Ibiza, verano de 2025. Una fiesta sin entrada, pero con DJ, equipos de sonido profesionales y barra de bebidas. Una finca privada que se transforma en discoteca durante una noche. Una celebración que nadie puede parar porque, sobre el papel, no es más que una reunión de amigos.
“Últimamente, si te das cuenta, todas las noticias que están saliendo es fiesta del famoso tal, fiesta de la marca de no sé qué…”, advierte José Luis Benítez, presidente de la Asociación Ocio de Ibiza, a La Voz de Ibiza. Aunque no haya venta de entradas, explica, estas celebraciones se escudan en un disfraz que deja a la policía sin herramientas: “Coartan a la policía y la policía no puede actuar porque se supone que nadie ha pagado entrada y que son invitaciones”.
El fenómeno no es nuevo, pero este año vuelve a ser fuente de preocupación para el sector, los vecinos y los propios asistentes. “Ese tipo de fiesta privada no tiene ningún tipo de seguridad, todo lo contrario que pasa en las grandes discotecas”, remarca Benítez. “En el ocio oficial está todo controladísimo, hay seguridad, hay enfermería y se les intenta dar lo mejor posible. En este tipo de fiestas, mucha de la gente que va no sabe ni siquiera dónde es hasta último momento”.
Sótanos insonorizados, villas “blindadas”
Los casos se acumulan. En Santa Eulària, la Policía detectó una fiesta en el sótano insonorizado de una villa con acceso mediante pulseras identificativas. Según informó La Voz de Ibiza, se trataba de una celebración con más de 100 personas y seguridad privada, que había escapado al radar de las autoridades. La justificación ofrecida por la propiedad fue que se trataba de «un cumpleaños».
En Formentera, una empresa fue sancionada con 100.000 euros por organizar una fiesta en una vivienda turística. Se vendían entradas a 80 euros, pero al llegar la inspección se alegó que se trataba de una “reunión privada”. El expediente logró demostrar lo contrario.
Y en Sant Josep, una villa de lujo acogió una celebración que nadie promocionó abiertamente, pero que convocó a decenas de personas para “rellenar” una fiesta que parecía más un after en club exclusivo que una cita íntima. Los DJs eran de renombre (nada menos que los Martínez Brothers), la logística compleja y el ruido incesante (que, además, duró cinco días). No hubo sanción inmediata. Tampoco pruebas públicas de que hubiera entrada pagada.
Las pistas están en el montaje
Benítez señala que, aún con este «vacío legal» hay formas de seguir el rastro, incluso cuando no hay promoción pública ni ticketing. “Cuando hacen una fiesta de estas tan grandes me parece que la gente no va al supermercado a comprar la bebida”, apunta. “Eso sería una pista para que la gente sepa dónde buscar”.
Según explicó a La Voz de Ibiza, el origen del alcohol, los equipos de sonido y la contratación de personal pueden ser elementos útiles para abrir investigaciones. “Las autoridades tienen que mirar si esa gente, primero, si son trabajadores y están asegurados y luego la bebida, de dónde ha salido”, insistió.
En este sentido, ha instado a las autoridades locales e insulares a poner sus esfuerzos en este tema de las fiestas ilegales. Y advirtió que la propia evolución en la lucha contra el alquiler turístico ilegal o los taxis piratas ha demostrado que cuando se sabe dónde buscar, se puede actuar con eficacia.
Una prioridad institucional ausente
Desde el Departamento de Lucha contra el Intrusismo del Consell, su director, Enrique Gómez Bastida, su reconoció recientemente a La Voz de Ibiza que las fiestas ilegales en villas no son una prioridad a día de hoy. Aunque los ayuntamientos y policías locales sí actúan dentro del marco de actividades, el plan de choque institucional está centrado en la oferta alojativa ilegal y la movilidad, por considerar que están más directamente ligadas a la masificación turística.
Benítez, sin embargo, cree que este es el momento de actuar. “Ahora que se está luchando bastante bien contra el alquiler turístico ilegal y contra los taxis piratas, es también el momento de meterse con las fiestas ilegales”, dijo.
Benítez deja una advertencia
“Parece que es algo que va muy ligado a la gente que viene a la isla, que como es un tema muy auténtico…”, reflexiona Benítez. Pero matiza: “Yo creo que lo auténtico es ir a las grandes discotecas, que es donde se tienen las cosas más controladas y hay menos problemas”.
Mientras tanto, las villas seguirán acogiendo fiestas que nadie puede parar. Porque sobre el papel, no son fiestas. Son reuniones, celebraciones, cumpleaños… O simplemente un vacío legal al que, por ahora, nadie ha querido poner límite.