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ENTREVISTA CON JUAN CARLOS LLABRÉS MARÍ/ARTISTA

J.C Llabrés expone sus obras en la muestra ‘Madera de deriva’: “Hay más arte en Ibiza del que parece”

El pintor hace su primera exposición individual tras ocho años, en pinturas marcadas por las luces y sombras de su isla mediterránea y con piezas sobre un soporte muy particular: madera de mar
J.C Llabrés pintores ibiza muestra
J.C Llabrés y su muestra "Madera de deriva" en Casino des Moll. (Foto: La Voz de Ibiza)

Se dice que el escritorio de Pablo Neruda, sobre el que escribía en su casa Isla Negra, está hecho de un trozo de madera flotante, madera de mar. Se dice que el poeta la vio desde su ventana y fue a buscar ese regalo del Pacífico para construirse una mesa sobre la cual trabajar. 

“Estoy hecho de madera de deriva/voy a merced de la resaca y el río (…)/y un día derivé a tu orilla”, dice también la canción Madera de deriva, del uruguayo Jorge Drexler.

La madera de deriva parece ser un imán para los artistas. En este caso, le da nombre a la primera exposición individual que Juan Carlos Llabrés Marí hace en 8 años, y que se puede disfrutar hasta el domingo 23 en el Casino des Moll (de 18:30 a 21:00 horas, con entrada gratuita).

J.C Llabrés cuenta a este medio que el criterio curatorial que organiza las piezas que componen esta muestra se basa en dos ejes: uno, claro está, sus pinturas hechas sobre estas maderas. El otro es sencillo y sin vueltas, como lo es su conversación: son las obras que más le gustan de las que hizo en este período en el que pasó sin exponer individualmente.

Sus anteriores muestras individuales fueron A Contrallum (2015) y Blau d´Argent (2016): “Me resultó muy estresante hacer dos en un año y medio”. Ahora, está más que satisfecho con este período de 10 días en el que se pueden disfrutar sus obras. 

Luces y sombras pitiusas

“Me interesa pintar el Mediterráneo, las Pitiusas y ese juego de luces y sombras que crea la arquitectura ibicenca con los blancos. Es lo que me interesa y como no tengo ninguna obligación, pues eso es lo que pinto”, dice, al hueso. 

–En sus piezas aparecen faros y embarcaciones, paisajes marítimos. Pero también objetos marginales que terminan protagonizando el cuadro: pequeñas ventanas anónimas, canaletas por las que desagua la lluvia de los techos: ¿por qué?

–Es por el contraste del marrón con el blanco y por los juegos de sombras que hacen en diferentes momentos del día. Hay un cuadro de una canaleta, que es casi un detalle, en primer plano, que tiene una sombra que va a la derecha, muy inclinada. Es casi como un reloj de sol. Ese juego es lo que me hace darle ese protagonismo para que la mirada se vaya a la sombra más que al resto del cuadro. Hay otro cuadro que es una sombra con una ventana y la pared blanca: para mí el cuadro es la sombra. Es la sombra, no es la ventana, no es la pared.

–En eso, ¿quiénes lo inspiran?

Ferrer Guasch, pintor ibicenco, cómo trabaja él la luz y la sombra. Lo llaman “el pintor del blanco” porque eran juegos de luces y sombras pero más con blanco. También me inspira la obra de Edward Hopper, tiene esos mismos juegos, como el cuadro en el que hay una mujer sentada en la cama con una sombra brutal (Sol de la mañana). 

Llabrés, sus colores y sus maderas

Algunas maderas lo buscan a él, como cuando encontró la primera, un fin de semana de otoño, en un día de playa en Formentera con su esposa. Otras, sale a buscarlas, por ejemplo en un paseo por la costa, en familia, tras un temporal. Sale en busca de sus tesoros. 

“La primera la encontré un sábado. Se me ocurrió que podría ser buena idea pintar algo ahí, pero no sabía qué. La tuve mucho tiempo dando vueltas, hasta que se me ocurrió devolver el mar al mar. El mar me devuelve a mí estas maderas, me da la oportunidad de prepararlas, tengo que dejar que se sequen y hacerles un poco de tratamiento para pintar sobre ellas, pero les doy la posibilidad de que vuelva el mar”, explica. 

¿Es un desafío pintar sobre un material más asalvajado? “Hay algunas que son tremendamente fáciles y hay otras que son un verdadero reto. Las lijo un poco para que no tengan astillas, pero la base sobre la que se pinta no la quiero tocar, quiero que tengan los mismos agujeros que traen, los golpes que se ha llevado de las rocas del mar. Entonces, en algunos casos es difícil, depende de la madera. A algunas les tengo que dar tres o cuatro manos y en otras es casi más fácil que pintar en un lienzo”, dice. 

Las rutinas de los artistas ibicencos

Llabrés dejó los pinceles entre 2006 y 2011: nacimiento y primeros años de sus hijos. Cuando tuvieron 6 y 3 años respectivamente, volvió al ruedo. Hoy, entre obligaciones laborales y familiares, tiene una suerte de ritual: todos los martes se pinta. Es su “terapia”, y el deporte, ya sea verlo o practicarlo, su otra “válvula de escape”. 

“Lo de pintar fue como llegar a la adolescencia y notar la pulsión de crear. Algo dentro de mí me pedía eso. Probé varias cosas: dibujo, fotografía, incluso escultura en madera. En el 2000 tuve mucho tiempo libre y probé con la pintura. Cuando dominé la técnica y vi que realmente podía llegar a plasmar algo con el color fue como descubrir la pólvora. Es una sensación de que pasan las horas y no te das cuenta, acabo sucio, pero nada importa, porque has tenido un momento de inspiración y no podías parar”, relata. 

Y redondea: “Trabajar es ganarte la vida y pintar eres tú”. 

Finalmente, cierra con una reflexión sobre el arte en la isla: “Hay mucho más de lo que parece. No sé, quizás falta prensa, promoción… el público está un poco acotado. Me gustaría que se abriera a todo el mundo”. 

J. C. Llabrés
J. C. Llabrés expone sus obras en Casino des Moll.
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