Ibiza y Formentera, siendo esta última la que recibe la mayor parte de las embarcaciones, según publica Periódico de Ibiza.

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En el conjunto del archipiélago balear, la Delegación del Gobierno ha contabilizado 296 embarcaciones irregulares con 5.503 personas a bordo en lo que va de año. Este número roza ya la cifra total registrada durante todo 2023, que fue de 5.882 migrantes, según el Informe Anual de Seguridad Nacional.

La mayoría de las personas que emprenden esta peligrosa travesía son de origen magrebí y subsahariano, aunque la presidenta del Govern, Marga Prohens, ha alertado de que también se ha detectado la llegada de migrantes procedentes de Asia. La posición estratégica de las Baleares, a tan solo unas 200 millas náuticas de Argelia, convierte a las islas en un objetivo clave para las mafias que se dedican al tráfico de personas.

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Lamentablemente, este viaje no solo es ilegal, sino también mortal. En lo que va de año, la travesía hacia Baleares se ha cobrado la vida de al menos 44 migrantes. A esta trágica cifra se suman 15 personas desaparecidas en dos incidentes distintos ocurridos en agosto. El primero tuvo lugar el día 20, cuando una patera naufragó al sur de Mallorca, dejando tres desaparecidos de origen subsahariano. Apenas dos días después, el 22 de agosto, otros doce migrantes se arrojaron al mar desde su embarcación antes de ser rescatados; los 14 supervivientes relataron la tragedia a las autoridades.

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