En el corazón de la isla más famosa del Mediterráneo, donde el lujo y el ocio reinan durante la temporada alta, una imagen ha conseguido atravesar fronteras y poner el foco en una realidad cada vez más visible: la de los trabajadores que no pueden permitirse un techo en Ibiza. Y lo hace a través de un momento íntimo y humano: un cumpleaños celebrado en una chabola.
Se trata de una de las fotos captadas por la agencia internacional Reuters, que ha documentado la vida en el asentamiento informal conocido como Can Rova 2, un espacio donde decenas de personas viven en condiciones precarias: caravanas, casetas de madera, lonas, materiales improvisados que hacen las veces de vivienda para quienes no encuentran otra opción en el mercado inmobiliario de la isla.
Una fiesta en medio de la nada
En medio de ese escenario, la cámara recogió la celebración del cumpleaños de Rosario, una joven residente de 28 años que aparece rodeada de su familia y vecinos, en un espacio improvisado decorado como buenamente se puede. La escena no pretende dramatismo, pero transmite con fuerza la capacidad de resistir y dignificar la vida, incluso en contextos adversos.
La imagen, replicada por medios como el Daily Mail, se enmarca en un reportaje más amplio sobre el acceso a la vivienda en Ibiza, donde la demanda turística y los alquileres ilegales han empujado fuera del mercado formal a trabajadores esenciales: desde camareros y personal de limpieza hasta incluso policías, jueces y médicos.
Can Rova 2: un asentamiento bajo el foco
Can Rova 2 se sitúa en las afueras de Vila, junto al supermercado Hiper Suerte, y se ha convertido en uno de los puntos más simbólicos de esta problemática. En ese terreno, sin condiciones básicas de habitabilidad, residen familias completas, incluidos menores, que viven sin acceso regular a agua, electricidad ni servicios públicos.
El asentamiento ha sido objeto de múltiples denuncias por parte del Ayuntamiento de Santa Eulària y del Consell Insular, tanto por motivos de seguridad como de salubridad y riesgo de incendios.
En las últimas horas, un incendio en el lugar —provocado por una bombona de butano en una de las cocinas improvisadas— ha avivado aún más el debate. Las instituciones aseguran que el enclave supone un peligro real no solo para sus ocupantes, sino también para infraestructuras clave cercanas, como el Hospital Can Misses, la EI-20, la ZEC de Serra Grossa o los helipuertos de emergencia.
Declaraciones institucionales y contraste visual
El director insular contra el intrusismo urbanístico, Enrique Gómez Bastida, ha reconocido en declaraciones recogidas por The i Paper que: “El acceso a la vivienda es un problema real y grave”. Según agrega el periódico británico, Bastida reconoce que “el aumento de alojamientos turísticos genera un problema de masificación en la isla y, por lo tanto, un desequilibrio en el ecosistema turístico”.
El contraste entre las imágenes de trabajadores viviendo en asentamientos informales y los turistas disfrutando de villas de lujo y discotecas ha sido clave para el eco mediático internacional. Reuters ha acompañado sus fotografías con testimonios y escenas cotidianas: ropa colgada al sol, niños jugando entre plásticos, trabajadores descansando tras jornadas extensas, y turistas bailando en la playa a solo unos kilómetros.

Más que una foto, una alerta social
La escena del cumpleaños no busca connotaciones dramáticas, pero se ha convertido en símbolo involuntario de un desequilibrio social cada vez más difícil de ocultar. Mientras Ibiza recibe cada año a más de tres millones de turistas y multiplica su parque de vehículos de alquiler, parte de su fuerza laboral no puede acceder a una vivienda digna.
La foto de Rosario soplando las velas en Can Rova 2 no es solo un retrato de supervivencia, sino una señal de alerta que resuena más allá de las fronteras de la isla. Porque en esa celebración improvisada, en esa alegría contenida entre materiales reciclados y esperanza, hay una pregunta que empieza a calar: a qué precio se sostiene el paraíso vacacional más famoso del mundo.