En una ceremonia marcada por la solemnidad y la emoción, el escritor Álvaro Pombo recibió este miércoles el Premio Cervantes 2024, el máximo galardón de las letras en español.
La entrega tuvo lugar, como es tradición, en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, coincidiendo con el Día Internacional del Libro y en un contexto particular: la reciente muerte del papa Francisco tiñó el acto de un tono más recogido, con las banderas a media asta y gestos de luto compartido.
El acto estuvo presidido por los reyes Felipe VI y Letizia, junto al ministro de Cultura, Ernest Urtasun, y otras autoridades del mundo cultural y académico. Pero la figura central fue Pombo, quien a sus 85 años y con problemas de salud evidentes, llegó en silla de ruedas.
No leyó su discurso, pero su mensaje resonó con potencia: una reflexión profunda sobre la fragilidad, la dignidad y el papel de la literatura en tiempos de superficialidad digital. La frase que marcaría la jornada fue clara y provocadora: “Nos hemos convertido en influencers y mercachifles”.
Un discurso titulado «Fenomenología de la fragilidad»
El texto, leído por su colaborador y editor Mario Crespo, se titulaba Fenomenología de la fragilidad. En él, Pombo ofreció una mirada lúcida y melancólica sobre la condición humana. “Vivimos en una época en la que hemos convertido la opinión en mercancía”, advertía, en referencia a los discursos vacíos y el exceso de visibilidad que domina las redes sociales.
En contraposición, defendió la introspección, la pausa, el silencio, incluso el titubeo. Para Pombo, la literatura sigue siendo un refugio frente al vértigo del presente, y la fragilidad no debe ser temida, sino explorada. “Los escritores no estamos llamados a entretener, sino a decir lo que otros no se atreven”, sentenció en uno de los pasajes más aplaudidos.
Un homenaje con peso generacional
Álvaro Pombo se suma así a la lista de grandes autores galardonados con el Cervantes, como Juan Goytisolo, Ida Vitale o Cristina Peri Rossi. Su obra —que abarca poesía, novela y ensayo— ha sido reconocida desde hace décadas por su originalidad, su inteligencia y su tono irónico, a menudo provocador.
El jurado destacó “la brillantez literaria y filosófica de su escritura, así como su contribución a la renovación estética y ética de la narrativa contemporánea en lengua española”. Pombo es autor de novelas como El héroe de las mansardas de Mansard, Donde las mujeres o La cuadratura del círculo, y ha cultivado una voz única, marcada por la complejidad emocional de sus personajes, la exploración del deseo, el análisis moral y un estilo que se resiste a la etiqueta fácil.
De la poesía a la política
Aunque sobre todo es reconocido como novelista, Pombo comenzó como poeta y nunca ha dejado de escribir versos. Su poesía ha sido calificada como metafísica, cercana a la de autores como Luis Cernuda o Jaime Gil de Biedma, aunque con una impronta personalísima. También tuvo una breve pero notoria carrera política como diputado por Unión Progreso y Democracia (UPyD), experiencia que no ha dudado en revisar críticamente con el tiempo.
En su intervención, el rey Felipe VI subrayó la “valentía moral” de Pombo y su defensa de una literatura comprometida con la verdad, no con la corrección. “En tiempos de ruido, necesitamos más que nunca voces que no tengan miedo a la complejidad”, dijo el monarca.
Una ceremonia atravesada por el duelo
La ceremonia, que suele tener un tono celebratorio, estuvo marcada esta vez por una discreta contención. La reciente muerte del papa Francisco estuvo presente de forma simbólica en los discursos y en la atmósfera general. La reina Letizia vestía de negro riguroso, y el ministro Urtasun inició su intervención con palabras de recuerdo al Pontífice.
Aun así, el mensaje de Pombo, leído en su voz escrita, logró traspasar la formalidad institucional. Su elogio de la fragilidad fue leído también como un elogio de la honestidad, del pensamiento lento y del valor de lo íntimo frente al estrépito de lo banal.
Una reivindicación de la escritura como resistencia
Pombo reivindicó la escritura como un acto de resistencia frente a la banalización de la palabra. Defendió a los escritores “que dudan, que interrogan, que escriben para entender” y se desmarcó de la figura del autor que busca aceptación masiva. “Ser escritor —dijo— no es tener una marca personal ni un canal de difusión. Es tener una conciencia radical de lo que significa el lenguaje cuando se pone al servicio de la verdad interior”.
A sus 85 años, el autor santanderino recibió el galardón más importante de su carrera. El Premio Cervantes, dotado con 125.000 euros, reconoce no solo una trayectoria sino una forma de estar en el mundo desde la palabra. Pombo, con lucidez intacta, se despidió del acto como ha escrito tantas veces: sin estridencias, pero con firmeza.
Legado y vigencia
La entrega del Cervantes a Álvaro Pombo no solo reconoce su obra, sino también su figura como intelectual incómodo, pensador indómito y escritor que no teme a la contradicción. Su legado está en los libros, pero también en una actitud ante el lenguaje y ante la vida: el coraje de nombrar lo difícil, de no complacer, de resistir desde la escritura.
En tiempos de exhibicionismo, su mensaje fue claro: fragilidad no es debilidad. Y escribir, hoy más que nunca, sigue siendo un acto profundamente político y humano.