Después de dos meses sin rastros, se ha encontrado el cuerpo sin vida de Matilde Muñoz, la mallorquina de 72 años que había desaparecido en la isla indonesia de Lombok. Su cadáver apareció enterrado en una playa cercana al hotel donde se hospedaba, en Senggigi, a menos de un kilómetro del establecimiento, según confirmó la Policía local.
Ahora se conoce qué es lo que le sucedió a Matilde desde el 2 de julio, fecha en que se decretó su desaparición. El hallazgo cierra una etapa de angustia intensa para sus familiares, que hasta ahora habían vivido entre la esperanza y el desconcierto.
Todo lo que se sabe sobre el crimen de Matilde Muñoz

La madrugada del 2 de julio, Matilde Muñoz Cazorla, mallorquina de 72 años, vivió sus últimos momentos en el bungalo número 107 del hotel Bumi Aditya, en Senggigi, Lombok. Dormía cuando dos hombres entraron en su habitación: S.U., de 34 años y empleado del hotel, y H.R., alias Ge, de 30, un exempleado despedido hace dos años por robar a un cliente.
En un primer momento, ambos intentaron justificar el fallecimiento alegando un empujón durante una discusión, sin embargo, terminaron confesando la verdad: entraron a robar, Matilde se despertó y les recriminó su presencia. Fue entonces cuando la asfixiaron con sus propias manos hasta que dejó de respirar, para después envolver el cuerpo con una sábana trasladarlo apenas diez metros. La mujer fue encontrada en el cuarto del generador del hotel, un almacén en desuso donde ocultaron el cadáver durante semanas.
La policía confirmó que los ladrones se llevaron unos 3 millones de rupias indonesias (alrededor de 156 euros), además de sus tarjetas y el pasaporte, recuperado más tarde en las inmediaciones. Las tarjetas fueron arrojadas a la basura y su teléfono móvil vendido en el mercado negro, lo que permitió a Interpol rastrear y dar con los responsables.
Las contradicciones e incógnitas del caso

El relato de los acusados cambió varias veces: en su primera versión aseguraron que Matilde había muerto tras un empujón y una caída fortuita. En los interrogatorios posteriores reconocieron el homicidio intencionado, así como que trasladaron el cuerpo en motocicleta hasta la playa de Batu Bolong. Allí lo enterraron en un hoyo poco profundo, cavado con sus propias manos, después de que el cadáver pasara más de mes y medio en el cuarto del generador.
La policía de Indonesia admitió que durante las primeras inspecciones en el hotel detectaron un olor extraño en el cuarto del generador, pero no actuaron. Esa negligencia permitió que el cuerpo permaneciera oculto durante semanas sin ser descubierto: solo después de que los detenidos confesaran y se hallara el teléfono móvil en el mercado negro se pudo reconstruir lo sucedido.
El caso también ha sacado a la luz reseñas de clientes que denunciaban desde hace tiempo robos reiterados en el Bumi Aditya y la inacción del personal. Los mismos sospechosos reconocieron haber asaltado a otros huéspedes en los últimos meses, lo que aumenta las dudas sobre el nivel de seguridad del complejo donde Matilde pasó sus últimas semanas de vida.
El doloroso mensaje de la familia de Matilde

El sobrino y portavoz de la familia, Ignacio Vilariño, ha sido contundente en declaraciones a ABC: “Ha sido víctima de un acto criminal y aquí nadie hace nada”. La familia mantiene que no hubo abandono voluntario, recordando que Mati era una persona comunicativa que nunca dejó de responder.
La familia subraya que Matilde había viajado a Lombok en busca de tranquilidad, atraída por la naturaleza y el ambiente de la isla, y jamás imaginó que encontraría allí la muerte en circunstancias tan crueles. Hoy, el reclamo de sus allegados es tajante: que se esclarezcan todas las incógnitas, se reconozca el sufrimiento de la víctima y se haga justicia en nombre de Matilde.