Golpe inesperado en la temporada taurina. Rafael de Julia, uno de los nombres que había vuelto a sonar con fuerza en los últimos años gracias a su reaparición en plazas como Las Ventas, ha anunciado su retirada indefinida de los ruedos. El motivo: un trastorno alimentario que ha deteriorado su estado físico y emocional, impidiéndole rendir al nivel que exige la profesión.
La noticia se conoció tras su participación el pasado 23 de marzo en la plaza de Madrid, donde asumió la lidia completa de una corrida al verse afectado su compañero Damián Castaño. La falta de reflejos y energía del torero fue evidente para los presentes. Lo que entonces parecía un mal día, escondía en realidad una situación más profunda y compleja.
Una retirada marcada por la salud
Fue el propio Rafael de Julia quien confirmó la noticia a través de un comunicado. En él explicó que sufre un trastorno alimentario que ha afectado severamente a su salud. “Este problema me ha hecho perder reflejos, fuerza y estabilidad emocional”, señalaba el texto.
A pesar del momento difícil, el matador mostró entereza y agradeció las muestras de apoyo que ha recibido. También adelantó que se tomará un tiempo para recuperarse y que más adelante decidirá si puede volver a vestirse de luces. “No descarto volver, pero ahora necesito priorizar mi salud”, subrayó.
Este tipo de declaraciones no solo conmueven por lo que significan para el mundo del toreo, sino también por el tabú que aún persiste en torno a los trastornos alimentarios en los ámbitos públicos, especialmente en una profesión tan exigente física y mentalmente como esta.
Una carrera de contrastes
Rafael de Julia tomó la alternativa en 2001 en Las Ventas, una de las plazas más exigentes del mundo, y logró salir por la Puerta Grande apenas un mes después. Durante más de una década mantuvo una presencia constante en el circuito taurino, hasta que decidió retirarse del toreo activo y dedicarse a la enseñanza en la Escuela de Tauromaquia de Madrid.
Sin embargo, su historia no quedó allí. En 2023, tras diez años de silencio, sorprendió al anunciar su regreso. Participó en la Copa Chenel, volvió a dejar destellos de su calidad y recuperó el cariño del público. En septiembre de 2024, reapareció en Las Ventas en una corrida concurso donde volvió a sentirse figura, aunque ya se percibían algunos signos de desgaste físico.
Quienes lo han acompañado en este tramo destacan su humildad, su elegancia y su capacidad de conectar con la afición. “Nunca dejó de ser torero, ni siquiera en los años en los que no toreaba”, comentan en su entorno.
El impacto en el mundo taurino
La retirada de Rafael de Julia supone un duro golpe para el mundo del toreo, especialmente en una época en la que no abundan las historias de regreso tan humanas y auténticas como la suya. Su vuelta fue vista como un ejemplo de perseverancia y amor por la profesión. Su pausa, ahora, se recibe con comprensión y afecto.
Muchos compañeros de profesión han mostrado su apoyo en redes sociales. “Te esperamos cuando estés listo, maestro”, escribía uno de ellos. Otro destacaba su valentía al hablar abiertamente de un problema que suele mantenerse oculto.
El caso de De Julia también abre un debate más amplio sobre la presión física y estética a la que se ven sometidos los toreros, y sobre cómo estas exigencias pueden derivar en problemas de salud mental que rara vez se visibilizan.
Un futuro por escribir
A sus 48 años, Rafael de Julia no ha cerrado la puerta a un regreso. “La llama no se ha apagado”, aseguró en su mensaje, dejando entrever que su historia aún podría tener un nuevo capítulo.
Mientras tanto, sus seguidores y el público taurino en general le desean una recuperación completa. Más allá de las plazas y las orejas, ha quedado claro que lo primero es la salud.