Ibiza prepara volver a movilizarse ante un nuevo caso de okupación. Esta vez, la víctima es una mujer de 83 años que permanece dentro de su propia casa mientras dos personas, que entraron en la vivienda con apariencia de acuerdo temporal, se han atrincherado en el domicilio.
La anciana ha sufrido varios episodios de ansiedad y continúa compartiendo espacio con quienes han tomado el control de estancias como la cocina o su propia habitación.
La situación, conocida en las últimas horas, ha vuelto a activar a numerosos vecinos de la isla que ya se movilizaron el mes pasado con motivo de un caso similar en Sant Antoni.
A través de canales en Facebook, WhatsApp y Telegram, residentes de distintos puntos de la isla están coordinándose para prestar apoyo a la señora y presionar socialmente por una solución. La dirección de la vivienda es intensamente buscada y se configuraron redes de información para acelerar la asistencia a las víctimas de la situación.
Red vecinal en expansión
Estas redes de comunicación no tienen un liderazgo único ni una estructura formal. Son espacios de intercambio y coordinación ciudadana donde se comparte información sobre casos de okupación, posibles intentos y propuestas de actuación rápida. En las últimas horas, los mensajes sobre la situación de esta anciana se han intensificado, generando un clima de atención activa y disposición a intervenir.
Algunos vecinos planifican acercarse físicamente a la vivienda para hacer compañía a la afectada y asegurarse de que no queda sola frente a los okupas. Otros aportan ideas para contactar con su entorno cercano y facilitar vías de asistencia legal o institucional.
También se ha propuesto organizar algún tipo de presencia permanente frente a la casa como forma de disuasión visible. Todas estas iniciativas coinciden en un principio: evitar la violencia y actuar con prudencia.
Un precedente reciente y una respuesta ciudadana en evolución
El caso que tuvo lugar en Sant Antoni hace pocas semanas sirvió de impulso para la creación de estas redes vecinales. Entonces, la presión pública jugó un papel clave en la resolución del conflicto, y ese aprendizaje parece estar dando forma a un nuevo tipo de respuesta colectiva: rápida, organizada y centrada en la protección de los afectados.
Aunque los mensajes que circulan en estas plataformas varían en tono y en propuestas, hay un consenso claro: la prioridad es asistir a la anciana y contribuir a su bienestar mientras las vías legales hacen su curso.
Se insiste en que cualquier actuación debe ser pacífica, dentro de la legalidad, y orientada a visibilizar la situación sin caer en enfrentamientos.
En una isla con un acceso cada vez más difícil a la vivienda y una creciente percepción de indefensión legal frente a las okupaciones, esta nueva movilización vecinal refleja una forma de «autodefensa comunitaria» que crece al margen de partidos o instituciones, impulsada por la creciente sensación de que, si no se protege a los más vulnerables, «nadie está a salvo».