SOLIDARIDAD

La triste despedida del grupo que asistía a personas sin hogar en Ibiza

La asociación ‘La voz de los que nadie quiere escuchar’ anuncia el cierre de su local en septiembre tras más de cinco años ofreciendo alimentos, ropa e higiene a personas sin hogar en la isla.

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El frente del local donde aún funciona el proyecto La Voz de los que Nadie Quiere Escuchar.

La asociación ibicenca ‘La voz de los que nadie quiere escuchar’ ha anunciado su cierre definitivo en septiembre de este año, tras más de cinco años prestando asistencia a personas en situación de vulnerabilidad. En un comunicado publicado en redes sociales, el colectivo confirma que no ha encontrado relevo para continuar con su labor y que el desgaste físico y emocional acumulado hace inviable seguir adelante.

El grupo nació como un espacio de denuncia social, enfocado en el problema de la vivienda y la falta de recursos para personas sin techo. Con el paso del tiempo, se transformó en una iniciativa solidaria activa, desde una terraza primero y más tarde desde un local alquilado, financiado exclusivamente mediante donaciones ciudadanas.

Allí han ofrecido de forma constante alimentos, ropa, productos de higiene y atención personal, sobre todo durante la pandemia, cuando se disparó la demanda de ayuda.

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Despensa solidaria de La Voz de los que Nadie Quiere Escuchar.

Dificultades

“Esto no es tan fácil como parece a simple vista”, advierten sus impulsores, en un mensaje que remarca que la actividad no ha estado vinculada a ninguna institución, partido ni confesión religiosa, y que todo se gestionó sin subvenciones, solo con una caja de resistencia popular.

Durante la crisis sanitaria de 2020, el local se convirtió en un refugio de emergencia improvisado, atendiendo a decenas de familias y personas solas en una situación crítica, mientras —según señalan— “las instituciones escondían la cabeza debajo tierra como las avestruces”.

El colectivo lamenta que la situación en Ibiza se haya deteriorado aún más en 2025, con más personas viviendo en asentamientos improvisados y enormes dificultades para acceder a una vivienda digna. “No muy tarde Ibiza terminará reventando por algún sitio”, vaticinan.

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Con un tono sereno pero rotundo, quienes han liderado esta iniciativa anuncian que en septiembre se apagarán las luces del local y se cerrará el proyecto en silencio, con el deseo de dejar atrás una etapa marcada por la dureza del día a día, pero también con la satisfacción de lo conseguido gracias al esfuerzo colectivo.

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