ROCCO BESCHI / EMPRESARIO

«Me duele ver gente sumergida en la pantalla en vez de mirarse a los ojos y conectar, lo que más falta le hace a la humanidad ahora mismo»

Se dice que las pizzerías son uno de los negocios de menos riesgo. Hablamos de ello con el fundador de una que ha transcendido el comer, convirtiéndose además de referente de la pizza y del pueblo de San Carlos, en un auténtico centro social para locales de todas las clases sociales
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Roco Beschi

En el Centro del pueblo de San Carlos hay una pizzería que es un referente del pueblo y de toda la pizza que se ofrece en la isla. Un club social de amigos de todas las edades, procedencias, clases sociales, credos y energías. Hippies al lado de currelas, guiris y locales, donde las diferencias se dejan en la puerta y dentro solo cabe la pizza sana y exquisita, el buen rollo y la música de calidad.

Se llama Enfarinarte y en 2009 su fundador Rocco Beschi (Montichiari, 1980) la construyó con su propias manos y acabó siendo más de lo que imaginó;  un espacio social que generó miles de recuerdos en  la gente que la ha visitado, aunque haya sido sólo una vez. 

-¿Cuándo llegas a Ibiza?

-En 2005, persiguiendo a un amor. Estaba enamorado de una chica de mi pueblo que no éramos ni novios prácticamente, amiga de la familia, rebelde, harta de todo y que me dice que se va y yo le digo “y yo contigo”. Y me dice Ibiza y yo “¡qué mierda!” [risas].

-¿Por qué?

-Lo único que sabía de Ibiza entonces era que había una cierta italianidad atraída por el lujo, la cultura de drogas, básicamente la superficialidad y consumismo.  Todo muy grotesco… 

-¿Y llegan a la isla los dos juntos?

-Sí, en ferry desde Barcelona en un Opel 3 cilindros. Y al llegar la chica me besó por última vez, e inmediatamente me abandonó por otro. Horrible, mi primera temporada fue triste. 

Pero luego está el vértigo de lo nuevo, nuevo lugar, nueva gente, nuevo idioma… la aventura es lo que tiene. Conocí a dos cordobeses argentinos que me enseñaron español y a muchos italianos que valen mucho la pena tener de amigos. 

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La famosa Parmigiana con berenjena y parmesano

-¿De qué trabaste la primera temporada?

-De ayudante de cocina en un hotel en San Antonio, que ofrecía buffet libre y hacíamos una cantidad ridícula de comida que luego, por la noche, tirábamos el 70%. 

Luego conocí a una sevillana y otra vez, porque no aprendo, me fui detrás de la sevillana a Sevilla [risas]. Pensaba ya no volver. Quería viajar por el mundo, pero empiezo a trabajar, me gusta mucho la chica y la ciudad, y luego en el mismo trabajo conozco a otra chica que acabó siendo la madre de mi hija y con la que acabé compartiendo la vida durante 10 años. Pero ella quería venir a Ibiza y…

-Espera, no me digas, vuelves a Ibiza persiguiendo al amor, ¿no? [carcajadas]

-Sí, y empecé a trabajar en Bon Sol en Cala Vadella donde aprendí el oficio de pizzero. 

-¿Y cuál fue el disparador para acabar montando la pizzería?  

-En 2008 muere mi abuelo Adelmo Farina y me deja en herencia un poco de dinero. Como de pequeño quería ser pizzero, con mi entonces mujer nos pusimos a buscar un lugar que no esté en el epicentro del turismo de temporada. Queríamos algo más tranquilo, entonces buscamos en los pueblos. Y nos encantó San Carlos, además no tenía pizzería. No había casi locales en 2008 y estaba bastante desértico. Y con Las Dalias cerca podía darnos algo de esa energía de originalidad, de alternativo que nos gustaba muchísimo. La primera vez que fuimos a Las Dalias nos quedamos enamorados del rollo. Y sentimos que era aquí y nos pusimos manos a la masa…

-Imagino que lo más importante de todo era justamente la masa, ¿cómo es el proceso hasta encontrar esa receta con personalidad que puede diferenciarte del resto?

-Yo había aprendido un par de recetas en Cala Vadella, de mi mentor Atilio, al que le estoy profundamente agradecido por muchísimas cosas, pero quería hacer algo diferente. El plan era inventar una masa más sana, más ligera, más digerible, más hippie… sostenible y crocante. Entonces me vino a la mente usar harina integral y busqué por la isla y encontré harina de Mallorca. Pero es que tenía tanto trabajo porque lo hice todo yo, los trabajos de carpintería, la compra de todas las máquinas de segunda mano, pintar, la obra también… y al final estaba a dos días de abrir y no había preparado la masa [carcajadas] hasta 1 día antes de abrir y en pocas hora di en el clavo de lo que quería. Al día siguiente regalé pizzas todo un día y fue un éxito tal que hacíamos openings todos los años [risas].

-¿Porqué se llama Enfarinarte?

-Primero porque en catalán quiere decir enharinarse, también el arte de la harina y además para honrar al apellido de mi abuelo que puso el dinero.

-¿La receta siempre es la misma o ha cambiado con los años?

-Te diría que siempre es la misma con algunas variaciones no muy grandes debido a que han pasado algunos pizzeros y yo siempre di un poco de libertad para que tengan la masa con la que se sientan cómodos para trabajar y poner su firma, dentro de unos parámetros, o sea harina integral y biológica por ejemplo. 

-¿Guardas con recelo la fórmula o no?

-No, no estoy obsesionado con eso. Pero sé que algún pizzero que ha trabajado aquí montó pizzería con mi masa sin decir nada y otros diciéndomelo como mi amigo Leo en Valencia, seguro ya la cambió a esta altura,  y otros que lo han hecho también. En ese caso es casi un honor para mí porque lo hace fuera de la isla y porque es un buen amigo. 

-¿Cuál es la pizza más rica que has comido en tu vida y dónde?

-Uy, es una pizza que como siempre que voy a un pueblo cerca de Perugia. El estilo es «pala romana» y al corte, fina, muy ligera… La pizzería, frente de la iglesia, que parece que no vale nada, es increíble y se llama «Pizza Krunch». 

-Para ti la calidad de los productos es muy importante… 

-Sí, mucho, y siempre intento tener productos ligados a la tierra Ibiza, hemos empezado a usar (no exclusivamente) mozzarella de leche de vacas criadas en Ibiza, en San Rafael para ser preciso, y los ingredientes ya sean vegetales o embutidos han de ser de mucha calidad. Pero también las bebidas son importantes, aquí no encontrarás coca cola o refrescos que no sean orgánicos, tenemos kombucha y cerveza biológica producidos en Ibiza… Vino natural de Aragón. Hay cerveza y pizza sin gluten también, de quinoa y de maíz + arroz. También tenemos Fainá a base de harina de garbanzo bio de varios sabores que es algo que en España no se conoce mucho.  

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Fainá, a base de garbanzo se puede comer sola o junto con la porción de pizza.

-¿Y qué ofreces de postres?

– Tiramisú siempre y ahora además tenemos Cannolis y Sfogliatelle napoletane.   

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Sfogliatelle napoletane, crocante, sabroso y con un toque dulce. 

-¿Qué es lo más difícil de montar una pizzería?

-Lo más difícil … [piensa] Manejar el miedo al fracaso porque en mi caso me jugaba todo lo que tenía. A nivel técnico no sé, pero a mí me ha costado mucho porque lo he hecho todo yo. 

-¿Eres carpintero?

-No, manitas [risas]. Estos muebles donde estamos sentados son originales del 2009 y aquí están aún así que, ¡tan mal no lo he hecho! [risas], pero bueno mira la horizontal de las mesas [muestra el “oleaje” que presentan las maderas y más risas], pero esto es parte de la personalidad del lugar.

-¿Y qué es lo más difícil de mantener una pizzería? 

-La burocracia que cada día hay más. 

-Hablando de burocracia siempre escuché que se iba a peatonalizar esta calle frente a tu entrada, ¿se sabe algo más, porque van años con la amenaza?

-Eso lo escuché en 2009 cuando abrí la pizzería pero ahora oigo que parece que ya está aprobado incluso por Govern, así que igual… pero no me obsesiono más con el tema, cuando sea, que sea. 

-Este lugar, que conozco bien, siempre ha sido un punto de encuentro, un club social, un lugar donde guiris ricos se mezclaban con hippies o currantes, además de la pizza siempre ha habido muy buena música. ¿Voy bien?

-La música une y yo siempre he intentado armar listas muy eclécticas, con música de todo tipo y del mundo. Aquí se puede escuchar desde música clásica a cumbia, basta que sea de calidad. Yo amo a la música y creo humildemente tener buen gusto. 

-Tú vives austeramente, ¿te consideras hippie?

-No, he coqueteado con el concepto y me habré considerado como tal en algún momento pero ya no.

-¿Qué tal esta temporada titulada por el sector como “rara”?

-Para nosotros fue muy buena. Pero sobre todo se debe a que por primer año abrimos desde el mediodía. Además que estuve muy involucrado mientras que otros años delegué casi todo por ocuparme de trabajar en mí. 

En verano estamos abiertos todos los días de mediodía a medianoche corrido, y ahora en invierno lo mismo pero cerramos lunes y martes. 

Tengo un equipo muy rodado, simpático y se respira  un aire muy familiar. 

-¿La pizzería es una inversión a prueba de fallo?

-No, absolutamente. Hay millones de pizzerías en el mundo y en la isla. La pizza es un alimento con un margen de ganancia grande, pero, hay que hacerlo muy bien, con buena masa que leude con tiempo y contar con ingredientes de calidad. Pero ahora mismo no creo que sea infalible, hace 10 o 20 años sí. 

-¿Por qué ahora no?

-Porque desde el covid y ahora la guerra todo ha subido todo un 30% y 40%, en verano pago más de luz que de alquiler. La mozzarella subió mucho y el tomate… todo. Entonces el margen ya no es el que era entonces es más fácil fracasar.

-Pues hablando del tema, ¿qué te pareció cuando te abrieron una pizzería a metros de la tuya?

-La primera impresión es que no me gustó nada, mi signo es Aries [risas]. Pero fue una buena motivación para moverme y actualizarme. Dicen que la competencia hace bien al mercado, al cliente, y así fue.  

Además es otro tipo de pizza, pero no la he probado. 

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El asomarse a la vitrina es tentarse de forma inevitable.

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-Enfarinarte es como tu hijo, ¿estarías dispuesto a vender?

-Por una buena tajada de dinero sí. Lo que vale más un plus por el valor emocional. Esto ha estado en mis planes hace tiempo, quisiera dejar la hostelería que es muy desgastante, son 20 años ya…

-Vendes y te abres un onlyfans por ejemplo o puedes vender fotos de tus pies que está de moda… [carcajadas]

Pues no, me encantaría cambiar de vida, de hecho me estoy capacitando para el día de mañana ser terapeuta, así que sí, la podría vender tranqulamente. 

-¿Has quitado el wifi?

-Sí, basta, me duele ver gente sumergida en la pantalla en vez de mirarse a los ojos y conectar, lo que más falta le hace a la humanidad ahora mismo… 

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Pizzería Enfarinarte en San Carlos

 

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