ENTREVISTA

De futbolista profesional a escritor, Martín Monroy presenta su primer libro: “Había algo en el fútbol que no me bastaba”

Monroy presentó su libro 'Trampantojo' en Sa Caleta y, en diálogo con La Voz De Ibiza, recorre las postas que lo llevaron de las canchas al papel y reflexiona sobre los prejuicios que hacen pensar como incompatibles el fútbol profesional y la escritura
Martín Monroy futbolista Trampantojo libro
Martín Monroy, futbolista y escritor, presenta su primer libro, 'Trampantojo'. (Foto: Gentileza Martín Monroy)

“¿Se puede dedicar un artículo?”, pregunta Martín Monroy (Montevideo, Uruguay, 1989), después de la entrevista que viene a continuación pero antes de su publicación en este medio. La inédita pregunta tiene una sentida razón: explica que después de la charla con La Voz de Ibiza, se enteró del fallecimiento del futbolista uruguayo Juan Izquierdo. Monroy siente profundamente el deceso de su colega. El mundo también está en shock: el deportista tenía 27 años y sufrió una crisis cardíaca que tomó a todos por sorpresa en un partido de la Copa Libertadores. 

Así que, a su pedido, estas humildes líneas son en memoria de Juan Izquierdo. 

La charla con Monroy es por la publicación y presentación de su primer libro, Trampantojo, notas de un futbolista (Editorial Vecina). La presentación fue ayer en Es jardí, Sa Caleta, semanas después de que lo presente en su tierra natal. 

Se impone repasar los pasos que lo llevaron de los campos de fútbol a volcarse a la escritura. Oriundo de Montevideo, creció con el aroma y ritmo del puerto internalizado: su padre era naval. Hoy, el mar, su sólo aroma a sal, le da calma. Quizás en parte por eso elige, en este momento, hacer de la isla de Ibiza su hogar: “Me traslada a mi infancia”. 

Martín Monroy
Martín Monroy, de futbolista a escritor. (Foto: Martín Monroy)

Monroy se volcó al fútbol desde pequeño. Recuerda ir a la escuela, entrenar, volver cansado a dormir y volver a empezar. En Uruguay jugó en La Escalinata, River, juveniles en Deportivo Uruguay, debutó en primera en Rentistas, Sud América. Se fue a jugar a Brasil (donde lo engañaron con el contrato, le prometieron el doble de lo que finalmente le pagaban y conoció así la “traición”), volvió a Uruguay y a Sud América, Rocha, Albion. Empezó a trabajar en una librería al tiempo que jugaba en Basáñez y finalmente dejó el fútbol profesional. Vivió en Madrid como director deportivo de Aula, pero, antes, Ibiza: jugó en Sant Jordi y Sant Josep

“El fútbol me llevó a vivir en otros países, jugar a la pelota y poder ganar dinero por eso, ser profesional, que haya sido un oficio, entrenar todos los días. También a que me duela mucho el cuerpo, a que haya que esconder algunas lesiones porque hay que jugar el fin de semana, que ese sea tu ingreso económico pero lidiar con la incertidumbre cuando se está terminando un contrato o cuando recién empieza, a lo que es ser extranjero, que tengas todas las miradas encima porque tenés que rendir, la competitividad… y ver a un montón de amigos y compañeros que quedaron por el camino y cómo se les rasgó la vida”, expresa, curiosamente justo antes de que circule la noticia de la muerte de su compatriota. 

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–Se habla poco de lo que podríamos llamar el “lado B” de la vida del futbolista, ¿no?

–Sí. Es un oficio en el que te configuran. Desde los 13 estás compitiendo y te perdés un montón de cosas de la juventud. Competís a un cierto nivel que se vuelve cada vez más duro si querés ser profesional. Por momentos compartís con los mejores y no podés fallar. Sabés que si fallás, estás afuera. O si no tenías prensa. A mí, además, no me gusta la liviandad, y la liviandad lleva a que siga el show, pan y circo. Pero pasan un montón de cosas en el futbol, no sólo lo que sale en televisión. A veces no te pagan un mes. O no podés comprometerte mucho con ciertas cuestiones de la vida porque a los seis meses te estás moviendo nuevamente. Y son pocos los que hacen guita (dinero). 

“Es un oficio que hacés todos los días y con el cuerpo. Pensás que te lo cuidás y no es tan así. Yo tenía rota ya la rodilla izquierda. Había pensado en dejar de jugar hasta de forma amateur, el cuerpo ya me dolió mucho. Pero hay algo en el juego que me toca y que no se puede saciar… el entrenamiento, tirar, hacer definición, que entre donde yo quiero. Esas cosas, a mí me tocan algo que asocio a la alegría. Finalmente, terminé de romperme la rodilla y ahora tengo que usar una rodillera para caminar, me opero el mes que viene. Estoy de baja en el club de Madrid en el que estaba trabajando”, completa. 

Martín Monroy, Ibiza, el fútbol y la escritura

Si el fútbol le abrió la puerta a Ibiza, Ibiza le abrió la puerta a desarrollarse como escritor. 

Aunque ya había una semilla plantada en él. Recuerda escribir algunos textos de niño: “Había algo en el fútbol que no me bastaba. Un lugar al que yo quería llegar y con el fútbol no llegaba”.

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Publicó en algunos portales deportivos cuando estaba en Uruguay. Después, algo más se encendió cuando escuchó a Agustín Lucas, otro futbolista uruguayo, también poeta, recitar su poesía La Pasionaria tras que Sud América gane el campeonato de la B en 2013 y pase a primera. “El poema habla del futbolista, y dice algo así como ‘pobres, poderosos, pobres en venta, somos mediocres aunque nos mientan’”, dice Martín. 

En la era de las redes sociales, compartió algunos de sus escritos en Facebook e Instagram. Y un día, jugando en Ibiza, fue una noche a ver a La Vela Puerca, banda uruguaya, tocar en Las Dalias. El periodista Manu Gon, con quien ya estaba conectado en el mundo virtual, leyó su texto y le propuso y lo propuso para publicarse en el Periódico de Ibiza. Allí conoció a Agustí Sintes Vallés, quien era director, hoy director y fundador de La Voz de Ibiza y quien le propuso continuar escribiendo con una columna fija. 

“Estaba ya buscando otras formas de vida, buscando recorrer otros caminos. Ahora entiendo que también buscaba escapar un poco. Que necesitaba hacer ciertos procesos que me sirvan para mi desarrollo como ser humano”, reflexiona. 

‘Trampantojo, notas de un futbolista’

–Hay un prejuicio dificulta pensar a los futbolistas también como escritores. ¿Está de acuerdo?

–Sí, convivo con ese prejuicio. 

–¿Y cómo es esa convivencia?

–En este momento, muy buena. Pero ha tenido que pasar cierto tiempo. Como cuando sos jugador: tienen que pasar ciertos partidos para que el hincha te conozca, confíe en vos, para que le des alegría. Más allá de cómo rindas ese fin de semana, sabés que ya hay otra cosa. Con la escritura me pasó algo así. Tuve que romper con cierta vida, con que desde pequeño me hubieran definido como “el nene que juega al fútbol”. Después, pasa a formar parte de tu vida y te da algo que no te da otra cosa. En ese momento, te importa todo un carajo y no te importa lo que digan. 

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Sí me importa la amistad. Tuve la suerte, y eso me queda para siempre, de haber hecho mi primer libro con un hermano de la vida. Una gran amiga, llamada Sabrina, diseñó la tapa e hizo las ilustraciones del interior. Juan Francisco Bo escribió el prólogo. Paty Pujol, una periodista amiga que adoro y admiro escribió la contratapa. Al final, siempre es en equipo. 

–¿Cómo empezó “Trampantojo” a tomar forma de libro?

–El año pasado, un amigo también futbolista, que también escribe, Maxi Castilla, me invitó a un proyecto. Una editorial cartonera proponía publicar cuentos escritos por jugadores de fútbol. Éramos cinco en total. A mí me gusta hacer bien las cosas y empecé un taller con Agustín Lucas para preparar esos textos. En un momento, nos dimos cuenta que había algo más, entre mis notas y todo. Así surgió. 

Portada Trampantojo
Portada de ‘Trampantojo’.

–¿Por qué el título? He de confesar que no conocía la palabra…

–Primero, por eso mismo. Una palabra que mucha gente no conoce. Por otro lado, a mi me gusta escuchar La Venganza será terrible todas las mañanas (programa radial de los argentinos Alejandro Dolina, Patricio Barton y Gillespi). Es un humor que me divierte un montón y me acompaña cada mañana, y que también me plantea cuestiones y me abre portales creativos. Un día, Dolina se puso a hablar del concepto de trampantojo y también de que Coleridge decía que, sin ilusión, el fútbol no sirve para nada. Busqué qué significaba y descubrí que era un estilo de pintura que buscaba engañar al ojo humano. Me quedé con esa idea, la de algo ilusorio. Anoté la palabra en un papel y me olvidé. Ya con el libro en marcha, reencontré esa nota y supe que era el título que me faltaba. 

–¿Cuánto hay de ficción y cuánto de realidad en lo que cuenta en el libro?

–Todo y nada. 

Monroy planea continuar sus días en la Ibiza que lo invitó a dar forma a ese “algo más” que buscaba: “Acá tengo mucha gente que quiero y me quiere. Tengo la sensación de que puedo formar un hogar, un lugar donde compartir y también donde estar en soledad, especialmente porque tengo otro libro en mente que quiero encarar”.

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