Mariana Lens, de 26 años, había viajado desde Argentina a España para trabajar como au pair, un programa que combina empleo doméstico con intercambio cultural.
La joven llegó a Madrid el 6 de octubre y pocos días después se trasladó a Palma de Mallorca, donde iba a cuidar a los hijos de una familia alemana que le ofrecía alojamiento y un salario mensual.
Su familia mantenía contacto frecuente con ella hasta que, el 14 de octubre, dejó de responder llamadas y mensajes. Esa falta de comunicación, sumada al bloqueo de sus redes sociales y la desactivación de su cuenta de WhatsApp, hizo temer lo peor. Desde entonces, tanto la Embajada Argentina en España como la Policía Nacional iniciaron un operativo de búsqueda que se extendió por toda la isla.
¿Por qué desapareció Mariana Lens? La explicación de la joven

Después de ocho días sin dar señales, Mariana Lens se presentó por su cuenta en una comisaría de Palma de Mallorca. Allí explicó que su desaparición no tuvo relación con ningún delito ni con terceros, sino que había decidido “desconectarse del mundo” de manera voluntaria. Según su testimonio, necesitaba tiempo para sí misma y había optado por apagar el teléfono y aislarse temporalmente.
Tras su declaración, las autoridades confirmaron que se encontraba en buen estado físico y psicológico. La noticia fue comunicada de inmediato a su familia, que había iniciado una intensa campaña en redes y medios de comunicación.
Su madre, visiblemente aliviada, viajó a Mallorca para reencontrarse con ella. En paralelo, se desconvocó una concentración prevista por residentes argentinos en la isla, que pedían mayor rapidez en la búsqueda.
Los detalles que alarmaron a la investigación

Durante los días de incertidumbre, la Policía Nacional desplegó un amplio dispositivo para intentar localizarla. El grupo de homicidios solicitó autorización judicial para acceder a los últimos movimientos de su teléfono móvil, lo que permitió rastrear sus ubicaciones previas.
Además, se analizó un audio que llegó a circular en redes, en el que se escuchaba a Mariana llorando; este material incrementó la preocupación y alimentó las teorías sobre un posible secuestro o situación de riesgo. La propia joven aclaró que esa grabación «es falsa» y que «no es ella» quien habla.
Las autoridades confirmaron que no se hallaron signos de violencia ni evidencias de que hubiera sido retenida contra su voluntad. Pese a ello, el caso fue tratado con máxima prioridad debido a las contradicciones iniciales y a la alarma social generada por su desaparición.











