Este fin de semana, Jon Sa Trinxa ofreció su última sesión como DJ en el chiringuito que lleva su nombre artístico, cerrando una era que durante más de cuatro décadas fue sinónimo de música, libertad y comunidad en la Playa de Ses Salines. Acompañado por un mar de personas bailando descalzas y agradeciendo con sonrisas y emoción, el adiós se vivió entre la nostalgia y la celebración: un homenaje espontáneo a un rincón que marcó la vida de generaciones en Ibiza.
La normativa que prohíbe a los DJs
El mítico chiringuito Sa Trinxa anunció hace pocos días que suspendería todas sus sesiones de DJ «por fuerza mayor» y «conforme a la normativa del Parque Natural de Ses Salines», un comunicado que desató una oleada de reacciones en redes sociales y medios. “Hoy se bajó el telón para los DJs que pinchaban en Sa Trinxa. El chiringuito permanece abierto, pero el Ayuntamiento ha prohibido pinchar allí a los DJs”, expresa uno de los primeros mensajes en redes, tras la última sesión del día domingo.
En realidad, la normativa existe desde 2005 y «deja en muy en claro que no puede haber música a alto volumen en estas zonas» explicaron a La Voz de Ibiza desde la Consellería de Agricultura, Pesca y Medio Natural, encargados de regular la zona protegida.
Más control tras la fiesta de Loewe
La medida, amparada en la normativa del PRUG (Plan Rector de Uso y Gestión del parque), establece restricciones severas a cualquier actividad que pueda alterar la tranquilidad del entorno natural. Aunque el documento está vigente desde 2005, su aplicación estricta comenzó a raíz de varios incidentes, como la fiesta privada de Loewe en 2024, que derivó en sanciones y encendió las alarmas entre autoridades y ambientalistas.
La comunidad responde con una petición masiva
En menos de 24 horas desde el anuncio, miles de personas firmaron una petición en Change.org para revocar la decisión, considerando que el fin de las sesiones en vivo representa “una pérdida directa para la diversidad cultural y la libertad de expresión” de la isla. “No es solo música: es historia, comunidad, cultura. Sa Trinxa representa un estilo de vida”, dicen muchos de los comentarios recogidos en la campaña.
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La última cabina junto al mar
El momento culminante de esta semana de emociones fue, sin duda, el set del viernes y la sesión de despedida del domingo. Jon Sa Trinxa, DJ residente y leyenda local, volvió a su cabina —situada al borde del mar— y dejó que su selección musical hiciera el resto. Entre música, abrazos, y mucha danza, las sesiones en vivo se despidieron dejando un mensaje de alegría incluso en el momento del ‘adiós’. “Fue mi primer año en Ibiza, en 1986, cuando el equipo de la discoteca KU nos llevó allí por primera vez. Sa Trinxa ha sido ‘el cielo en la tierra’ para mí durante casi 39 años”, compartió una seguidora en redes.
Mensajes desde la emoción y la crítica
Las palabras se multiplicaron: “Te mando un fuerte abrazo Jonathan, lástima que no haya respeto por lo que representa Sa Trinxa. La isla debería agradecer que existan epicentros mundiales tan especiales como para atraer turismo”, expresó uno de los seguidores del lugar. “El gran lobby ha decidido: Ibiza debe convertirse en una postal sin alma. Y así, pieza a pieza, están matando su verdadera historia. Primero Sa Trinxa, mañana quién sabe. No molestó a nadie, pero molestó a aquellos que nunca vivieron realmente la isla” completó otro.
Un cierre cargado de simbolismo
En medio del dolor colectivo por lo que se pierde, las imágenes del fin de semana ofrecen también una potente dosis de luz. Los vídeos difundidos en redes sociales, muestran a Jon Sa Trinxa rodeado de amigos, locales y turistas que corean con los brazos en alto y con la alegría de ser parte de la mítica historia artística de la isla: “¡Gracias, Jon!”, como mensaje unificado de una escena cargada de simbolismo que, más allá del cierre, resuena como un acto de gratitud colectiva.
Casi medio siglo de historia
Fundado en 1980 por Nito, Sa Trinxa fue durante décadas un refugio de autenticidad y bohemia. Su propuesta: sin camas VIP, sin postureo, con una banda sonora que iba del jazz al techno, marcó una diferencia notable frente a otros modelos turísticos más impersonales. La esencia del lugar fue incluso retratada en el documental Born Balearic: Jon Sa Trinxa and the Spirit of Ibiza, dirigido por Lily Rinae y estrenado en el IbizaCineFest 2020.
Música sí, pero ya no en directo
El chiringuito permanece abierto y la música —no en vivo— seguirá sonando, según informó su dirección. Pero la cabina, tal como se la ha conocido, quedará vacía. Y con ella, una parte del alma de la Ibiza más libre y menos institucionalizada.
La alegría como forma de resistencia
Mientras tanto, el legado de Sa Trinxa y su comunidad parece más vivo que nunca. No solo en los sets grabados, en los recuerdos compartidos o en los pies descalzos sobre la arena. También en esa voluntad de resistir desde la alegría, incluso en medio de la tristeza por lo que ya no podrá ser.