Mucho se ha hablado de las bondades de la famosa dieta mediterránea. Eso no se ha puesto en discusión pero una nueva investigación publicada en JAMA Network, la revista científica de la Asociación Médica Estadounidense, ha destacado los beneficios de la dieta atlántica.
Según ha explicado María del Mar Calvo Malvar, una de las coautoras del paper a BBC Mundo, la dieta atlántica reduce el riesgo de desarrollar síndrome metabólico, un mal que afecta a al menos un cuarto de la población adulta.
La dieta descrita tiene sus orígenes en los pueblos celtas de la zona atlántica europea, lo que incluía muchos lugares de Gran Bretaña pero que actualmente solo se conserva en Galicia y el norte de Portugal.
Calvo Malvar ha explicado a ese medio que este tipo de alimentación se caracteriza por un elevado consumo de alimentos frescos y locales: frutas y verduras de estación, legumbres, papas y cereales integrales, frutos secos (principalmente castañas), pescados, mariscos y lácteos. Además, los alimentos se consumen apenas hervidos o hechos al vapor, sin frituras o salsas. La ingesta de carne es reducida y el aceite de oliva, esencial.
¿Cuál es, entonces, la diferencia de la dieta atlántica y la dieta mediterránea?
La investigadora ha señalado que “la gastronomía atlántica utiliza mucho más las verduras del género brassica, como los grelos o el repollo, que tienen unas propiedades nutricionales muy buenas y se ha demostrado su papel en la prevención de diferentes enfermedades”.
“Además, el consumo de pescados y de mariscos es muy superior al de cualquier otro patrón alimentario de nuestro entorno, incluida la dieta mediterránea. Lo mismo ocurre con los lácteos, en forma de leche y queso”, ha añadido.
Finalmente, Calvo Malar ha destacado que en la dieta atlántica “se prioriza el vino (aunque de forma moderada) frente a la cerveza”.
