José Mujica, expresidente de Uruguay entre 2010 y 2015 y referente de la izquierda, ha fallecido este martes en Montevideo a los 89 años. Su muerte se produce un año después de que anunciara que padecía un tumor maligno en el esófago, enfermedad que, en combinación con una afección inmunológica crónica, fue deteriorando su salud progresivamente.
El actual presidente uruguayo, Yamandú Orsi, confirmó la noticia a través de la red social X, destacando la figura de Mujica como «presidente, militante, referente y conductor». «Te vamos a extrañar mucho, viejo querido», expresó. Su partido, el Frente Amplio, lo despidió afirmando que «Pepe no fue solo un líder, sino una forma de entender el mundo».
Un diagnóstico difícil y una lucha constante
El 29 de abril de 2024, Mujica reveló en rueda de prensa que padecía un tumor en el esófago, señalando la complejidad del tratamiento debido a su enfermedad inmunológica. Desde entonces, se sometió a radioterapia y en diciembre fue intervenido para colocarle un stent en el esófago. A pesar de los esfuerzos médicos, el cáncer se extendió y el propio Mujica reconoció en enero que se estaba muriendo.
Biografía de un presidente austero y revolucionario
Nacido en Montevideo en 1935, José Alberto Mujica Cordano fue guerrillero del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros en los años 60 y 70, época en la que sufrió múltiples detenciones y pasó casi 15 años en prisión, gran parte de ellos en condiciones inhumanas, aislado en calabozos y sometido a tortura.
Su historia de resiliencia y reflexión lo convirtió en un símbolo de superación personal y compromiso social. Tras el retorno de la democracia en Uruguay, se volcó en la política institucional, llegando a ser senador, ministro de Ganadería y finalmente presidente del país entre 2010 y 2015.
Mujica se hizo mundialmente conocido por su estilo de vida austero: renunció a vivir en la residencia presidencial y optó por permanecer en su modesta chacra a las afueras de Montevideo, conduciendo su viejo Volkswagen Escarabajo y donando gran parte de su sueldo a causas sociales.
Defendía una visión de la política alejada de los lujos, centrada en la sencillez, la coherencia y la búsqueda del bien común, como reflejó en numerosos discursos que se han vuelto virales por su mensaje humanista y de justicia social.
Reacciones en España: de Sánchez a Feijóo
El fallecimiento de Mujica ha provocado una oleada de reacciones políticas en España. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha destacado su ejemplo de «vivir la política desde el corazón» y su lucha «por un mundo mejor».
Por su parte, María Jesús Montero, vicepresidenta primera, lo definió como «un referente para la izquierda latinoamericana» y elogió su sabiduría y humildad. También la presidenta del Congreso, Francina Armengol, ha recordado a Mujica como «un gran defensor de la justicia social».
El presidente de ERC, Oriol Junqueras, y la eurodiputada Diana Riba han subrayado su legado como «símbolo de esperanza» y ejemplo de coherencia política.
Incluso desde posiciones ideológicas distintas, líderes como Alberto Núñez Feijóo han mostrado su respeto, recordando su encuentro con Mujica en 2013 y valorando su cordialidad y hospitalidad.
Más allá de la ideología: un símbolo de integridad
El fallecimiento también ha sido lamentado por dirigentes como Juanma Moreno, presidente de la Junta de Andalucía, quien destacó su «lucidez e inspiración», y por Yolanda Díaz, quien afirmó que «sus palabras nos acompañarán siempre».
El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, lo describió como un «revolucionario tranquilo, armado de sensatez y sentido común», mientras que la ministra de Sanidad, Mónica García, lo definió como «el presidente de los pueblos».
Desde Podemos, tanto Ione Belarra como Irene Montero y Pablo Iglesias han recordado su legado ético y su coherencia, citando frases emblemáticas del expresidente uruguayo.
Un legado que trasciende las fronteras
Sira Rego, ministra de Juventud e Infancia, y Antonio Maíllo, coordinador de Izquierda Unida, han coincidido en destacar la coherencia de Mujica y su ejemplo para las nuevas generaciones.
Mujica se mantuvo fiel a sus principios hasta el final, convirtiéndose en un referente mundial de la política entendida como servicio público, lejos de los privilegios y centrada en la transformación social.