El descenso del turismo británico en las Islas Baleares, especialmente en Magaluf (Mallorca), ha despertado críticas en la prensa del Reino Unido. Según recoge el Daily Mail, propietarios de bares y negocios de ocio aseguran haber sufrido este verano pérdidas de hasta un 40 % respecto al año pasado, debido a una combinación de leyes restrictivas, subida de precios y un clima social cada vez más hostil hacia el turismo masivo.
El reportaje apunta al aumento de precios como uno de los principales motivos. Entre ellos, el Impuesto de Turismo Sostenible, que alcanza los seis euros por noche en temporada alta, o los nuevos recargos en el alquiler de vehículos, que pueden suponer hasta 80 euros adicionales según la duración de la estancia. A esto se suma un IPC interanual del 2,8 % en Baleares en junio y un incremento del 5 % en hoteles y restaurantes.
Otro elemento que menciona el diario es la presión social. En los últimos meses se han registrado manifestaciones con pancartas en las que se leía «Turistas, váyanse a casa», dirigidas principalmente a los visitantes británicos.
Sumado a esto, señala que uno de los conflictos es la “Zona Roja”, delimitada en 2020 para frenar el “turismo excesivo”.
«Entre estas restricciones figuran la prohibición de las rutas de bares (pub crawls), las ofertas de bebidas, las happy hours y las fiestas organizadas en barcos, además de limitaciones de ruido. Sin embargo, si bien antes abarcaba gran parte de Magaluf, el pasado junio se redujo en un 90 % y ahora solo afecta al “strip” y a unas pocas calles colindantes, dejando fuera —y esto es lo crucial— a casi todos los hoteles.», destaca el medio británico.
Incluso, el paso de los visitantes del Reino Unido por Islas Baleares ha sido retratado por el fotógrafo Peter Dench, famoso por tomar imágenes de borracheras de británicos por todo el mundo.
El impacto de la baja de visitantes británicos
Jason Brown, dueño del restaurante Tom Brown’s desde 1981, afirma haber perdido un 40 % en la primera semana de septiembre. «Antes teníamos despedidas de soltero y soltera cada semana, ahora se van a otros destinos más baratos y con menos reglas», señaló.
Olly, propietaria del conocido Lineker’s Bar, lo resume así: «Este suele ser un destino británico, pero este año no hay ninguno». Según el diario, los turistas alemanes, franceses y portugueses han ganado terreno en la zona, mientras que la presencia inglesa se reduce de forma notable.
Carla, camarera de otro local, confirma la tendencia: «El año empezó bien, pero después de junio se puso fatal. Intentan hacerlo más exclusivo y dirigirse a las familias, pero no gastan. Puede que venga un grupo de italianos a tomarse un espresso durante cuatro horas».
Cat, trabajadora de la empresa Vibe Mallorca y residente en la isla, critica la actual estrategia turística: «El mayor problema es que la gente alquila un Airbnb, cocina allí y compra todo en el supermercado y no sale».
En la misma línea, Ann-Charlotte, camarera de otro local de ocio, asegura: «Los italianos no comen ni beben. Vienen y comparten un espresso entre cuatro personas. Echamos de menos a los ingleses, porque los ingleses gastan dinero».













