La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, ha optado por la prudencia en su última intervención tras confirmar la quinta bajada consecutiva de los tipos de interés, sin dar señales claras sobre los próximos movimientos del organismo. La líder del BCE justificó esta postura en un contexto de incertidumbre extrema, con riesgos que amenazan con modificar radicalmente las previsiones económicas y financieras de la institución.
Lagarde defendió que la política monetaria europea se está volviendo significativamente menos restrictiva, tras el ajuste de 150 puntos básicos acumulado en este ciclo de recortes. Sin embargo, subrayó que el BCE no se comprometerá de antemano con más bajadas de tipos y que cualquier decisión futura dependerá de los datos.
«Si los datos nos indican que debemos recortar más, lo haremos, pero si no, haremos una pausa», explicó, añadiendo que la situación actual no es «blanca o negra», sino un entorno donde cualquier movimiento debe analizarse con cautela.
Incertidumbre y riesgos en la economía europea
Entre los factores que podrían alterar la hoja de ruta del BCE, Lagarde mencionó que los costes de financiación han comenzado a descender, aunque todavía no de manera espectacular, y que el volumen de préstamos está aumentando, lo que sugiere que las medidas adoptadas empiezan a tener efecto.
Sin embargo, alertó sobre un contexto global complejo: «Tenemos riesgos por todas partes, incertidumbre por todas partes», reiteró la francesa, argumentando que en este escenario tomar decisiones apresuradas sería irresponsable.
El próximo encuentro del Consejo de Gobierno del BCE está previsto para el 17 de abril, pero Lagarde evitó cualquier compromiso sobre nuevas bajadas de tipos, dejando claro que dependerán de la evolución de la inflación y otros indicadores clave.
Turbulencias en los mercados y presión sobre la deuda alemana
Uno de los aspectos que ha generado mayor preocupación en las últimas horas es la violenta reacción de los mercados de deuda. Lagarde reconoció que el BCE está siguiendo de cerca los movimientos en los mercados financieros, en particular la subida en la rentabilidad de los bonos europeos, que se disparó tras la decisión de Alemania de modificar su freno de deuda y crear un fondo de 500.000 millones de euros para infraestructuras y defensa.
El impacto de este anuncio ha sido inmediato:
El bono alemán a 10 años alcanzó el 2,929%, su nivel más alto desde octubre de 2023.
El bono español a 10 años subió hasta el 3,573%, ampliando su diferencial con el alemán a 64 puntos básicos.
El bono japonés a 10 años superó el 1,5%, algo que no ocurría desde 2009.
Pese a la volatilidad, Lagarde insistió en que el BCE no alterará su estrategia solo por la reacción del mercado, aunque reconoció que las tensiones en la deuda soberana son un factor a considerar en la transmisión de la política monetaria.
El impacto de los aranceles de Trump en la Eurozona
Además de los riesgos financieros, el BCE también mira con preocupación las amenazas comerciales de Donald Trump, quien ha insinuado que impondrá nuevos aranceles a los productos europeos si gana las elecciones en Estados Unidos.
Lagarde fue tajante en su rechazo a estas políticas proteccionistas, asegurando que los aranceles tendrían un impacto netamente negativo en la economía global, afectando la inversión, el consumo y el empleo. «No son buenos en absoluto», enfatizó, añadiendo que Europa debe prepararse para negociar con una posición de fuerza ante la posibilidad de un nuevo choque comercial con EE.UU.
Un futuro incierto para la política monetaria europea
La postura del BCE refleja el delicado equilibrio entre seguir apoyando la desinflación y evitar una recesión económica. Aunque la institución ha optado por una política monetaria menos restrictiva, la incertidumbre sigue dominando el panorama, con múltiples frentes abiertos que podrían cambiar el rumbo de la Eurozona en los próximos meses.
El mensaje de Lagarde es claro: el BCE no tiene prisa por seguir recortando los tipos y cualquier movimiento dependerá de la evolución de los datos económicos. Mientras tanto, la volatilidad en los mercados y los riesgos globales seguirán marcando la agenda del banco central.